Capítulo I

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— Vamos a llegar tarde, Val. —dice Alice con impaciencia, arreglándose el moño por décima vez, sus dedos moviéndose rápidamente entre el cabello.

— Relájate. —camino a su lado, intentando calmar su ansiedad mientras miro mi reloj—. El partido empieza a las siete, y son solo las seis y media.

— No es un partido cualquiera, es el partido. —hace énfasis, su voz vibrando con emoción—. Nos enfrentamos a los idiotas de Liverpool.

— Vamos a ganar, como siempre. —afirmo con una sonrisa modesta, aunque en mi interior reconozco que la situación es más complicada.

A pesar de que podría estar exagerando un poco, la rivalidad entre nuestras escuelas es intensa.

— Ese no es el punto, Val. El punto es ver sus caras cuando la derrota se avecine. —su tono se vuelve casi reverente—. Es una experiencia digna de admirar.

La Escuela Privada de Liverpool y la Preparatoria Noroeste han estado en conflicto desde tiempos inmemoriales. Los estudiantes han desarrollado una rivalidad tóxica con el paso de los años. Cualquier estudiante del otro lado es automáticamente vetado en nuestro establecimiento y considerado enemigo público número uno.

Suena un poco exagerado, pero hay una razón detrás. Al ser una escuela privada, se sienten superiores a nosotros, los "simples mortales". Llegan en autos de lujo, nos miran por encima del hombro y se jactan de su riqueza. Pero lo que más me molesta de los Crows son sus comentarios clasistas, que carecen de fundamento.

Sin embargo, toda la disputa se resuelve en el campo, donde los Golden Lions y los Crows se enfrentan cada año en el torneo más importante. Y eso es exactamente lo que vamos a presenciar esta noche.

Al llegar al campo, el bullicio me envuelve. El ambiente está cargado de energía y emoción. Las camisetas amarillas de los Lions brillan bajo la luz del atardecer, destacándose en las gradas del lado izquierdo, mientras que el negro de los Crows ocupa todo el lado derecho. El sonido de los tambores resuena por todo el lugar, y los gritos de aliento son ahogados por los insultos que se lanzan de un lado a otro.

Jude, la capitana de las porristas, se acerca a nosotras, con una gran sonrisa y los pompones en mano, moviéndolos con entusiasmo.

— ¿Listas para demostrar quién manda? —dice, haciendo un movimiento de brazos que anima a las demás.

— ¡Listas! —responde Alice, iluminada por la emoción, mientras se une a la coreografía.

— Perfecto, haremos la segunda rutina del repertorio. Pónganse en posición. —Jude nos dirige con seguridad, pero la emoción hace que mi estómago se revuelva.

Justo en ese momento, las porristas de los Crows aparecen en el campo, y no ocultan las miradas de desprecio que nos dirigen. Sus ojos fríos nos atraviesan como dagas.

El partido dará inicio en diez minutos.

— Alice —llamo su atención, levantando una mano en señal de que necesito un momento—. Voy al baño, vuelvo enseguida.

— ¿Ahora? ¿Es muy urgente? —pregunta, algo preocupada, con una ceja arqueada.

— Urgentísimo. —digo, apretando un poco mis labios mientras contengo el impulso de reírme.

— Apúrate, el partido va a comenzar. —me recuerda, volviendo a concentrarse en la coreografía.

— No tardaré. —le aseguro, dándole una rápida palmadita en el hombro antes de alejarme.

Camino rápidamente por los amplios pasillos, el sonido de mis pasos resonando sobre el suelo de cemento. A medida que me acerco a un área más aislada, escucho varias voces que se mezclan en el aire.

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