𝑷𝒓𝒐́𝒍𝒐𝒈𝒐

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Entre las deidades griegas, había un dios en específico cuyo nacimiento seguía manteniéndose en el anonimato, como un acontecimiento difícil de explicar

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Entre las deidades griegas, había un dios en específico cuyo nacimiento seguía manteniéndose en el anonimato, como un acontecimiento difícil de explicar. 

El dios de tragedia, el dolor y el arrepentimiento. Sencillo era asociarle con el Inframundo, imposible el indagar a profundidad en su origen y motivación. Una de más las mayores incógnitas que rodeaban al Helheim, incluso para los dioses más antiguos.

Del lado de los dioses, estaba presente que el dios de la tragedia era aquel llamado «príncipe del Inframundo», el hijo del mayor de los dioses griegos principales, aquel que se hacía del dolor y el arrepentimiento. Desde su repentina e inesperada aparición, había captado el interés de los distintos panteones debido a que el dios del Inframundo lo había declarado como su hijo ante todo el Helheim, haciendo llegar los rumores hasta los confines del Valhalla. Sin embargo, aun con todo esto, su origen seguía siendo un misterio que varios dioses estaban dispuestos a descubrir. 

Irreal era tener tan solo un pensamiento de que su respetado dios había tenido un hijo. Era de conocimiento común que el temido dios del Inframundo, pese a ser un omega, repudiaba por completo el aroma de cualquier alfa, así siquiera pensar en esa posibilidad carecía de lógica alguna.

En una ocasión, curiosa por el origen del problemático dios, la hija favorita del tirano de los mares le había preguntado a su padre respecto al nacimiento de su sobrino, pero ni siquiera él tenía la respuesta.

Solo había una persona que tenía la respuesta, y no tenía planes en un futuro cercano de compartir tal información con nadie.

Hades había dejado muy en claro que no tenía intención de aclarar nada, importándole poco los pensamientos confusos de los demás dioses. El Helheim y sus misterios estaban rodeados de amenazantes olas de oscuridad que le protegían, y nadie ajeno a este tenía acceso a la información sobre lo que ocurría allí dentro. Lo último que deseaban era despertar la ira del dios del Inframundo, por lo que con el pasar de los años, se había dejado el tema, al menos por un tiempo.

Al pasar los siglos, los dioses habían perdido su interés en averiguar el origen del despreciable ser. Cada quién tenía sus propios asuntos en los que inmiscuirse, por lo que meterse en rumores de los olímpicos había perdido su prioridad, sin mencionar que el pequeño del Inframundo había dejado de ser agradable incluso para las diosas más sensibles. Sin importar si fuera dios, ninfa, titán o humano, cualquiera que entrara en contacto con él terminaría con una gran pérdida que lo acompañaría por el resto de su vida, por lo que las intenciones de relacionarse con él llegaron a ser casi nulas.

Brunhilde nunca había sido alguien que estuviera de acuerdo con los dioses, sin embargo, al ver al dios de la tragedia entre las gradas del Ragnarok, deseó por un momento poder deshacerse del príncipe de los lamentos.

Brunhilde nunca había sido alguien que estuviera de acuerdo con los dioses, sin embargo, al ver al dios de la tragedia entre las gradas del Ragnarok, deseó por un momento poder deshacerse del príncipe de los lamentos

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Admito que hice esta cuenta solo para escribir lo que quiero sin que nadie me diga que no, así que aquí va el primer capítulo de esta historia que no deja mi cabeza desde hace rato.

Una pequeña introducción a la historia de ambos reyes, ¿o lo será realmente?

En resumen, será haqin con una bendición de Hades traumada.

Y ubicada en el Ragnarok.

No pido perdón, por algo es el dios de la tragedia.

Nos leemos luego.

Dion los deja

𝐄𝐍𝐂𝐇𝐀𝐍𝐓𝐄𝐃 - HaqinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora