Capitulo 27: Extra #1

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Al sur de la tierra de Ingary, en los sultanatos de Rashpuht, vivía un joven mercader llamado Sora en la lejana ciudad de Sunagakure. Tal como suele suceder con los mercaderes, Sora no era rico.

Había sido una decepción para su padre y este al morir sólo le dejó el dinero suficiente para comprar y surtir un modesto puesto en la esquina noreste del Bazar. El resto del dinero de la herencia, así como el gran emporio que su padre había construido situado en el centro del Bazar, fue a parar a manos de los familiares de la primera mujer de su padre, dejándolo a el sin nada.

Pero a pesar de todas sus tragedias Sora nunca dejo de luchar, porque había resuelto salir adelante con su propio esfuerzo. Un día como cualquier otro, Sora trabajaba en su puesto en la esquina noreste del Bazar. Cuando la más hermosa de las mujeres se fijó en el, fue amor a primera vista... Pero como las desgracias seguían al podré chico, y como era de esperarse que le ocurriera a alguien tan desgraciado.

Una noche apareció ante el y su prometida un demonio, el cuál quedó encantado con la joven, y la rapto ante los ojos de Sora, Sora quiso correr y seguirlo, pero sus pies no lo dejaron. Eso no era sorprendente. Un demonio, como todo el mundo sabía en Sunagakure, dominaba enormes poderes en el aire y en la tierra. No había duda de que el demonio, como precaución, había ordenado a la tierra atrapar los pies del joven donde estaban hasta que él se llevara a Hotaru.

Sora se entregó a la pena por mucho tiempo. Nadie le creyó, y los rumores que recorrían su tierra decían que el había matado a la joven. Permaneció preso un tiempo en los calabozos de su tierra,pero como no existían pruebas contundentes en su contra, fue liberado y rechazado por la sociedad. Busco a su prometida Hotaru por mucho tiempo, por cielo y tierra, pero nunca la encontró... Posteriormente se rindió.

Sora quería empezar de nuevo, en una nueva ciudad. Había escuchado que muy lejos de hay, existía un lugar llamado Ingary, a los oídos de el sonaba maravilloso, así que emprendió un largo, largo, largo viaje a Ingary.

—Luego iré por la princesa de Ingary

Sora recordó las palabras que el demonio había dicho antes de irse con su bella Hotaru. Pero el joven sabía muy bien que si no le habían creído en una cosa, menos lo harían con la otra.

Así que como ya tenía planeado mudarse a Ingary, iría a ver al mago real y contarle todo.

«Es posible que el rey me haga rico en agradecimiento» Pensó Sora

Y con ese nuevo sentido a su vida emprendió su viaje.

Sora atravesaba el desierto de Sunagakure, iba sombre un camello que había comprado a un señor, ya iban varios días de viaje, estaba cansado y no se dió cuenta del momento que sus ojos se cerraron.

Cuando abrió sus ojos contempló que ya no estaba sobre su viejo camello, ahora estaba encadenado a una palmera, y cerca de cincuenta hombres harapientos que estaban sentados en cuclillas alrededor de algo se levantaron y dispersaron cuando vieron que Sora despertaba.

Cortadle la garganta —dijo uno de ellos

Sora parpadeó para quitarse la arena de los ojos y pensó que rara vez había visto una reunión de villanos como esta. Todos tenían cicatrices en el rostro, miradas sospechosas, malas dentaduras y desagradables expresiones. El más desagradable del lote era el hombre de la pistola. Tenía una especie de pendiente en su nariz aguileña y un bigote muy poblado. Su turbante tenía prendido un broche dorado con una llamativa piedra de color rojo.

Un Hechizo y Un Contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora