𝟎𝟒

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227 a. C.

Cuando Hades lo dejó solo cuidando a Sephyr, Poseidón no había dicho mucho, porque el niño estaba dormido y en completa calma. El problema empezó cuando despertó, y el dios del Inframundo no se veía por ninguna parte.

Necesitaba con urgencia que Hades apareciera, incluso la débil diosa de Perséfone a su vista parecía buena idea.

Él no tenía intenciones de lidiar con un niño de 2 años. Ni siquiera tenía en claro qué hacía él ahí.

Hermes, Perséfone e incluso Hestia podían cuidar al niño. Deméter seguía resentida por lo de Perséfone, pero Hera siempre estaba disponible. Él no quería tener nada que ver.

En cuanto despertó, el niño comenzó a llorar en busca de Hades, y Poseidón como buen dios lo había ignorado al otro lado de la habitación. Tenía que cuidar que no se matara, no calmar sus llantos.

El niño odiaba quedarse solo, siempre hacía lo mismo cuando no había nadie con él, y Poseidón ya se había cansado de su molestia.

Él no tenía por qué andar cuidando a una criatura, solo la soportaba por ser hijo de Hades. Esa criatura era completamente opuesta al dios perfecto que era su hermano. Quitando sus ojos y algunas facciones, ni siquiera físicamente se parecía realmente a él. A sus ojos, el niño solo era una molesta carga.

Su plan inicial había sido dejar llorar al niño hasta que se calmara. Pero no contaba con los pulmones del pequeño.

Ya había tenido suficiente de eso.

Fue hasta donde estaba el niño, dispuesto a descargar su enojo.

Realmente no esperaba nada fuera de lo común, solo encontrar al niño llorando en la habitación y nada más. Sin embargo, fue sorprendido por completo.

En cuanto entró, Sephyr se aferró con fuerza a él, intentando parar sus lágrimas mientras ocultaba su rostro entre sus ropas.

—No me dejes... por favor —chilló el niño.

Poseidón se quedó helado. No era un secreto que no tenía una relación con sus hijos, a excepción de uno que otro, así que no tenía idea de cómo reaccionar.

Al pequeño no le molestó en lo absoluto la falta de cariño, simplemente se aferró más a él para asegurarse de que siguiera ahí.

El dios no tenía idea respecto al origen del niño, pero sabía que reflejaba un fuerte sentimiento del dios en un momento determinado. No podía imaginar cómo el rey del Inframundo pudiera llegar a temer el perder algo, para él eso solo era una burda mentira. O eso se obligaba a creer.

Aunque el niño no se pareciera por completo a Hades, podía verlo en sus ojos.

Poseidón se agachó hasta la altura del niño, lo tomó en brazos y lo volvió a acostar suavemente, sin separarse ni por un momento.

𝐄𝐍𝐂𝐇𝐀𝐍𝐓𝐄𝐃 - HaqinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora