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Después de la ceremonia Eduardo decidió que quería estar solo. Seguramente no era la mejor decisión que podía tomar en ese momento pero necesitaba descansar la mente y pensar en cómo enfrentaría cada día con esta ausencia. Por otro lado sentía la imperiosa necesidad de ver a Mateo. Eran dos cosas opuestas las que sentía: dolor por la pérdida del amor de su vida y el deseo de estar con Mateo para tener una nueva oportunidad de amar.
Con el corazón en pedazos decidió volver al departamento que  había compartido durante muchos años con Xavier. Era el lugar en el que habían vivido su amor intensamente como así también todos los sinsabores de la vida.
Al llegar a la puerta, antes de tomar la llave de su bolsillo para ingresar, dudó en hacerlo, quizás era demasiado pronto para volver allí.
Pero ya era tarde para volver sobre sus pasos, por lo que decidió ingresar y enfrentar la realidad que lo esperaba: la ausencia de quién había sido el amor de su vida. Alguien con quien le hubiese gustado pasar el resto de su vida. Lamentablemente el destino había decidido que eso no sería posible.

Con el transcurso de los días una duda se hizo más y más profunda en su mente. Todas los preguntas que tenía en la mente sobre el ataque que había sufrido Xavier siete años atrás no tenían respuesta alguna. ¿Por qué el atacante preguntó específicamente por él en la guardia de la clínica si no era su paciente? El caso se cerró muy rápidamente con muy pocas explicaciones por parte de la policía. Tal vez había tardado demasiado en darse cuenta que lo ocurrido quizás había sido algo hecho a propósito, con un fin. El atacante nunca llegó a ser identificado porque según el forense no contaba con registros para ello. Toda la información sobre esa  persona había desaparecido accidentalmente del registro correspondiente.

Todos esos interrogantes los había escondido dentro de su mente porque al momento en que lo hechos sucedieron su única prioridad había sido siempre Xavier. Lo único que le había importado era tener alguna esperanza en su mejoría a pesar de la realidad del diagnóstico que le dieron.

Eduardo estaba sentado en el sofá de la habitación del hotel. Había decidido permanecer allí hasta que su mente estuviera un poco más lúcida y también porque allí estaría más cerca de su familia, sobre todo de su padre.
Se levantó de allí para ir hasta la habitación a buscar su celular. Tenía algo en mente y necesitaba hablar con su amigo.

-Hola Joaquín.

- Hola. ¿Cómo te sientes?. Quieres que pase para hacerte compañía.

-Te lo agradezco, puedes venir cuando quieras. Ahora lo que necesito es pedirte un favor.

-Díme que es lo que necesitas.

-Necesito que mañana busquen todos los archivos de la guardia correspondientes al mes en el que Xavier fue atacado. No me importa cuanto tarden. Los quiero en mi oficina lo antes posible. También quiero saber quienes fueron los pacientes que atendió en esa guardia el mes del ataque.

-Eduardo haré lo posible para que las secretarias se ocupen de eso lo antes posible. ¿Se puede saber el motivo?

-No sé, no tengo un motivo definido. Tengo muchas dudas y quiero ver si pueden llegar a ser fundadas.

-No te preocupes yo me encargo de todo. -

- Gracias. Que sea lo antes posible por favor. -

Algunos días después todos los informes requeridos por Eduardo se encontraban sobre el escritorio de su oficina. Eran demasiadas historias clínicas para leer, tomar nota y tratar de encontrar algo que pudiese indicar estar fuera de la normalidad de su trabajo. Saber lo que ocurrió ese día se había convertido en una obsesión de la que no se podía deshacer.

La cabeza le daba vueltas y vueltas, tenía demasiada información para procesar. -Debo tratar de llevar esto con tranquilidad - pensó - de lo contrario no llegare a averiguar nada.

DE REPENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora