Capitulo 26❤️

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—¡Naruto! —gritó Madara.

—¡No fui yo el que dejó entrar al espantapájaros! —dijo Naruto en tono de culpabilidad.

Todo parecía normal. A Sakura le sorprendió descubrir el poco tiempo que había pasado desde que se había marchado. Alguien había sacado su cama de debajo de las escaleras y Nagato estaba tumbado sobre ella, todavía inconsciente. Ino, Hinata y Naruto  estaban reunidos a su alrededor. En el piso de arriba, Sakura oyó las voces de la señora Temari y Tsunade, junto a golpes y roces ominosos que indicaban que las arañas de Madara lo estarían pasando mal.

Madara soltó a Sakura y se lanzó hacia la guitarra. Antes de que pudiera tocarla, estalló en un largo y melodioso ¡buuuuum! Las cuerdas volaron. Una lluvia de astillas de madera cayó sobre Madara, que se vio obligado a retirarse cubriéndose la cara con una manga hecha jirones. Y la señorita Otsutsuki apareció sonriendo junto a la chimenea. Madara tenía razón. Debía de haber estado escondida en la guitarra todo este tiempo, esperando su oportunidad.

—Tu bruja está muerta —le dijo Madara.

—¡Ay, qué pena! —respondió la señorita Otsutsuki, sin ninguna preocupación—. Ahora me puedo fabricar un nuevo ser humano mucho mejor. La maldición se ha cumplido. Ahora puedo apoderarme de tu corazón—. Se agachó hacia el hogar y sacó a Kurama, que sobresalía de su puño cerrado con aspecto aterrorizado—. Que nadie se mueva —dijo la señorita Otsutsuki amenazadora.

Nadie se atrevió a moverse. Madara estaba más quieto que ninguno.

—¡Socorro! —exclamó Kurama débilmente.

—Nadie puede ayudarte —dijo la señorita Otsutsuki—. Tú me vas a ayudar a mí a controlar a mi nuevo humano. Deja que te enseñe cómo. Solo tengo que apretar un poco más.

La mano con la que sujetaba a Kurama apretó hasta que los nudillos se volvieron de un amarillo pálido. Madara y Kurama gritaron a la vez. Kurama se sacudió de un lado a otro, sofocado. El rostro de Madara se tornó azulado y cayó al suelo como un árbol talado, donde se quedó tan inconsciente como Nagato. A Sakura le pareció que no respiraba, y tan solo imaginar eso la dejo devastada.

La señorita Otsutsuki se quedó atónita. Observó atentamente a Madara.

—Está fingiendo —dijo.

—¡No está fingiendo! —gritó Kurama, retorciéndose en una espiral de llamas—. ¡Tiene un corazón muy sensible! ¡Suéltame!

Sakura levantó el bastón, despacio y con cuidado. Esta vez pensó un momento antes de actuar.

—Bastón —murmuró—, pégale a la señorita Otsutsuki, pero no le hagas daño a nadie más.

Y en este momento empuñó el bastón y descargo sobre los nudillos apretados de la señorita Otsutsuki el golpe más fuerte del que fue capaz. La señorita Otsutsukisoltó un siseo agudo, como cuando se quema un tronco húmedo, y dejó caer a Kurama. El pobre Kurama rodaba indefenso por el suelo, llameando de lado sobre las piedras y gimiendo roncamente de terror.

La señorita Otsutsuki levantó un pie para pisarlo y Sakura tuvo que soltar el bastón para lanzarse a rescatar a Kurama. Pero el bastón, para su sorpresa, siguió golpeando solo a la señorita Otsutsuki una y otra vez.

«¡Claro!», pensó Sakura. Ella le había dado vida con sus palabras. El señor Orochimaru se lo había dicho.

La señorita Otsutsuki siseó y se tambaleó. Sakura se levantó con Kurama en las manos y vio que el bastón seguía atacando a la señorita Otsutsuki y echaba humo a causa del calor que ella despedía. En cambio, Kurama no parecía muy caliente. Estaba azul lechoso de miedo. Sakura sintió que el bulto oscuro del corazón de Madara latía muy débilmente entre sus dedos. Tenía que ser el corazón de Madara lo que tenía entre las manos. Se lo había dado a Kurama como su parte del contrato, para mantenerle con vida. Seguramente Kurama le había dado mucha pena pero, de todas formas, ¡menuda tontería había hecho!

Un Hechizo y Un Contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora