Una guarida lejos de todo

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Habíamos pasado ya bastantes horas en el barco, se notaba la tensión que había entre la tripulación, la mayoría estaban enfadados con el capitán por haber decidido conservarnos por así decirlo, otros por el golpe que le dí antes de que ocurriera todo lo anterior y que el no hiciera nada.

—Vamos a ver si necesitan ayuda en la cocina —Laiss lucía mucho más tranquila de lo que había estado en la isla.

Nos apresuramos en ir a la cocina, había tres hombres intentando preparar un guiso que no logramos adivinar lo que contenía. Laiss les pidió amablemente a los hombres que mejor regresarán a su labores mientras que nosotras preparabamos la cena.

Para sorpresa de varios se cocinar bien, desde pequeña mi abuela me enseñó a preparar toda clase de comida con verduras e ingredientes frescos. Pero mis habilidades culinarias a comparación de las de Laiss eran muy escasas, ella era rápida, sabía manejar la carne y hasta una tarta decidió hornear.

—¿Crees que les guste? —diji con inseguridad.

—Si a mí me dejaste asombrada, estoy segura que a ellos les va a encantar.

—¿Podrías irle avisar al Capitán?, creo que le agradas más tú.

Era la segunda persona que le mencionaba eso y seguía sin creerlo.

—Por supuesto —se dió la vuelta y comenzó andar sin muchas ganas.

No sabía dónde se encontraba el capitán, ni siquiera sabía andar en ese barco, era muy grande, era como una casa navegante que albergaba a más de 20 personas. Comencé a buscar cuarto por cuarto, puerta por puerta, para ver si alguna era la oficina del capitán, hasta que di con ella, pero esté no se hallaba, decidí pasar para esperarlo. Comencé a echar un vistazo por curiosidad pero sobre todo porque me atraían las pinturas y las piezas que se encontraban en éste, parecían de adorno, pero algo me decía que eran mucho más que eso. Había un huevo de oro con perlas, un reloj con cadena al parecer dañado, una pintura algo tétrica y justo en el medio un mapa redondo proyectado por lásers, no entendía bien como estaba diseñado, pero ubico a Vallorda en él de inmediato, había visto su forma en varios libros, los puertos, los mares que lo rodean.

—¿Te gusta husmear en las cosas de los demás? —escucho a su espalda. Casi se me sale el corazón del pecho.

Era el capitán que la había sorprendido viendo sus cosas, no sabía cuánto tiempo llevaba ahí parado.

—Disculpe, no era mi intención —dije intentando no mirarlo directamente—. Yo solo vine...

—A pedir disculpas, entiendo.

—¿Disculpas? —estaba consternada ante aquella declaración—. No entiendo porque vendría solo para  ver sus cosas y después pedir disculpas.

—Me refiero a tu comportamiento en la isla, tus contestaciones y tus ofensas.

—¿Ofensas?, si se refiere a haberlo atacado en las celdas, eso lo hice por supervivencia, ustedes fueron los que nos secuestraron.

—Me refiero a como me hablaste, por el caso de tu amiguita, les compré ropa y ni siquiera me agradecieron.

—Ya voy entendiendo, esto va más por su orgullo de capitán. No lo ofendí durante el suceso de Laiss, solo le dije la pura verdad y la ropa no la compró usted, fue pagada por nuestros vestidos —dije lo más armada de valor que pude—. Ahora sí me disculpa, yo solo venía avisarle que ya estaba la cena. Con Permiso —me di la vuelta y me aleje lo más rápido posible. Al salir solo podía sentir como mi respiración estaba muy agitada y mis manos temblorosas.

Al volver a la cocina pude ver cómo todas las miradas se posaron sobre mí.

—¿El capitán vendrá a comer? —pregunto alguno de los marinos, aún no los distinguía bien.

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⏰ Última actualización: Jul 16, 2023 ⏰

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