12: El As bajo la manga.

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Alida

Extrañaba tanto que quien estuviera peinándome antes de un partido fuera Elliot. Ya me había acostumbrado un poco a qué Isabella lo hiciera, pero Elliot siempre ha sabido como peinarme.

Antes de irnos a cambiar y prepararnos para el calentamiento, Elliot y Dafne llegaron antes al gimnasio junto a mis padres y mis hermanos.

— A decir verdad, que tu flequillo ahora esté largo te hace ver mejor las trenzas —comentó Elliot sin soltar mi cabello.

Sonreí de labios cerrados y seguí jugando un poco con el cabello de Harry, como estaba sentada en el suelo, él llegó a sentarse en medio de mis piernas para tener mi atención.

— Ali —me llamó Alec y por inercia giré un poco mi cabeza, Elliot no tardó en regañarme por haberme movido—. ¿El doctor que los trata a ustedes ha venido?

— No, pero Marcelo me mandó a hacerme un chequeo rápido con el doctor de aquí —respondí.

— ¿Y qué te dijo? —inquirió Daniel. Ambos se acuclillaron cerca de mí y con solo ver la mirada de uno de ellos supe que tenía que dejar que vieran mi rodilla.

Solté un suspiro, flexioné un poco mi pierna para bajarme la rodillera y ellos la observaron.

— No tengo inflamación, me aplico esa crema que Hall me recomendó que es la misma que el doctor de Brasil me dio y procuro calentar muy bien antes de jugar o entrenar —les informé, ellos me escuchaban atentamente a pesar de que ya sabían eso porque de vez en cuando se los hacía saber por llamada.

Alec abrió la boca para decir algo, pero me apresuré a hablar.

— Si, me pongo esta rodillera al jugar —dije con un poco de seriedad.

Ambos soltaron un suspiro de alivio y asintieron con la cabeza al mismo tiempo. Harry los miró con diversión.

Sentí una pequeña palmada en mi cabeza, la señal de que Elliot ya había acabado de peinarme y me enderecé. Levanté a Harry sujetándolo de las axilas y él se paró.

— Debo cambiarme —hablé y Daniel me tendió sus dos manos para ayudarme a ponerme de pie—. No se preocupen por mí, Marcelo se ha tomado en serio lo de cuidarme por la lesión —agregué un poco desalentada y con una última pequeña sonrisa tomé mi maletín para irme a los baños.

No sabía cómo sentirme respecto a todo esto. No sabía cómo mi familia iba a reaccionar al ver que yo no jugaría, seguramente al principio se emocionarían al verme calentar con el equipo, pero no sabía que iban a pensar al ver que no era parte del cuadro titular.

Me aseguraría que vieran mis mejorías en el calentamiento. Marcelo nos decía que debíamos ver como el otro equipo calentaba, así sabríamos si serían buenos oponentes, por eso él siempre procuraba que entráramos activas y fuertes desde el primer momento que pisáramos la cancha con nuestros uniformes puestos.

Cuando entré al baño algunas ya estaban preparándose para salir. Dejé mi maletín en una banca y primero me quité los zapatos, saqué los Asics y demás cosas como las rodilleras y mangas.

— No sabía que tu familia era tan grande —comentó Clara en la banca de al lado, estaba atándose las cintas de sus zapatos.

— También es la familia de Sebastián y de la de mi mejor amigo, somo como una sola —dije con una media sonrisa y me quité los zapatos al sentarme.

— ¿El pelirrojo es tu mejor amigo? —inquirió y yo asentí—. Parecen... muy cercanos.

Solté un pequeño suspiro y empecé a ponerme las rodilleras.

Casualidad por roboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora