O.Y

12

JUNGKOOK

—Nos vemos mañana, entrenador— dice el último estudiante mientras pasa por mi oficina y sale del vestidor.

—Nos vemos mañana —le digo cuando finalmente registro sus palabras, sabiendo que probablemente no escuchó mi respuesta.

La práctica estuvo mal hoy. Yo hoy estuve mal. Aunque no pude evitarlo. Si este no fuera un trabajo nuevo, un trabajo que no estaba interesado en mantener, habría ido directamente a un bar y bebido hasta que no pudiera recordar mi nombre o el de Él.

Taehyung está de vuelta.

Él ha vuelto y apuesto a que ahora piensa peor de mí que antes. Yo sé que lo hace. Cree que le fui infiel, lo que nunca le haría a nadie. Él se equivoca en eso. Pero el hecho de que no le fui infiel no mejora lo que hice.

Me acosté con alguien semanas antes de involucrarme con Tae.

Dejé embarazada a esa persona. Dejé al chico de mis sueños sin explicarle por qué. Supongo que mi creencia de que no valía la pena una segunda oportunidad la hizo creer que yo pensaba que no merecía una explicación.

Me he imaginado encontrándome con Tae un millón de veces. He pensado en cada palabra que diría. Cómo me arrodillaría y le rogaría que me perdonara por ser tan estúpido.

Pedirle que me acepte de nuevo.

Incluso he pensado en cómo sería que las personas más importantes de mi vida se conocieran. Cómo lo presentaría a mi hija. Nunca en mis sueños más salvajes pensé que realmente sucedería. Es irónico que las dos personas más importantes de mi vida se conocieran sin que yo tuviera nada que ver con eso.

Me pregunto cómo será eso para Tae. Él es el director de la escuela de mi hija. Verá a mi hija en los pasillos y pensará en ella como un recordatorio de por qué lo dejé sin entenderlo.

Apuesto a que no se dio cuenta de otra cosa. Probablemente ni lo noto, probablemente cegado por su enfado conmigo, no captó que él y mi hija tienen nombres similares. Que le puse a mi hija su nombre. Probablemente no fue la mejor decisión sin afectar a la madre de Taehee, pero me dieron una opción y la acepté.

Taehyung y Taehee

Mi cabeza viaja al recuerdo de cuando decidí cómo llamaría a la niña que se convertiría en mi vida.

—¿Cómo quieres que se llame? — Irene me preguntó mientras trabajaba en la instalación de una cuna en el cuarto debla bebé. Su habitación era la única habitación que tenía algo muebles en ese momento. Yo no venía de una familia con dinero y tener que encontrar un lugar para vivir fue el primer problema que enfrenté. No quería vivir en la casa de mi madre.

Si yo era lo suficientemente hombre para traer un hijo al mundo, necesitaba ser lo suficientemente hombre para hacer que eso funcionara sin depender de mi madre. Una vez que conseguí un lugar, no pude amueblarlo todo de una vez. A diferencia de mí, Irene venía de una familia con dinero, pero sus padres no querían formar parte de su futuro conmigo.

No es que tuvieran que contribuir de todos modos porque Irene no iba a vivir conmigo. Sin embargo, mi hija lo haría, aunque yo no lo sabía en ese momento, y yo me aseguraría de que tuviera todo lo que necesitaba.

—¿Quieres que elija su nombre? —le pregunté a Irene, un poco desconcertado de que me diera ese privilegio. Estaba a punto de nacer y no había sido el más fácil de los embarazos.

Ella me gritó. Me resintió. Sabía en el fondo que ella me odiaba por ponerla en esa situación. Yo también me odiaba, pero por diferentes razones.