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Seokjin estaba dormido cuando sonó su móvil, inmediatamente despertándose. Como detective de antivicio podía escuchar su móvil sonando incluso en sueños.
Alcanzó ciegamente la mesilla de noche. Sus dedos rozaron la funda de plástico momentos antes de que golpeara el suelo.
Seokjin se inclinó en la cama estirando su cuerpo hacia la pequeña funda negra alcanzándolo... alcanzándolo.
—¡Ahhh! —con un fuerte estrépito se cayó al suelo de madera—. Quizá debería invertir en una alfombra. —Masculló a su gato que lo miraba con curiosidad desde debajo de la cama. Chimmy ronroneó y restregó su largo pelo contra la cara de Seokjin. Seokjin resopló por los pelos en su nariz, agarró el móvil mientras empezó a sonar de nuevo.
—Hola.
—Seokjin. —Una voz familiar dijo al teléfono—. Sehun me dejó.
—Bien.
Seokjin colgó y colocó su mejilla contra la fría madera mirando ociosamente debajo de la cama. Maldición había mucho polvo.
Tomó nota mental de contratar a una asistente para que viniera regularmente. Era un lujo pero no tenía mucho tiempo o energía para gastar su salario por lo que estaría bien asegurarse de que la suciedad no se comiera a su gato.
El teléfono volvió a sonar.
Una mirada al identificador de llamadas le dijo que era su amigo Jungkook de nuevo. ¿Qué coño quería Jungkook? Seokjin no era conocido por su empatía y de todas formas siempre odió a Sehun. Para su mente lógica era una gran solución para una mala relación. Seokjin suspiró y abrió su teléfono. Mientras estaba allí estirado pudo sentir las partículas del suelo presionar su piel. Definitivamente necesitaba una asistente.
—Sí.
—¡Me colgaste! —dijo Jungkook. Arrastraba las palabras lo que le decía a Seokjin que su amigo había estado definitivamente bebiendo.
El detective en él se puso en alerta.
—¿Dónde estás?
—En el club.
Incluso con los célebres talentos de detective de Seokjin eso no era información suficiente.
—¿En qué club?
— The Twisted Kim.
Seokjin soltó una maldición. The Twisted Kim era el mayor club de BDSM del noroeste. Jungkook no tomaba las mejores decisiones sobrio, Dios sabía lo que haría borracho en un club de bondage mientras estaba hundido en su miseria.
—Ten cuidado, no te metas en una situación que te supere con algúngran papi de cuero.—Advirtió Seokjin. Odiaba preguntar—. ¿Necesitas que vaya a buscarte?