11.

826 95 23
                                    

Ya habían transcurrido más de dos semanas desde que Ari y yo intentamos encontrar a Rodrigo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ya habían transcurrido más de dos semanas desde que Ari y yo intentamos encontrar a Rodrigo. íbamos todos los días sin falta al parque y visitábamos los lugares a los que él me había llevado, con la esperanza de poder verlo; sin embargo, no habíamos podido encontrarlo hasta la fecha, y yo ya estaba empezando a desesperarme.

Durante las tardes cuando volvíamos, Abril era quien solía levantarme el ánimo siempre. Ella se había convertido en un pilar para mí y estaba verdaderamente agradecido de que fuésemos amigos. Hemos convivido tanto en estos días y noches —porque sí, habíamos hecho algunas pijamadas, las cuales Juan también estuvo invitado, contando cosas sobre nosotros y planeando lo que haríamos una vez encontráramos a Rodrigo—, que ya podía considerarla mi otra mejor amiga. Encontrar a alguien así no es fácil. Juan tenía suerte.

Y hablando de él, todavía seguía molesto con nosotros, pero no tanto como lo estaba antes. Inclusive se había dignado en acompañarnos estos últimos días y cuando no lo hacía nos preguntaba qué tal nos había ido. Sé que todo esto es difícil para él —a pesar de que no era él el del problema—, porque éramos prácticamente hermanos y yo sabía que aparte de Ari era el único amigo que tenía, y no quería que me lastimara. 

También era difícil para mí. Muy, muy difícil. 

Una parte de mí quería hacerme creer que todo esto era lo mejor, porque Rodrigo me había engañado y se había burlado de mí a mis espaldas, pero la otra parte quería hallarlo y pedirle perdón por todo, abrazarlo y no volver a alejarlo de mí nunca. Ambas partes querían que dejara de sufrir, pero no estaba segura de cual camino tomar.

Todo era tan confuso.

Esa misma tarde, Juan y Abril me llevarían a cenar para "despejar mi mente", hoy habíamos ido al parque por la mañana y aunque yo quería regresar en la tarde, sabía que ellos tenían razón.

Suspiré por tercera vez cuando mi madre terminó de hablar con mis amigos, dándoles indicaciones —como si yo fuese algún niño pequeño— y diciéndoles que la llamaran en caso de que algo pasara. De cualquier forma, yo no pretendía dañarles la noche con mi tristeza, Abril no solo me guiaba a mí, sino también a Juan, quien aún no podía caminar del todo bien. 

O eso pensaba.

[•••]

—Verás que esto te hará bien, Iv —murmuró Juan, mientras el conductor nos llevaba hacia el restaurante al que Abril nos había invitado —al parecer sus padres también tenían un restaurante de comida mexicana aquí—.

Y también te gustará la comida. Es deliciosa —añadió Abril.

Aún no comparto la idea de esta cena toda pagada, pero ella tiene razón en eso.

—No empieces, Juan —le reprendió.

Sabes muy bien que no me gusta que pagues todo. Es injusto.

EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora