Capítulo 1

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 Frío

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Frío. Tenía mucho frío. Y miedo, porque sólo sentía sus manos y pies húmedos y helados. Su cuerpo, si lo tenía, no obedecía los intentos de despertarse y salir de esa pesadilla de color oscuridad que no se puede ver. Tenía que relajarse, era sólo un sueño, así que se concentró en su respiración, sentir como el aire entraba en su cuerpo por su nariz hacia los pulmones. Poco a poco, las partes de su cuerpo se fueron uniendo a ella como un puzle y pudo notar cómo la sangre volvía a fluir por sus venas.

Una gota mojó su mejilla.

Seguida por otra.

Y otra.

Y otra más.

Estaba diluviando.

Abrió rápidamente los ojos, aturdida, esperando ver alguna gotera en el techo. Pero no había.

De hecho, por no haber, no había ni techo ni cama. _____ estaba completamente empapada, rodeada por una niebla espesa y amarillenta. Rápidamente, se levantó del suelo en el que estaba tumbada, pero regresó a este a la misma velocidad con la que se había despegado. La sangre latía con fuerza en su cabeza adolorida, como cuando le entraba agua por la nariz al tirarse en la piscina. Tampoco podía oír nada por el pitido agudo y constante en sus oídos.

Intentó volver a ponerse de pie, esta vez más suave y lentamente, pero el mundo giraba a su alrededor y ella sobre sí misma, intentando poner su atención en algo, pero sólo veía lo que parecían ser cajas de cartón. Las orejas le dolieron cuando se le destaponaron y el ruido ensordecedor del agua se metió dentro de su cabeza.

Estaba mareada, había empezado a hiperventilar y por más que intentara recuperar el control de su respiración, no lo lograba. Sentía el cuerpo débil y la cabeza ligera. No quería desmayarse, no allí. Tras varios intentos fallidos, logró ir liberando suspiros profundos y poco a poco, fue entrando en sí.

¿Dónde estaba? La niebla no dejaba ver del todo bien, pero por la oscuridad que había a sus espaldas en contraposición a las luces amarillas que había más adelante, parecía una especie de callejón sin salida. Inspeccionó detenidamente su cuerpo en busca de pistas o heridas de las que tuviera que estar al tanto, pero sólo presentaba algunos rasguños de su caída de antes, nada que pudiera resultar alarmante.

«Vale».

Tenía que salir de allí e intentar descubrir cuál era su paradero. Llamar a alguien por teléfono no era una opción porque lo único que llevaba encima era su pijama empapado y sucio, lo que significaba que tampoco tenía dinero o algo para identificarse. «No». Aquel era un muy mal momento para estresarse por eso. Primero, intentar saber dónde estaba. Después, pensar qué hacer.

Apoyó los brazos en la pared rugosa que tenía a su izquierda y se guio deslizando sus dedos por ella para poder ir avanzando entre la niebla sin tropezarse, hacia las luces del final del callejón. Mientras no fueran las del final del túnel, todo iría bien. Poco a poco se podían empezar a vislumbrar las luces procedentes de coches y farolas, los ruidos de la calle eran también más perceptibles porque la lluvia iba amainando.

Sogni d'oro [APH Italia x Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora