doce: inteligencia cruel 👠

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JOSEPH

Sí, por fin volvía a estar reunido con el amor de mi vida, nada me hacía más feliz.

Saber que ella había tomado venganza y que iba a proseguir haciéndola me contentaba un poco, pues ahora sabía que aquellos idiotas tendrían una marca permanente en forma de cicatriz para recordar cada mañana el terrible acto que habían hecho.

-No sabes lo feliz que me pone volverte a ver.-Le dije desde el corazón.

-Mis ojos ansiaban tu presencia.-Juntamos nuestras frentes con delicadeza.

-Mi amor...-Susurré y ella me miró.
-Te deseo.-La comencé a besar.

-¿Cuánto me deseas?-Habló con una sonrisa pícara ella.

-Te necesito más que al oxígeno, amor.-Dije agarrándole la cara con suavidad.

-Entonces respírame a mí.-Habló mientras nuestros labios se rozaban con cautela.

La desvestí tan deprisa como pude dejándole en ropa interior y la llené de besos por todo su cuerpo. Su pintalabios granate dejaba rastro allá por donde pasaba y su perfume de peonía inundaba mis fosas nasales. 

-Quiero que tomes el control, que me vuelvas a hacer tuya, como en los viejos tiempos.-Jadeó susurrando.

-Como pidas, muñeca.-Sonreí.

La acorralé contra la pared y bajé sus finas bragas hasta las rodillas. Pasé mi dedo índice por sus pliegues y pegué mi erecto miembro cerca de sus desvestidas partes.

-Esto es lo que querías conseguir, ¿No, cariño?-Rocé mi longitud aún cubierta con sus partes inferiores y ella agarró aire.
-Respóndeme, belleza.-Ordené con una media sonrisa.

-Sí, mi amor.-Susurró ella.

Eso me hizo volverme loco, ella sabía provocar mi locura; sabía que tono de voz usar, sabía que posiciones hacer, sabía que movimientos utilizar y sabía las expresiones que debía poner para dejarme demente.

Ella era la perfección absoluta.

Sus manos se posicionaron en la cremallera del mono beige que vestía y comenzó a bajarla. Sus dedos bajaban el pequeño zip y su dedo índice pasaba por mi pecho muy delicadamente.

-Soy tuya.

Susurró ella una vez bajó todo mi traje dejándome en bóxers y calcetines.

-Claro que lo eres.

Mordí su labio y me moví estratégicamente y con rapidez para ponerla cara a la pared. Me saqué el bóxer dejándome solamente en calcetines y agarré sus manos con fuerza para que no se pudiera mover.

Metí mi miembro en su cavidad vaginal y empecé con las grandes embestidas que tanto le gustaban a ella. Lo único que se escuchaba en toda aquella sala eran nuestras pieles chocando entre sí.

-Black, ¿Te estás haciendo una...?-El estúpido de Zach se entrometió.

Vinyl me miró con confusión porque me habían llamado por su apellido y yo le tapé la boca para que no hiciera ningún ruido.

-Zach, déjame acabar, ¿Quieres?-Me reí en silencio.

Aquellos idiotas tan solos como merecían y yo pasándomelo en grande con el amor de mi vida.

Le di con más fuerza que nunca a mi chica y cerré los ojos fuertemente para acabar. Ella no tardó mucho más y también llegó casi al momento.

La agarré por sus pechos y ella tumbó su cabeza en mi hombro con cansancio.

-Te amo.-Susurré en su oído.

-Y yo, cariño.-Dijo con los ojos cerrados.

Nos tumbamos en mi cama y allí nos quedamos un rato mirándonos.

-¿Por qué te han llamado Black?-Preguntó ella.

-Verás, ¿Recuerdas cuando te dije que Briony me había dicho que habías fallecido?-Ella asintió levemente.
-Pues yo me puse tu apellido para sentir que estaba casado contigo, mi amor.

-Cariño, no nos hace falta ni un apellido ni un anillo para saber que estamos casados desde que venimos al mundo. El destino nos eligió.-Acarició mi barba

-Tienes razón, pero no me digas que no suena bien "Joseph Black".-Levanté mis cejas y los dos reímos.

* * *

Vinyl se tuvo que ir antes de lo que me hubiera gustado, pues me contó que ahora trabajaba aquí y que ahora tenía que cocinar y limpiar en la Planta A.

El día pasó y la hora de la comida llegó. Comí tranquilamente mientras mis compañeros estaban aterrados de que volviera mi amada a torturarlos.

¿No que ellos le hicieron lo mismo a ella?
Que se jodan.

La puerta se abrió cuando yo justamente acabé de comer y sus afilados tacones se escucharon.

-Buenos días.-Su femenina y poderosa voz se escuchó, amaba escucharla.
-¿Sabéis? Hoy os vengo a enseñar cultura.-Sus pasos se escuchaban rodear toda la sala.
-Existe una tradición judía llamada Brit Milá. Esta consiste en hacer una circuncisión en la parte del prepucio de un bebé después de ocho días de nacido.-Explicó tranquilamente. Esto se iba a poner feo.
-La diferencia aquí es que vosotros no sois unos bebés y que tenéis más de ocho días de nacidos.-Puedo jurar que estaba sonriendo, lo sabía con tan solo escuchar su voz.

Yo conocía a Vinyl, había conocido su parte más dulce y más amorosa. Pero también había que recordar la parte que más dominaba en ella, su inteligencia cruel.

Comenzaron a escucharse gritos por todas las celdas de nuevo. Supongo que esto pasaría cada día hasta que mi amada se aburriese, o sea nunca.

NO, OTRA VEZ NO!"

"¡POR FAVOR, NO LO HAGAS!"

"¡SUÉLTAME!"

Se escuchaba por toda la sala. Pero lo que más se repetía...

"¡TEN PIEDAD!"

¿Qué a caso ellos la habían tenido con ella?
No, no la tuvieron. Ni con ella ni con mi hija.

Los gritos de dolor cesaron poco a poco y se dejaron de escuchar tan fuertes. Tal vez se escuchaban algunos quejidos, pero no molestaban demasiado como los otros.

Antes de escuchar pasos yéndose hacia la puerta de salida una nota pasó por donde solían darme la comida.

Nos vemos mañana, amor.

Te quiere,
Tu Misteriosa Dama De Cabello Cobrizo
💋

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Muchos besos💋

La Misteriosa Dama De Cabello Cobrizo | Joseph QuinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora