Los prisioneros

0 0 0
                                    

Al despertar su cabeza le punzaba, las imágenes eran borrosas, no sabía que le había inyectado pero de seguro había sido algo muy fuerte, tuvo que pestañear varias veces para lograr ver lo que había a su alrededor. Estaba oscuro pero unos pequeños rayos de sol se dejaban ver por medio de una ventanilla con barrotes en uno de los costados, todo era una combinación entre madera y metal. La poco luz que entraba le dejaba ver qué no estaba sola, que estaba acompañada por otras varias personas no solo había mujeres, sino hombres jóvenes también. Todos se encontraban colgados a unas mancuernas que sobre salían del techo y estaban amordazados al parecer, de escucho como una puerta de metal se abría y varias pisadas bajaban las escaleras, decidió volverse hacer la inconsciente. Las pisadas se acercaban cada vez más, como si fueran directo a ella.

—¿Cómo sigue el hombro general? —dijo una voz masculina, la reconocía pero no sabía con precisión de dónde.

—Mucho mejor mi Capitán. Con la medicina comenzó a cerrar por fin. —dijo con cuidado aquel sujeto que la había secuestrado—. Solo aún no termino de entender,  ¿Cómo?.

—Yo tampoco mi general , dices qué fue ella —sentía algo moviéndose justo enfrente de mí.

—Asi es capitán, creo que tiene algo especial.

—Tonterias —le respondió con desdén el otro—. Solo fue el material del que estaba echa su zapatilla. Pero jamás me espere que alguien como ella, llevará un materia así ocultó.

—¿Qué piensa hacer con ella Capitán?

—Ls venderemos en la subasta el llegar a  la Puerto de Cara Negra —se quedó en silencio por unos momentos—. De las órdenes a los marineros de nuestro rumbo.

—Sí capitán —se marchó el primero de estos—.

—Tu no tienes nada en especial —se dijo para sí mismo y después se marchó.

Esa voz le había cansado escalosfrios, algo en ella de había agitado o eso pensó por unos segundos hasta que fuera de la ventana alcanzó a ver el mar, como las olas de mecian y ellos junto con estas, junto a ellos alcanzó a ver la parte de un barco y entonces su mente comenzó a conectar toda la información, eran piratas, habían sido secuestrados por piratas.

Su abuela le había contado una historia sobre los piratas, no sabía si era real solamente un cuento que ella había creado en base a vivir en el puerto, pero a considerar su situación actual podría ser real. Hace tiempo en las costas de Vallorda diviso un pirata cruel, saqueo todo, las familias tuvieron que huir del lugar, entonces llegó la guardia y de enfrentó a temido capitán, al parecer este buscaba algo pero nunca lo encontró en cambio decidió secuestrar a una chica, nadie sabe que le hizo, pero jamás se volvió a saber de ella. Eso en resumidas cuentas porque la abuela cada vez que se la contaba interpretaba a los personajes y cambiaba cosas de la historia a su conveniencia.

Paso el rato, ya se había aburrido de estar en ese lugar y era incomoda su posición, mínimo le habían puesto una manta porque su vestido no era nada cálido para estar en ese lugar, derrepente la chica que tenía de lado comenzó a moverse, no la había notado antes, pero era la Laiss, la chica del vestido azul celeste, después de un rato sus ojos se abrieron estaba asustada, comenzó a forcejear con impaciencia y eso llevó a qué otros más a su alrededor se despertarán, comenzaron hacer mucho ruido y aunque a ella le hubiera gustado decirles que no hicieran ruido, simplemente no podía.

Se escucharon pasos que venían por las escaleras, tres hombres venían para ver porque había tanto ruido, uno de ellos de puso delante de los otros.

—Muy bien, si siguen haciendo ruido nuestro Capitán los mandara a saltar por la borda —le dijo amenazante y empezó avanzar entre los prisioneros —. Tal vez sepan nadar, pero créanme que no será sensillo llegar a tierra.

La Sangre del Mar: La Chica Maldita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora