Capítulo VIII

27 4 0
                                    

La puerta chirría al abrirse, revelando un pasillo oscuro y maloliente que me resulta demasiado familiar. El edificio tiene ese aire desolado y descuidado que siempre me pone la piel de gallina. Siento la presencia de Callum justo detrás de mí, su figura alta y firme parece llenar el pequeño espacio, como una barrera entre lo que sea que me espera y yo.

Caminamos en silencio hacia la puerta del apartamento de mi padre. Mi corazón late con fuerza en mis oídos mientras mi mente intenta prepararse para lo peor. Callum, a mi lado, permanece en calma, pero su postura es tensa, lista para cualquier eventualidad. Aunque no dice nada, puedo notar el cambio en su semblante: serio y protector, como si su única misión en ese momento fuera asegurarse de que nada me sucediera.

Llego frente a la puerta y dudo por un segundo. El temor a lo que podría encontrar detrás me paraliza, pero antes de que pueda acobardarme, siento la mano de Callum en mi hombro. Es un toque ligero, pero firme, suficiente para recordarme que no estoy sola. Giro la cabeza hacia él, y nuestros ojos se encuentran. Asiente, su mirada llena de una seguridad que parece traspasar mi propia incertidumbre.

—Estoy aquí, Jones. —Su voz es baja, pero está cargada de convicción.

Asiento de vuelta, inhalo profundamente, y golpeo la puerta con fuerza. El sonido retumba en el pasillo, pero no hay respuesta. Golpeo de nuevo, esta vez con más impaciencia.

— ¡Papá! —grito, mi voz rompiendo el silencio del edificio.

Nada. La tensión aumenta, y puedo ver cómo Callum se pone más alerta, sus músculos tensándose bajo la tela de su chaqueta.

— Jones... —dice, su tono es de advertencia. Parece que está preparado para cualquier cosa.

Finalmente, escuchamos pasos pesados acercándose desde el interior del apartamento. La cerradura se mueve torpemente, y cuando la puerta se abre, el rostro desaliñado de mi padre aparece frente a nosotros. Tiene los ojos vidriosos, su ropa está sucia, y el fuerte olor a alcohol y sudor lo envuelve.

— ¿Qué demonios quieres? —gruñe, apenas capaz de mantener el equilibrio.

— Necesito que me devuelvas mi dinero —digo con firmeza, pero mi voz tiembla ligeramente al final. La presencia de Callum a mi lado me da el valor para continuar—. No puedes seguir robándome.

Mi padre me mira con una mezcla de confusión y resentimiento. Parece que está a punto de responder con algún insulto, pero entonces sus ojos se posan en Callum, quien lo observa con una expresión impenetrable, los brazos cruzados sobre el pecho, como si estuviera evaluando cada movimiento.

— ¿Y este quién es? —murmura mi padre, su mirada despectiva se fija en él.

— Un amigo. —Respondo, dando un paso adelante, desafiándolo—. Y está aquí para asegurarse de que me devuelvas lo que es mío.

Mi padre resopla, pero algo en la postura de Callum lo hace retroceder ligeramente. La tensión en el aire es palpable, y por un momento, temo que las cosas puedan salirse de control. Callum da un paso adelante, colocándose parcialmente entre mi padre y yo, sin apartar la mirada de él.

— Será mejor que escuches lo que te está diciendo —dice Callum, su tono bajo pero lleno de autoridad—. No queremos problemas, pero si sigues por este camino, te los vas a buscar.

Mi padre parpadea, sorprendido por la firmeza en la voz de Callum. Lo miro, esperando ver una chispa de comprensión, pero lo único que veo es confusión y cansancio. Después de lo que parecen horas de tensión, finalmente baja los hombros, derrotado.

— No tengo tu maldito dinero —farfulla, tambaleándose ligeramente—. Lo gasté... No hay nada que puedas hacer.

La ira burbujea dentro de mí, pero antes de que pueda decir algo, Callum coloca una mano en mi brazo, calmándome. Su mirada sigue fija en mi padre, fría y calculadora.

Jugada Ofensiva Donde viven las historias. Descúbrelo ahora