04: Noticias inesperadas y secretas.

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Alida

— Estas saliendo un poco antes —señaló el entrenador Davi.

Asentí y él volvió a lanzar un balón. Clara lo recibió y observé la trayectoria que tomó hasta Isabella, esperé a que el balón dejara sus manos para saber cuándo iniciar la secuencia.

La hice rápida, con solo dos pasos. Derecho firme y explosivo y el paso izquierdo con impulso. Le pegué al balón con mi brazo en su punto más alto, paso al otro lado, rozando la red.

— ¿La quieres más alta? —inquirió Isabella.

La verdad aún no me acostumbraba a pedir una colocación, pero si sabía cómo se me hacían más cómodas. Altas, no tan pegadas a la red y un poco más allá de la antena, cuando estaba en zona de ataque; y altas cuando estaba en zaguero, donde mayormente tendría que pegar de ahora en adelante.

— Eres mi opuesto, estás en todo el derecho de decirme como la quieres según en qué zona estás—agregó Isabella.

— Quiero intentar una corta en zona seis, una rápida —le dije y ella asintió.

El entrenador estuvo de acuerdo, así que Clara se movió a zona uno para recibir. El balón fue hacia Isabella y cuando este estaba entre sus manos, yo ya había empezado la carrera y en el momento que salté, antes de la línea, el balón ya estaba en lo alto y a tiempo para yo pegarle. Pasó la red y sonreí ampliamente, que los remates pasaran al otro lado desde zaguero me enorgullecía, era algo que jamás pensé hacer desde que me habían asignado la posición de libero.

Di unos pequeños brincos de emoción e Isabella chocó sus palmas con las mías.

Tras algunas puestas más, tocaban ejercicios de bloqueos. La verdad, no eran de mis favoritos, pero debía aprender a cómo bloquear efectivamente.

Mi salto era considerablemente bueno, desde que había empezado a ir al gimnasio el año pasado, había estado haciendo ejercicios para saltos sin saberlo; solo seguía las indicaciones de Malcolm y al parecer él sabía lo que estaba haciendo.

Estuvimos haciendo ejercicios de bloqueos por al menos veinte minutos, de diferente formas y técnicas; a veces solamente yo saltaba, o Karina me acompañaba, o también que yo tenía que correr al otro extremo para hacer un bloqueo de tres personas.

Cuando esos ejercicios empezaron a complementarse con balón, se me era casi imposible meter algún brazo o tirarme cuando la pelota rozaba el bloqueo para elevarla, a pesar de que sabía que había una libero y otras dos personas más cubriéndonos. Pero, estaba tan acostumbrada a cubrir que a ser cubierta.

— Perdón, perdón —dije rápidamente y Clara se puso de pie.

— Está bien, entiendo que quieras salvar todo balón que se desvía —me dijo tras haber soltado un suspiro de cansancio y se pasó algunos mechones despeinados atrás de sus orejas.

Le sonreí apenas y Davi volvió a silbar para que el ejercicio siguiera. Esta vez su remate pasó en medio del bloqueo y como yo me había perfilado para cubrirlo, el balón impacto en mis antebrazos, Isabella se apresuró a posicionarse por debajo de él para armar hacia el otro zaguero.

El ejercicio siguió, más de una vez el impacto de los remates me pegaba solamente a mí. Mis dedos empezaban a dolerle, al igual que mis piernas y brazos al hacer tanto esfuerzo sin parar.

Finalizamos con una última jugada donde Isabella me armó estando ambas de extremo a extremo. Caí con las puntas de mis pies y flexioné las rodillas para amortiguar el golpe, hice una leve mueca al sentir un ligero dolor en la izquierda.

Casualidad por roboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora