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Aclaración: La escena que está narrada en cursiva representa lo que pasó en la cabaña. Tiene detalles explicitos de violencia física, verbal y sexual. No es necesario leer para entender la historia y pueden saltearlo si es algo que les afecta. Avancen hasta que cambia la tipografía y listo <3

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Alexis

Una parte de mí cree que estoy en algún tipo de sueño. Tiene que serlo porque me niego a creer que esto sea verdad.

Aunque intento soltarme, no puedo. Mis manos están atadas por encima de mi cabeza a los barandales de la cama que huele a mierda y la desesperación por ser libre me pone incluso más histérica. Al menos mi hija ya no está aquí, al menos pude sacarla... o eso quiero creer. El monstruo no dejó de repetir que la mató, pero no quiero creerle. Me aferro a la esperanza porque es lo único que me queda y perder a mi hija es una posibilidad que no acepto. No es opción.

Katie tiene que estar bien.

—Mi niña despertó —la voz que me persigue en mis pesadillas resuena en la habitación y me muevo, intentando escapar.

—¡Suéltame!

—Tuve que golpear ese bonito rostro para controlarte —dice mientras camina hacia la cama —. Mi niña buena se volvió mala —se queja —, tendré que disciplinarte.

Camina hacia mí y me da una bofetada. Intento no gritar o hacer ruido. Quiero correr, pero no puedo y tengo el recuerdo de sus abusos fresco.

Odiaba mis gritos y casi siempre se traducirán a más violencia.

Mi mejilla quema mientras lo miro.

—Alguien va a encontrarme —aseguro.

No puedo luchar con mi cuerpo, pero puedo luchar con mis palabras.

—Van a encontrar tu cuerpo, pudriéndose con el de esa niña —asegura.

El dolor me recorre cuando clava sus dedos en mi mejilla, por encima de las heridas que ya me causó.

—Te odio —puede parecer tonto decirlo en este momento, pero es necesario —. Te odio como no lo imaginas.

—Yo te odio más —sonríe —, eres la viva imagen de la zorra de tu madre y el bastardo con el que me engañó.

Respiro de forma entrecortada. ¿Marisa lo engañó?

—¿Así que haces esto por venganza?

Se ríe. Su saliva me golpea la mejilla cuando se acerca para hablar y el aliento a tabaco que sale de su boca me produce ganas de vomitar.

—Lo hago porque se supone que serías mía, mi bebé, mi hija, mi sangre, ¡y estropeaste todo!

—No es mi... —me cubre la boca con la mano antes de que pueda seguir.

El monstruo arrastra su garra por mi pecho, como si meditara la idea de arrancarme el corazón, oliendo mi miedo, divertido por mi terror.

—Cuando eras mi niña no pude disfrutar lo suficiente de tus gritos, pequeña —se burla —, tenía que conformarme con poco, ¿lo sabes? Pero ahora puedo oírte siempre —sonríe —. ¿Recuerdas esta cabaña, Lexi? Te traía aquí cuando apenas sabías caminar o hablar... Eras tan pequeña —me retuerzo, tratando de soltarme de su mano, que también cubre mi nariz y apenas me permite respirar —, ¿Cuándo te convertiste en la puta que eres ahora?

Lo miro con terror cuando saca un encendedor de su bolsillo y pasa la llama muy cerca de mí. No quiero llorar, pero las lágrimas caen sin control.

Fuego | SEKS #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora