cuatro: la noche en la que nos conocimos

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JOSEPH

No miento si digo que mi vida ya no tenía sentido alguno, no sin el amor de mi vida a mi lado. No me quedaban lágrimas por soltar ni voz para gritar con desespero. Mi Vinyl, mi preciosa Vinyl ya no vivía, sus latidos del corazón ya no latían y en consecuencia a eso los míos tampoco lo hacían. Estaba roto.

Ya no iba a tener a una familia feliz. Aradia ya no estaba, mi mujer tampoco... Esto no era vida, era infierno. Mi dulce amor no merecía morir, y menos por esa causa, murió sufriendo y en agonía. Dominick me lo comunicó tan fríamente que le partí el labio al instante, no pude hacerle nada más porque sus guardias me detuvieron. Todavía recuerdo aquel último beso de hace una semana. Me parecía tan fuerte que en tan solo cuestión de días ya no tenía nada cuando lo tenía todo. Briony iba a sufrir, no sé cómo pero lo iba a hacer.

No voy a mentir, pensé en hacer lo peor durante estos días, el estar encerrado en una celda durante veinticuatro horas te da para pensar muchas cosas. Pero no iba a dejarlo pasar tan fácilmente. Si yo me hacía daño le estaba dando la victoria a Dominick y tan solo sería un cuerpo más para incinerar en su fría cárcel, mientras que si luchaba por mantenerme en pie y conseguir vengarme podría saborear un poco mejor la vida, aunque una cosa tenía clara, jamás iba a tener el mismo sabor agridulce de cuando veía el abultado abdomen de mi hermosa Vinyl mientras me hacía sus riquísimos flanes de huevo casero, pero yo ya no podía volver a eso.

Si hubiera una máquina para volver al pasado tengo claro que volvería, pero no a hace unos días cuando éramos felices, no, volvería a la noche en la que nos conocimos, cuando yo no buscaba al amor y ella me obligó a encontrarlo. No me acercaría a ella si la viera, solamente la observaría brillar como la estrella que era y es. La iría a ver cada noche cuando actuase y no faltaría a ningún espectáculo, y menos que al de Hot As Hell, ese le salía perfectamente. Yo sería su mayor admirador y el aplauso más audible, pero ella apenas me miraría y simplemente seguiría con su vida sana y salva. Llegaría a su casa con su Lucifer y lo mimaría para después verse uno de esos programas tan idiotas que tanto odiaba pero a la vez le gustaba reírse de la gente que salía en ellos. Tal vez tendría encuentros con su difunto amigo Roko y se lo pasaría bien, o encontraría el amor en otra persona que no le hiciese daño...

Todo lirio que está cerca de mí acaba marchitándose.

-Buenos días.-Entró sin previo aviso Briony.
-De acuerdo, no hace falta que respondas.-Se sentó en mi cama.
-Hoy comenzarás con tus trabajos, agradéceme que no te tenga todo el día encerrado aquí.

-¡¿También te agradezco que por tu puta culpa no me queda nada, pedazo de patán?!-Levanté mi mano para darle un bofetón, pero él tuvo el morro de agarrarla de la muñeca.

-No te he dado permiso para que me toques, tampoco para que me hables.-Me miró desafiante pero a eso no me podía ganar.
-¡Guardias, llevároslo a la Zona B!-Ordenó y unos hombres corpulentos entraron a mi celda.

Me llevaron a una especie de sala con maquinaria, parecía una fábrica.

-¿Qué se supone que debo hacer aquí?-Dije enfadado.

-Verás, Briony Corp no se puede mantener solo, así que se ha expandido, lo que significa que tendrás que trabajar fabricando piezas de coches para nuestras nuevas invenciones automovilísticas sin recibir ningún sueldo monetario.

-Prácticamente voy a ser tu esclavo.-Lo miré mal.

-Mmm... Sí. Venga, es hora del trabajo.-Me empujó y se marchó.

Yo me quedé mirándolo todo bastante expectante, no entendía nada de aquel mundillo y menos fabricar partes de coches.

-¡Tú, Quinn, ven aquí!-Uno de los hombres de Dominick me llamó y yo me acerqué, no me quedaba de otra.

-Este es tu puesto, cada día te posicionarás aquí.-Me mandó y yo obedecí, odiaba obedecer órdenes de alguien.

-Tengo una duda.

-Adelante.

-¿Qué narices tengo que hacer?-Pregunté con obviedad, no me habían especificado nada.

Agh! No me pagan lo suficiente para esto, apáñatelas como sea.-Se largó molesto y yo me quedé mudo, ¿Alguien me podía decir qué tenía que hacer?

Al parecer el universo me escuchó y decidió mandarme a ese alguien.

-Hola... Em... Veo que necesitas ayuda.-Un hombre algo más bajo que yo y bastante delgado se acercó a mí.

-No te mentiré, sí la necesito.-Admití.

-Podría ayudarte.

-Me harías un favor.

-De acuerdo, ven.

El chico me enseñó amablemente lo que había que hacer, y aunque yo no entendí absolutamente nada, fue algo de buen gusto después de tantos disgustos que alguien me tratara de ayudar.

-A propósito, soy Ace Chambers.-Se presentó y nos estrechamos la mano.

-Joseph Black.

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Parte 2/2

Lloremos por Joe :(

Recomiendo escuchar la canción The Night We Met de Lord Huron, me encanta y además me inspiró mucho para este capítulo.

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Muchos besos💋

La Misteriosa Dama De Cabello Cobrizo | Joseph QuinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora