Luchar por vivir

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Han pasado 3 años desde que me escape de mi casa y me fui a vivir con mi abuela, la respuesta de mi padre no fue tan buena, pero no tanto por perder a su hija, sino porque esperaba reprenderme por lo sucedido con Dany. A la mañana siguiente de esa noche llegaron golpeando fuertemente la puerta y la abuela les abrió solo para que no despertarán a todos los vecinos, papá pidió a gritos que me regresará a casa y Yadira comentó que debía hacerme responsable de mis acciones, tarde o temprano ya no podría huir, pero la abuela fue firme, argumentando que al ser su única nieta y después de tantos años cuidándome, ella podía disponer de mi, aún sin el consentimiento de mi padre. Aunque ellos no se daban por vencidos al final accedieron a dejarnos tranquilas, pero mi papá grito que no quería volver a verme nunca más.
En la escuela se corrió el rumor de que había intentado asesinar a Dany, entonces los abusos pararon, pero absolutamente todo mundo se alejo de mí, no tenía amigos pero nunca los había tenido así que dejó de importarme.
Por desgracia para nosotras papá dejo de mandarle dinero a la abuela que aunque no dependía de él, si le ayudaba con algunos gastos y ahora éramos dos, el dinero no rendía mucho. Le ayudaba a la abuela con su huerto de vegetales, los cuales vendía a una señora del mercado, pero no era mucho lo que ganaba.

Un día a los 16 años la abuela me llevó de compras a la zona de los puertos, normalmente es un zona peligrosa ya que arriban muchos barcos y no se da e que esperar, pero al arribar muchos barcos la mercancía suele ser barata aparte de que los mariscos en esa zona eran los mejores. Mientras la abuela negociaba el precio de una bolsa de almejas con un tipo sin un brazo, yo me aleje un poco para ver qué baratijas más vendían y entonces pegado a un poste había un letrero sobre luchas callejeras en la zona, buscaban nuevos retadores y a los ganadores les daban 300 monedas de oro, con ese dinero podrían vivir un poco mejor.

—Amairani!! —grito y rápidamente está se guardo el letrero que acaba de encontrar en el bolsillo.

—Ya voy!!! —le respondí.

—Mira querida, ¿Qué te parecen estás prendas?. —le dijo mostrándole un par de camisas y unos pantalones cafés amplios—. Yo sé que están algo viejos y con de hombre, pero si les hago unos ajustes te quedarán a la perfección.

—No están mal, me quedarán bien en unos años, y solo serían para entrenar y trabajar en el huerto —le dijo con una sonrisa amable.

—Me gustaría comprarte cosas más lindas, como las que usan las jovencitas, pero mi querida niña a ti todo se te ve bien.

Lo cierto es que con el exceso de ejercicio y la alimentación basada en vegetales, no solo había echo que se desarrollará una bonita figura, sino que también le habían adelgazado las facciones de la cara, cada día estaba más bonita, pero ella no se lo creía ya que cada vez que iba a la escuela y veía a Dany se comenzaba a sentir inferior.

— Muy bien, nos llevaremos estás.

— Son 30 monedas de oro —le señaló el vendedor.

Habían pasado algunas semanas cuando un día regresando de la escuela, llegó cansada porque una maestra le había puesto una baja calificación de manera injusta y aunque intento hablar con ella, no sirvió de nada ya que Dany y sus amigas se la habían pasado todo el día charlando con ella que no había tenido ni un solo momento. Llegó a casa pero no encontró a su abuela en ningún lugar, no estaba ena cocina, ni en su cuarto, pensó que había ido de compras, pero en la mañana no le comento nada referente, así que fue rápidamente al huerto para quitarse de la duda y la encontró tirada entre la cosecha.

La Sangre del Mar: La Chica Maldita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora