O.Y

7

TAEHYUNG

Cierro la puerta de mi casa y me doy la vuelta . Me doy un momento para observar lo que me rodea. Hace una semana, estaba loco de miedo acerca de con quién podría encontrarme al regresar. Estaba preocupado por un millón de cosas diferentes. No quería estar aquí.

Si quería, pero no quería.

En este momento, veo cómo el viento se levanta lentamente y las hojas se mueven con él. El rojo anaranjado de las hojas me recuerda una caída que no pude apreciar mucho mientras estaba fuera. El otoño siempre ha sido mi estación favorita y, al ver todos los árboles que me rodean ahora, sé que todavía lo es. Donde vivía antes había otoño, pero aquí es diferente, es mejor.

Hay algo en los árboles que se preparan para soltar todo lo que me anima a hacer lo mismo. Los árboles pierden sus hojas todos los años, pero no mueren. Permanecen de pie, y después del frío, la nieve y las lluvias, les vuelven a crecer las hojas.

Todos los años. Como un reloj. No se dejan vencer.

Hoy, decido tomar una página del libro de jugadas de la madre naturaleza. No me rendiré. No me retiraré. Voy a seguir adelante sin importar lo que se me presente.

Sonrío para mí mismo, sintiendo que realmente estoy progresando después de sentir que he estado estancado durante años.

Mirando mi reloj, me doy cuenta de que es hora de irme.

Ha pasado una semana y el trabajo se sigue acumulando en mi escritorio. Entre planificar una junta de padres y maestros y reunirme con todos los maestros para ver qué necesitan, tengo una cantidad insuperable de tareas que realizar.

Los alumnos de cuarto grado van a hacer un viaje al zoológico. Los alumnos de primer grado van al acuario. Y los de quinto grado están teniendo un día de campo. Ah, y no olvidemos también el baile de padre e hija en el calendario.

Al abrir y entrar en el lado del conductor de mi automóvil, me doy cuenta de que, independientemente de todo el trabajo que me espera, lo estoy disfrutando. Encendiendo el carro, salgo del camino de entrada. Unos minutos después, suena mi teléfono y hago clic en el botón del volante para responder.

—¡Hola, chico, hola! —La voz de Jimin llena el vehículo.

—Vaya, alguien ha vuelto a la vida —le digo. No he hablado con Jimin en una semana. Una semana entera. De acuerdo, no lo llamé porque todo era un poco caótico, pero lo haré pasar un mal rato por no llamarme de todos modos. Eso es lo que se supone que deben hacer los mejores amigos.

—¿Qué quieres decir? —pregunta, tan despistado como siempre.

Reduzco la velocidad cuando me acerco a un semáforo en rojo.

—Quiero decir, he estado aquí una semana entera y no me has enviado un mensaje ni me has llamado para asegurarte de que estaba vivo. —

—¡Eres tan dramático! —dice, riendo desde el otro lado de la línea.

Sonrío para mí mismo y sigo conduciendo cuando el semáforo se pone verde.

—Sólo digo qué si me hubiera pasado algo, sería demasiado tarde para que hicieras algo.

—Bueno, afortunadamente estás bien.

—No lo sabes.

—Yo puedo notarlo.

—¿Cómo es eso?

—Porque si algo malo hubiera sucedido realmente, me habrías llamado para decírmelo en lugar de esperar a que te contactara—. Eso es verdad. Cuando mi mundo se vino abajo, fue la primera persona a la que acudí. Fue la primera vez que me salté una clase. La primera vez que violé las reglas, pero no había forma de que me quedara en la escuela ese día después de lo que acababa de enterarme. Era el último día de clase, así que no importaba.