O.Y

11

TAEHYUNG

Él me lanza una última mirada, una mezcla de desesperación y conmoción, antes de cerrar la puerta. En el momento en que lo hace, me desinflo. Camino la corta distancia hasta mi escritorio, aferrándome a todo lo que puedo en el proceso.

En el momento en que me siento de nuevo, dejo salir todo el aire que he estado reteniendo. Mi cabeza golpea el escritorio con un ruido sordo. Un segundo después, escucho un golpe en mi puerta. Me tiemblan las piernas y las lágrimas están a punto de caer, pero las contengo. Si es él quien regresa, no quiero que me vea así. Quiero que crea que soy fuerte. Que piense que lo he superado.

Aun así, aunque creo que estoy preparado para que vuelva adentro, no lo estoy. Entonces no digo nada. No contesto cuando escucho un segundo golpe. No sé si es él quien regresa, pero, incluso si no es así, realmente no quiero hablar con nadie más.

La puerta se abre de todos modos, mi silencio ignorado. Levanto la cabeza del escritorio y encuentro a Sana mirándome con preocupación visible en sus ojos.

—¿Estás bien? —pregunta, y eso es todo lo que se necesita para que la presa se rompa y las lágrimas caigan. Las limpio maniáticamente, tratando de obtener la prueba de lo roto que estoy desaparezca.

—Oh no —dice ella, dándose cuenta de que sus palabras fueron mi perdición. Sigo limpiando, pero no ayuda. Las lágrimas siguen cayendo.

—Lo siento —le digo, disculpándome por mi arrebato. Esto es trabajo. Soy el director de esta escuela. Empecé la semana pasada. Esta no es la impresión que quiero que la gente tenga de mí. No es por lo que quiero ser conocido. Se suponía que este drama sería hace más de seis años, cuando terminó el bachillerato, pero de alguna manera, ha vuelto a asomar la cabeza.

—Está bien —dice y puedo sentir su vacilación. Puedo decir por la expresión de su rostro que quiere consolarme, pero acaba de conocerme y no tiene idea de cómo lidiar con mibarrebato.

Me aclaro la garganta y de alguna manera me las arreglo para detener las lágrimas. Lo guardo todo. Puedo irme lo suficientemente pronto y derrumbarme cuando llegue a casa, pero por ahora, tengo que mantener las cosas juntas. Es mi trabajo.

—Gracias —le digo porque no sé qué más decir.

—¿Estás bien? —pregunta, mirando detrás de ella hacia la puerta por la que Jungkook salió.

Jeon Jungkook.

Rompecorazones. Jeon Jungkook. Es padre. Aunque sé que Taehee es su hija, mi corazón no sabe cómo procesar esto. Antes tenía motivos para sacar a Jungkook de mi cabeza, pero ahora, ahora estoy más motivado que nunca. Necesito sacarlo de mi sistema. Sacarlo de mi sistema por completo.

Niego con la cabeza, decidiendo optar por la honestidad porque mentir no borrará la expresión de mi rostro y las lágrimas que ella ya ha visto.

—En realidad no.

Ella me da una sonrisa comprensiva.

—¿Quieres hablar de ello?

Le sonrío con tristeza.

—En realidad no —repito.

Sana asiente.

—Lo entiendo totalmente. Bueno, la escuela terminó por hoy, así que deberías irte a casa. Agarra un helado, mira una película y llora.

—Eso suena como un plan —le digo, sin dejar de sonreír a través del dolor.

—¿Qué sigues haciendo aquí?

Señalo los papeles en mi escritorio.

—Tengo trabajo que hacer—. En realidad, no, pero odiaría ser la primera persona en irme.