-Prologo:

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Fundiendo los sueños con la realidad, Viviendo en tierras de leyenda.
Bajando sus valles podrás encontrar un lugar perdido en tinieblas y al llegar podrás ver un anciano sentado en la tierra, si escuchas muy bien una historia te ha de contar.
En el comienzo de la realidad y al inicio de los tiempos, en un universo infinito y vacío, una chispa de luz dio vida a Cronos, el dios del tiempo.
Cronos se sentó en la oscuridad durante eones y finalmente, se aburrió de la soledad.
Entonces con una chispa de su poder, creó a tres entidades más y los llamó hijos. Los siglos pasaron y el hijo más joven de Cronos se dio cuenta de que podía crear vida sin ningún tipo de poder divino, así creó planetas y en ellos creó más vida, para él, insignificantes hormigas sin ninguna cualidad.
Viviendo su vida sin propósito, se dedicaba a crear planetas y destruirlos por diversión. Con el tiempo, notó que era un poco más poderoso que sus dos hermanos. Esto no tenía sentido para él, ya que su padre los había creado por igual.
Uno de los planetas que había creado y olvidado, evolucionó y lo veían como su deidad. La devoción de aquellas criaturas aumentaba de alguna manera sus poderes.
Los hermanos mayores comenzaron a percibir el aumento de poder de su hermano.
Al investigar, descubrieron lo que estaba haciendo para conseguirlo. Juntos, crearon planetas con vida que no contaban con ningún tipo de poder y se presentaron como sus deidades. Para así poder ser alabados por ellos.
Al tener una vasta colección de planetas, los hermanos se dieron cuenta de que necesitaban un lugar para vigilarlos a todos. Así crearon Divinia, Un lugar de ensueño, lleno de lagos cristalinos, ríos serpenteantes y jardines floridos que se extendían hasta el infinito. Los colores de las flores eran tan vibrantes que parecían estar encendidos, era un paraíso más allá de la imaginación. El aire estaba perfumado con la dulce fragancia de las flores, el sonido del agua corriendo era una música que acariciaba el oído. La luz del sol y luna siempre brillaba en Divinia, como si la luz nunca quisiera irse. Todo allí parecía estar imbuido de un poder divino.
Divinia sería el hogar de los dioses.
Sin embargo, uno de ellos temió que alguno de los planetas pudiera dejar de adorarlos. Para prevenir esto, crearon innumerables seres alados llamados ángeles, seres divinos y majestuosos, con un brillo celestial que parecía envolver su cuerpo en un manto de luz. Sus alas desplegadas a sus costados y su plumaje parecía estar echo de la seda más fina. Irradiaban una sensación de paz y serenidad. Sus rostros eran perfectamente simétricos, con rasgos delicados, que emanaban una belleza sobrenatural. Sus ojos, de un color celeste intenso, parecían reflejar el infinito y el cosmos en su interior y su piel, suave y tersa, tenía un matiz perlado, como si estuvieran bañadas en luz lunar.
En su presencia, se sentía una sensación de calidez que inundaba el alma. Eran seres de una belleza inigualable, que parecían estar hechos de la misma luz que irradiaba en Divinia.
Estos estarían a cargo de mantener la devoción de los planetas hacia los dioses.
Los tres hermanos, con sus poderes irguieron una fortificación, la construcción divina se alzaba en el centro de un lago cristalino, cuyas aguas reflejaban la luz del sol y hacían brillar los alrededores con un esplendor divino.
A su alrededor, se erguían majestuosas formaciones rocosas, coronadas por cascadas de agua pura y cristalina que caían hacia el vacío en un espectáculo impresionante. En el otro lado, se podía vislumbrar el borde de Divinia que se extendía hacia el horizonte. Un paisaje de inigualable belleza.
El castillo en sí era un monumento a la perfección divina, construido con materiales celestiales y sostenido por la más pura magia. Las torres se alzaban hacia el cielo y en la cima de cada una brillaba un farol celestial, que iluminaba el castillo durante la noche.
La entrada al majestuoso castillo era una obra de arte digna de los dioses, hecha de oro reluciente y adornada con piedras preciosas de todas las tonalidades del arcoíris. El puente de magia pura era el único acceso al castillo, y parecía flotar sobre el agua cristalina del lago como si fuera una extensión del cielo, desembocando en los exuberantes jardines de flores que rodeaban el lago.
Dentro del castillo, se encontraba un salón único, donde los planetas eran colocados y vigilados por los ángeles. era un salón majestuoso que parecía estar hecho de luz pura.
Cronos comenzó a tratar a sus hijos como esclavos debido a su superioridad en poder comparado a los tres juntos.
Sediento de poder, se dio cuenta de su propósito de gobernar y ordenó a sus hijos que crearan más ángeles para trabajar bajo su mando en Divinia.
Los hermanos confiaban en que la devoción de la gente de sus planetas algún día les daría el poder suficiente para salir del yugo de su padre.
Cronos eventualmente descubrió sus intenciones y atacó con una legión de ángeles. Pero los tres hijos, con sus nuevos poderes, derrotaron al ejército de Cronos sin problemas. Cuando sólo quedaba él, tristemente se dieron cuenta de que el poder de su padre era aún más abrumador, al no poder sostener la batalla en contra de su progenitor divino.
Agotados, mal trechos y heridos, en un acto de desesperación, se abalanzaron en una épica batalla entre padre e hijos.
Utilizando el poco poder mágico y divino que les quedaba sellaron el cuerpo y espíritu de su padre en una reliquia que siempre portaba el hermano de en medio, para evitar que los destruyera.
Ahora sin Cronos en el camino, comenzó una nueva era en Divinia.
Durante siglos los tres hermanos disfrutaron de la paz en su fortaleza divina, pero un día, mientras paseaban por los jardines colgantes de su castillo y el majestuoso sol de Divinia iluminaba sus rostros, se encontraban charlando despreocupadamente. Algo llamó su atención, despertando su curiosidad. Un planeta misterioso, desolado y aparentemente sin vida, creado por su padre. Los hermanos se dieron cuenta rápidamente de la amenaza que este planeta representaba y decidieron hacer lo que fuera necesario para destruirlo. Sin embargo, a pesar de sus intentos, fracasaron debido a la magia y el poder de Cronos en él.
Innumerables ciclos de sol transcurrieron y el hermano mayor comenzó a alejarse de sus dos hermanos, consumido por la impotencia de no poder destruir el planeta de su padre. Además, no toleraba que las legiones de ángeles ahora con tiempos de paz se comportarán como iguales, en su propia tierra divina, la que él había creado con sus propias manos. La arrogancia y el ego del hermano mayor eran crecientes, con cada ciclo de sol que pasaba.
La inquietante actitud del primogénito era palpable y emanaba una arrogancia sin igual. En su mente, la semilla de la ambición germinaba día a día, hasta que finalmente decidió que no había nada más importante que su propio poder. Con inteligencia y sagacidad, encontró la manera de aprovechar el planeta que su padre había creado. Dio vida a una nueva raza, los Ariles, una raza de seres humanoides de gran belleza y porte. Su piel era pálida, como la nieve recién caída, y sus ojos, de un rojo intenso que parece arder con la llama de la pasión divina que los mueve. Su cabello, en cambio, es oscuro como la noche y a menudo lo llevan recogido en intrincadas trenzas y moños.
Poseían una inteligencia formidable y una habilidad innata para el aprendizaje rápido y la adaptación a cualquier situación. Sin embargo, su mayor virtud es su devoción absoluta a su dios, que los guía en todo momento y les da la fuerza necesaria para enfrentar cualquier desafío.
Estos prosperaron rápidamente gracias a su gran inteligencia. Debido a sus convicciones teístas, comenzaron a adorar obsesivamente al hermano mayor.
El planeta de su padre, al que llamó tierra, irradiaba una energía excelsa, parecía estar imbuido de un poder divino que era abrumador, esto combinado con la adoración latente de los Ariles, aumentó exponencialmente sus poderes.
La lucha por el control de Divinia había comenzado una vez más. Las legiones de ángeles se dividieron en tres bandos, cada uno liderado por uno de los hermanos. Los dos hermanos menores se unieron para enfrentar al mayor, quien, ebrio de poder, se dio cuenta de que él y sus legiones no podrían vencerlos. Entonces, utilizó su nuevo poder para crear ocho guerreros aún más poderosos que los ángeles, los llamó Arcángeles, seres majestuosos con una presencia imponente, portando cuatro pares de alas que parecían relucir en la luz divina. Sus ojos dorados eran penetrantes y en ellos se reflejaba una sabiduría ancestral. Cada uno de ellos tenía rasgos distintivos que los hacían únicos y habilidades de combate específicas que los convertían en una fuerza temible. Cuando se unían en combate, se movían con una gracia y coordinación asombrosas, capaces de derrotar a enemigos que parecían invencibles. Su fuerza sobrepasaba por mucho a la de los Ángeles, acercándose al poder divino de los mismos dioses. Planteando una nueva amenaza en la lucha por el control de Divinia.
Con su legión de ángeles y comandantes arcángeles a su lado, el hermano mayor arremetió contra ellos en una guerra sangrienta. Aquellos leales a sus hermanos fueron eliminados, dejándolos sin defensas. Al intentar acabar con ellos Descubrió que solo su creador podía extinguir su vida, pero esto no lo detendría.
Sellaría sus espíritus como lo hicieron con su padre. El mediano, antes de que él pudiera hacer algo, logró usar la magia del amuleto que contenía la esencia de su padre para destruir a los Ariles y disminuir considerablemente su poder, al mismo tiempo lanzo una maldición, jurando que este solo sería capaz de crear una forma de vida más. Sin embargo, esto no impidió que su espíritu fuera sellado en los mares del planeta, donde antes habitaban los Ariles ahora extintos.
El destino del menor fue cruel. Fue enviado al inframundo, donde su espíritu fue sellado junto a las almas de las criaturas que habían perecido. Allí, sería el guía eterno de los fallecidos.
El rey Dios proclamado así por sus seguidores, controlaba totalmente Divinia con su ejército. La brutal batalla había dejado casi toda la colección de planetas destruida y la maldición había limitado sus poderes. Hizo su voluntad y comenzó un orden que duró incontables siglos, pero a pesar del progreso en Divinia, el régimen militar era cruel y despiadado. Los comandantes y el rey eran los más privilegiados, teniendo el poder para someter a cualquier ángel que no estuviera de acuerdo con ellos.
Desesperado por recuperar sus poderes después de tantos años, el rey Dios se dirigió al salón donde descansaban los pocos planetas que aún tenía, incluido el creado por su padre. Tomó una parte de su poco poder mágico restante y creó la última vida que la maldición le permitía. Creó seres a su imagen y semejanza, dotados de gran inteligencia y una pizca de poder mágico, pero estas criaturas no podían usarlo a voluntad. Solo podían aprender a realizar pocos hechizos y les fue otorgado un jardín donde nunca les faltaría alimento, bebida o protección, con la finalidad de que sus rezos y adoración hacia él fueran más fuertes y constantes, para así recuperar su fuerza. A estos seres los llamó humanos.
Su plan dio frutos y sentía cómo su poder rápidamente comenzaba a restablecerse.
Uno de los comandantes, el más poderoso, quien en su nacimiento había recibido una pizca de bondad en su corazón y espíritu, solía pasar su tiempo en el Salón de los Planetas. Allí, observaba a los humanos con especial atención, él meditaba sobre su desagrado con la manera cruel en la que el Rey Dios trataba a sus creaciones, nunca había dicho ni hecho nada al respecto, creyendo que era lo correcto.
Sin embargo, el comandante comenzó a ver algo especial en los humanos, vio gracia en ellos. Notó que su único propósito en la vida era adorar a su creador y eso movió algo en lo profundo de su interior. Decidió poner fin a la injusticia y al maltrato del rey hacia todas sus creaciones. Así, lanzó una semilla de conocimiento a los humanos para retirar el velo de sus mentes y así pudieran hacer algo más de sus vidas
Otra idea invadió su mente, que quizás era posible derrotar al rey Dios. Tomó la decisión de comenzar a organizar una revolución en contra de su cruel creador.
Había conseguido reunir a un ejército de ángeles dispuestos a seguirlo en su misión; estos lo llamaban "Lucifer, conocido como el portador de luz" ya que creía en un reinado utópico para todas las creaturas, y no estaba dispuesto a seguir viendo cómo el rey trataba a sus hijos con crueldad e injusticia.
Sin embargo, sus intentos de persuadir a sus hermanos arcángeles fracasaron, fue sometido y capturado. Mal herido lo llevaron Frente al rey Dios en el salón de los planetas, Lucifer intentó defender sus acciones, pero el rey estaba enfurecido. Notó que la semilla de conocimiento que Lucifer había plantado en los humanos había distraído su adoración, y su poder había disminuido como resultado.
En su ira, el rey decidió castigar a Lucifer utilizando lo poco que le quedaba de magia. Fracturó su cuerpo, alma y espíritu en siete fragmentos, enviándolos a la Tierra junto a todos aquellos que se atrevieron a seguirlo. Sin embargo, su venganza tendría que esperar, ya que su poder se había agotado en el castigo.
A partir de ese momento, los fragmentos de Lucifer se dispersaron por la Tierra, buscando reunirse y recuperar su antiguo poder, mientras que el rey Dios aguardaba pacientemente su oportunidad de acabar con él de una vez por todas.
O al menos eso dice la leyenda.

LA LEYENDA DE LOS GUERREROS: EL ORIGEN DE LA MAGIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora