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Eduardo permaneció abrazado a Xavier por un tiempo que deseaba fuese interminable. Sus lágrimas se deslizaban por su rostro sin cesar. Su corazón estaba en pedazos, no podía creer que ya no lo tendría consigo nunca más. ¿Cómo haría para continuar sin él el resto de su vida? ¿Cómo haría para no sentir su eterna ausencia? En ese momento lo único que él sentía en su corazón era desolación, una pena tan dolorosa que es imposible describir con palabras. El solo pensamiento de no volver a verlo nunca más es algo que el corazón y la mente se niegan a aceptar.

Sentado a su lado le acarició el cabello con manos temblorosas y le besó la frente.

- Lamento tanto no haber sido más expresivo contigo, lamento no haberte demostrado cuando te amo. Espero que dónde estés me puedas perdonar - pensó. Seguramente no te hice feliz como te lo merecías y me arrepiento porque ya no podré enmendar mis errores. No pude vencer los miedos que me atormentaban. Yo fui muy feliz a tu lado. Deseo que tu también lo hayas sido junto a mí. -

El único consuelo que le quedaba era tratar de recordar todos los buenos momentos que pasaron juntos, momentos que seguramente el tiempo se empeñaría en borrar. Su compañero de vida no estaría más allí para él, para apoyarse mutuamente, para amarse, para luchar juntos contra las adversidades que el destino les deparaba. Lo que sucedería ahora era que la fría soledad llegaría lentamente para quedarse en un lugar de su corazón.

Todos el sufrimiento que tuvo su amado durante los últimos siete años ya habían terminado. Recordó con tanto dolor el trágico día cuando Xavier cumplía su turno en la guardia de emergencias de la clínica en donde fue ferozmente atacado sin sentido alguno por un desconocido. Pero a pesar del tormento que le significaba su partida comprendía que finalmente Xavier había dejado de sufrir, desde ahora el que sufriría más sería Eduardo quien ahora lo recordaría por el resto de su vida sintiendo su ausencia.

A duras penas logró separarse de él para ir hacia la cocina para tomar el celular que estaba allí cargando batería. Lo primero que hizo fue tratar de dar un respiro profundo para tratar de calmarse ya que debía hacer llamar a su amigo Joaquín. Tenía que llamarlo a él porque sabía que era la única persona que se encargaría de todo lo que se necesitaba hacer en estas circunstancias porque en ese momento su mente no estaba lúcida para continuar con los protocolos establecidos para esa situación. Buscó el número de su amigo en contactos y apretó la tecla llamar. Al tercer llamado Joaquín atendió con voz de dormido.

-Joaquín... - dijo Eduardo entre sollozos incontrolables.

-Qué pasa Eduardo. ¿Sucedió algo?... contestó con preocupación Joaquín.

-Xavier... Xavier... - Eduardo no podía continuar... -

-Por favor cálmate y dime que pasa -

-Él... Él está....

-¡Oh Dios Mío!... Eduardo ... quédate tranquilo, ya entendí. En un rato estoy contigo. -

-Por favor necesito que te ocupes de todo...con mucha discreción por favor...no quiero malos entendidos con nadie...

-No te preocupes... yo me encargo de todo...ya entendí a lo que te refieres.

Eduardo volvió al lado de su amado. Se sentía totalmente desbastado con su mente obnubilada. Se quedó en la cama junto a él sin saber que hacer, pasando su mano sobre sus cabellos una y otra vez. Se dio cuenta que su mayor pesadilla se había hecho realidad debido a que desde el día en el que Xavier se había recuperado del coma, los especialistas le habían comentado que no tuviese demasiadas esperanzas de que mejoraría en el futuro. Sin embargo durante todos estos años quiso creer con toda su alma que Xavier lograría alguna mejoría con los tratamientos que se le hacían con total dedicación de parte de los profesionales que se encargaban de cuidarlo día y noche.

DE REPENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora