Capitulo 14

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Mientras tanto, Naruto no dejaba de acercarse a Madara intentando preguntarle por el desconcertante conjuro. A Madara no dejaban de ocurrírsele nuevos e intrincados detalles para contarle al Rey y apartaba a Naruto una y otra vez.

—Ahora no, Naruto. Y he pensado, Sakura, que te vendría bien algo de práctica para que el palacio no te sobrecoja. No sería buena idea que te quedaras paralizada en medio de la audiencia. Ahora no, Naruto. Así que te he organizado una visita a mi viejo tutor, el señor Orochimaru. Es un anciano majestuoso. En cierto modo es más majestuoso que el propio Rey. Así te acostumbrarás a ese tipo de cosas antes de llegar a Palacio.

Para entonces Sakura estaba deseando no haber dicho que sí. Se sintió totalmente aliviada cuando por fin Madara se volvió hacia Naruto.

—A ver, Naruto Te toca a ti. ¿Qué pasa?

Naruto agitó el papel gris brillante y explicó a borbotones desconsolados cómo aquel conjuro era imposible.

Madara se quedó un tanto sorprendido al oírle, pero cogió el papel, diciendo:

—¿Cuál es tu problema? —y extendió la hoja. Se quedó con la mirada fija y arqueó una ceja.

—Lo intenté tomándolo como un acertijo y también probé siguiéndolo al pie de la letra —explicó Naruto—. Pero Sakura y yo no pudimos atrapar a la estrella fugaz y...

—¡Madre mía! —exclamó Madara. Empezó a reírse y tuvo que morderse el labio para parar—. Pero, Naruto este no es el conjuro que te dejé. ¿Dónde lo has encontrado?

—En la mesa, en ese montón de cosas que Sakura amontonó junto a la calavera —dijo Naruto—. Era el único conjuro nuevo que había, así he pensado...

Madara se levantó de un salto y buscó entre las cosas que había en la mesa.

—Sakura ataca de nuevo —dijo. Apartaba las cosas a un lado y a otro mientras buscaba— ¡Debí de haberlo imaginado! No, el conjuro no está aquí—. Dio un golpecito a la calavera sobre la frente marrón y brillante—. ¿Cómo estás, amigo? Tengo la impresión de que vienes de allí. Estoy seguro de que al menos la guitarra sí. Esto... Sakura, querida...

—¿Qué? —preguntó Sakura.

Viejecilla entrometida, desobediente Sakura—dijo Madara—, ¿Me equivoco al pensar que has girado el pomo con la mancha negra hacia abajo y has sacado por la puerta tu larga nariz?

—Solo el dedo —dijo Sakura con dignidad.

—Pero abriste la puerta —dijo Madara—, y la cosa que Naruto cree que es un conjuro debe de haberse colado por ella. ¿No se os ocurrió a ninguno de los dos que no se parece a ningún conjuro?

—A veces los conjuros tienen un aspecto raro —dijo Naruto—. ¿Qué es?

Madara soltó una carcajada.

—Decide cuál es el tema y escribe otro verso. ¡Ay, señor! —dijo, y salió corriendo hacia las escaleras—. Os lo enseñaré —dijo mientras las subía a grandes trancos.

—Creo que anoche perdimos el tiempo correteando por los pantanos —dijo Sakura—. Naruto asintió con expresión sombría. Sakura se dio cuenta de que se sentía ridículo—. Fue culpa mía —añadió—. Yo abrí la puerta.

—¿Qué había fuera? —preguntó Naruto con gran interés.

Pero justo entonces Madara bajó las escaleras corriendo.

Un Hechizo y Un Contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora