33: Un nuevo método efectivo.

3.1K 417 41
                                    

Sebastián

Ya eran dos semanas desde que empezaron las vacaciones y desde que habíamos empezado a entrenar como seleccionados.

Alida había estado esforzándose en salir y disfrutar con nosotros. Ella terminaba agotada en cada salida, ya sea porque cada vez regresaba con un short o pantalón diferente o porque estaba teniendo cambios de humor que la hacían enojar, llorar o estar eufórica.

Todos de algún modo la comprendían y yo estaba agradecido con ello.

A pesar de tener hemorragias y dolores, Alida seguía yendo a entrenar, pero Marcelo me avisó que estaba siendo suave para que no le afectara tanto. Y nuevamente me sentí agradecido con él.

Y por mi lado, los entrenos de la selección eran grandiosos. Eran similares a los que hacíamos con Marcelo, pero lo que más me estaba gustando era que no solamente el armador debía planear las jugadas, siempre debíamos tener una segunda y tercera opción de jugada si no se daba la primera ya sea porque X o Y motivo.

Con Colin, habíamos estado reforzando nuestras jugadas. Los entrenadores entendían que nosotros dos juntos éramos una potencia para el equipo. Y la verdad, no sabía si ellos estaban adaptándose a nosotros o nosotros nos estábamos adaptando a ellos, creo que era un punto medio, donde ambas partes buscaban un equilibrio de adaptación.

Después de haberme dado una ducha tras haber llegado del entrenamiento, fui a la casa de las chicas. Isabella ya no hacía nada por evitar mi presencia ahí y por lo que sabía, Karina me contó; era porque Alida le reclamó a Isabella.

Me encontré a mi novia comiendo directamente del bote de helado con una cuchara. Estaba sentada en un taburete de la isla de la cocina y parecía feliz de estar comiendo ese helado.

Me acerqué a ella y pegué mi pecho a su espalda, rodeándola con mis brazos y dejando un beso en su coronilla.

—¿Cómo te fue en el entreno? —se giró junto al taburete para estar frente a mi, estaba sonriendo ampliamente y eso también me hizo sonreír.

Me gustaba verla sonreír, aunque estuviera despeinada, sin maquillaje y con ropa desordenada. Ella siempre se veía preciosa.

—Ahora fue más enfocado en la cobertura de bloqueos —respondí, sin despegar mis manos de su cintura para tenerla cerca—. ¿Cómo ha ido tu día? —inquirí, aunque a juzgar por su aspecto, sabía la respuesta.

—Desayuné wafles con frutas y yogurt, también me tomé un licuado de leche con fresas, después volví a dormirme, me desperté para almorzar un pescado entero que Jazmín trajo, estaba muy rico, hablé un rato con mis papás y acompañé a Clara y a Karina a hacer las compras, aproveché a comprar este galón de chocomenta y otras cosas que se me antojaron, ah sí, te traje uno de galletas para que no te sientas mal. Venimos y empezamos a planear qué haríamos más tarde, ¿te apetece ir a la playa, Roberto? Estrenaré un traje de baño que Sophie me regaló. Después me dormí un rato, se me antojó el helado y ahora estoy aquí —explicó con rapidez y euforia, no dejó de sonreír en ningún momento y al terminar se llevó una cucharada de helado a la boca.

—Me quedé en que estrenaras un traje de baño, ¿puedo verlo antes? ¿O como es? ¿Estarás segura de usarlo? —hablé con curiosidad e interés y eso la hizo carcajear.

—De todo lo que te hablé, ¿solo eso se te quedó? —fingió molestia y siguió comiendo del helado.

Me encogí de hombros.

—Si te escuché, pero mi imaginación voló con eso del traje de baño —respondí sin filtro alguno y Ali volvió a reírse.

Solté una risa nasal y me incliné para besar fugazmente sus labios, dejándome un poco de helado en los míos.

Casualidad por roboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora