La Misteriosa Dama De Cabello Cobrizo | Joseph Quinn

seis: calas y lirios

JOSEPH

Ya había pasado un mes de estar en este pésimo lugar, o tal vez más, había perdido la cuenta porque todos los días eran igual de terribles para mí.

Me preparé para ir a trabajar; me lavé los dientes, me vestí con mi mono beige y fui a la cafetería a desayunar.

-Buenos días, Doris.-Saludé a la cocinera, ella era la persona más amable de todo este sitio.

-Buenos días.-Agarró su grande cucharón y puso un tipo de crema de huevo en mi bol metálico.

-Oh, no quiero tanto.-Exclamé, pues la comida aquí no era muy buena y si no te lo comías todo te obligaban a hacerlo, querían que todos comiéramos bastante para trabajar más "duro" según ellos.

-Debes comer más, mírate, estás muy desnutrido.-Insistió la anciana.

La verdad es que ella tenía razón, mi aspecto físico se veía más decaído y la esencia de aquel misterioso señor Jota ya era inexistente. Pero tampoco podía exigirme mucho, el físico refleja tu estado mental, ¿Cómo voy a estar como antes si ya no es todo como antes? No iba a cuidarme si no había motivo para ello. Si yo me levantaba, me vestía y me cuidaba era por mi chica, mi Vinyl.

A ella era a la única a la que quería contentar, pero ella ya no estaba.

-Doris, de verdad que no tengo hambre.

-De acuerdo, no soy tu madre para obligarte.

La mujer quitó bastante cantidad a mi plato.

-¿Así mejor?-Me miró con desaprobación y con una mano en la cintura.

-Sí.

Me fui a sentar con Ace, el único compañero que me caía medio bien aquí.

-Esto está asqueroso.-Se quejó el hombre con cara de asco.

-Tampoco es que podamos esperar mucho de la comida de aquí.-Dije cabizbajo mientras comía sin ganas.

-Prefiero morirme de hambre que alimentarme de esto.

-Pues esto es el desayuno, imagínate como estará la comida.

-Eh, ¿Y has escuchado lo que ha pasado en la cantera?

-No, pero no es que me importe.

-Pues debería, porque hoy trabajamos en ella, nos han cambiado los turnos otra vez.

Odiaba trabajar en la cantera, era el peor sitio de trabajo.

-Mierda, ¿Y qué ha pasado?-Le pregunté levantando un poco mi mirada hacia él.

-Pues...-El chico fui interrumpido por el timbre que nos indicaba que nos tocaba ir ya a trabajar.
-Ahora te lo cuento, vamos.

Nos levantamos y fuimos a donde nos asignaron, teníamos algunos compañeros nuevos. Lo primero que vi al llegar, fue una enorme mancha rojiza en el suelo, no tardé en enterarme de que no era pintura.

-¿Qué ha pasado?-Le pregunté exaltado a Ace.

-Eso quería contarte, un preso ha matado a otro pegándole en la cabeza con una piedra. Quería avisarte porque quien lo ha hecho no ha sido castigado y es parte de los nuevos compañeros que tenemos, así que vigila.-Puso una mano en mi hombro.

-¿Y esto qué? ¿No lo va a limpiar nadie?-Habló molesto un hombre que trabajaba con nosotros.

-Eh, capullo, cálmate, mañana vendrán las chicas de la limpieza, hoy no están, solo tenemos a la cocinera.-Dijo un guardia de Dominick que estaba vigilando la zona.

-¿Y labios bonitos qué?-Otro compañero preguntó al guardaespaldas de Briony.

-Ella es de la Zona A y vosotros de la B, imbéciles, ya lo sabéis.-Se molestó el vigilante.

-Hombre, guardia, entiende que queremos alegrar nuestras vistas.-Otro miembro de la cantera se acercó con una sonrisa tonta al guarda y este le empujó.

-¡A callar y a trabajar, vamos!-Ordenó apuntando con su rifle y todos le hicimos caso.

No sabía a quién se referían con este apodo tan idiota, así que le pregunté a mi compañero de quién se trataba.

-Ace, ¿Quién es la tal "labios bonitos"?-Supuse que era una mujer por como habían hablado de ella.

-Oh, es la mujer de la limpieza y cocinera de la Zona A.

-¿Y por qué causa tanto furor?

-No lo sé, nunca la he visto, pero dicen que es hermosa y que tiene unos labios preciosos, de ahí su mote. Pero también es verdad que todos piensan que es la zorrita de Dominick, pues se rumorea que se les ve muy juntos.

-Todos son unos babosos de mierda.-Solté con rabia sin ninguna razón, bueno, sí la tenía.

Todavía llevaba la furia de que por la culpa de unos salvajes que no se supieron contener las vidas de mi hija y mi mujer fueron arrebatadas. No tan solo fue un abuso sexual, no, también fue un abuso de poder. Se aprovecharon de que que una sola mujer embarazada no podía hacer nada contra unos seis fornidos hombres llenos de repulsiva testosterona. La agredieron con agresividad, la golpearon, no solo se saciaron de placer, no, también pudieron desquitarse con ella, como si fuera un saco de boxeo o una muñeca hinchable con objetivos sexuales. Eso no era mi Vinyl, ella era una luchadora y jamás se mereció aquel acto tan deshumanizado, así que les iba a demostrar a aquellos idiotas silvestres que mi chica no era débil, Vinyl se iba a vengar.

-Bueno, Joseph, piensa que algunos no han visto a una mujer en años.-Ace intentó excusarlos.

-Y es mejor que no lo hagan, las destruyen tan solo con miradas.

-Oh, no me jodas, Joseph, ¿No te gustaría tener a una mujer ahora mismo a tu lado?

-No, solo hay una mujer en este mundo a la que necesito y ella ya no se encuentra aquí.-Hablé con rabia.

-Lo lamento, de verdad, pero algún día deberás superar su ida, amigo.

Mi mirada fue tan odiosa que hasta Ace se asustó un poco, ¿Cómo se atrevía a decir aquella mentira? Jamás superaré a Vinyl, jamás, lo que él insinuaba era una barbaridad.

Tuve ganas de irme con prisas a mi celda para chillar el chillido más frustrante jamás emitido, pero no podía porque estaba encerrado en aquella maldita cantera, por lo que simplemente decidí separarme de Ace para no aumentar mi cabreo e irme a otra parte de aquel sitio de trabajo.

-Joseph, perdón, no sabía que te sentaría tan mal mi comentario, no era mi intención.-Me persiguió con culpa.

-Ace, ahora no, vete.

-¡Pero si tampoco te he hecho nada grave!

-¡Que me dejes!

-¡Exagerado, ni que yo tuviera la culpa de la muerte de tu mujer!

No, mis oídos no querían admitir que habían escuchado aquello, pero lo habían hecho y mi sangre ya no estaba en su común temperatura.
Me giré brutalmente para verle a los ojos, él mantenía una expresión chulesca, cosa que me dio aún más rabia. En un acto casi automático mi brazo se levantó y mi mano se abrió como nunca.

Un fuerte estruendo se escuchó, el cuerpo de Ace permanecía en el suelo y su cabeza estaba sobre una afilada piedra bañada de un gran charco de sangre.

¿Qué había hecho?

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El Josefo se nos pone loquito...👀

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