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El dios del Inframundo era alguien que se caracterizaba por su autocontrol y prudencia

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El dios del Inframundo era alguien que se caracterizaba por su autocontrol y prudencia. Mas al contrario del conocimiento común, Qin Shi Huang tenía la habilidad única de acabar con todo eso con tan solo una sonrisa suya.

Para el momento en que se dio cuenta de lo que hacían, ya había traído al otro a sus aposentos, sin oportunidad de escapar. Aunque, tampoco tenía intenciones de hacerlo.

Antes de pasar por la puerta que daba entrada a su habitación, el emperador fue incapaz de resistir más al embriagante olor del dios, tan fuerte y dulce que dudaba que incluso un beta no le diera aunque sea una sola mirada. Al notar los labios hinchados y la apariencia desarreglada de Hades, se lanzó nuevamente a atacar su boca, como si no lo hubiera hecho ya hasta el cansancio.

Sus bocas encajaban tan bien, como si estuviesen hechas para el otro, y eso le encantaba.

El dios dejó salir un suave sonido ante el beso, sorprendido por la acción. Sin poder resistir a los labios de Ying Zheng, cerró los ojos y colocó una de sus manos sobre su pecho para conseguir estabilidad.

No estaba del todo seguro de lo que eran. Las cosas habían pasado demasiado rápido. ¿Novios?, ¿Amantes?, ¿Conocidos que se besaban? No le importaba, lo único en lo que pensaba era en lo bien que se sentía la mano del emperador en su cintura y su boca sobre la suya.

Quería protestar, pero el olor de Qin le era demasiado apetitoso como para ignorar los deseos de su omega interno, y realmente no tenía argumentos más que su vergüenza en caso de que alguien pasara por el pasillo.

Su pequeña preocupación no permaneció oculta ante el emperador, quien pudo sentir con claridad aquello que agobiaba al dios entre sus brazos. Arrugó la nariz al notar que algo le molestaba, y se detuvo de inmediato para después besar su mejilla con dulzura.

—Podemos parar si es demasiado para ti.

Hades rió ante el comentario. ¿Sabía siquiera el humano con quien hablaba? Más alfas habían pasado por su cama que omegas por las finas sábanas del emperador. O al menos así era, hasta que su olor se hizo aborrecible para su nariz.

Sus celos se caracterizaban por lo agresivos que eran, y lo debilitado y vulnerable que terminaba, junto a su porte decaído por completo. Le era imposible no recurrir a otras medidas, y no pasó mucho antes de que sus hermanos, en especial Poseidón, demostraran el mal visto hacia sus prácticas. Fue entonces cuando conoció a la delicada hija de Deméter, su hermana mayor, y le pareció la perfecta idea para solucionar el problema.

¿Qué era un invierno eterno si Poseidón ya no intentaba asesinar a quien encontrara en su cama?

Era lo mínimo que Zeus podía hacer por él, soportar la ira de Deméter.

—Creo que debería hacerle la misma pregunta, emperador —respondió Hades, y jaló del emperador de la camisa para meterlo al cuarto y cerrar la puerta. No deseaba invitados no esperados.

𝐄𝐍𝐂𝐇𝐀𝐍𝐓𝐄𝐃 - HaqinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora