All i need 2 ( El nacimiento de una asesina)

sesión 2

Holanda/Ámsterdam.

—Buenos días __________, toma asiento—Le indicó la doctora Rouss.

—Buenos días y Gracias...

—¿Tienes algo que contarme?

—Puff, usted fue la que me cito, no es así?

—Estas en lo correcto.

Rouss miraba detenidamente el físico de _________, su cuello tenía cicatrices, al igual que sus bravos y piernas, tenía un aspecto pálido.

—Eres inquieta—Dijo mirando como _______ movía sus piernas.

—Oh, lo siento.

—¿Que piensas de Junior wheeler?—Preguntó leyendo su libreta.

La pelinegra arrugó el rostro, mirando al techo, cerro sus ojos y resonó ese nombre en su cabeza.

Es como si una oleada de amargos recuerdos atravesaran su cabeza al mencionarlo.

—Esta muerto—Respondió seria—Afortunadamente jaja.

—¿Y si no lo estuviese?

—Lo encontraría y lo mataría con mis propias manos—Inclinó su cuerpo al sofá.

La doctora la miro por unos segundos, en silencio.

—Es una broma jaja

—Ahhh

—Junior no me importa, creo que fue encarcelado o algo, no lo sé.

—¿No haz tenido comunicación con él?

—No jaja, no le importe ni le importare lo suficiente como para eso, me da igual.

—Esta bien.

—Aunque...

—¿Aunque?

—No me deja en paz, no puedo dormir, siempre está en mis sueños ese maldito infeliz.

—Oh... Solo son eso, sueños.

—Una vez escuché mi nombre en un callejón, cuando voltee no era nadie, siento que me vigila.

—Imposible, está en Texas, y tú en Holanda.

—Disculpe doctora, Para Junior no hay nada imposible.

—...

Otra característica que notó la doctora en _________, un tatuaje en su muslo izquierdo, una mariposa.

—Lindo tatuaje.

—Si, tape el nombre de Junior.

—¿Te lo tatuaste? —Estaba boquiabierta.

—Jaja, no se sorprenda, hice cosas peores por él—Susurro entre risas.

—¿Quieres hablarme de tu tía Kyle?

—...

—Esta bien si no quieres, ya veo que cambiaste el gesto en tu cara.

—¿Esto es una broma?

—No, solo es una pregunta.

—Esta muerta, acaso papá no se lo dijo?

—Lo siento, Andy nunca la mencionó.

—Fué mi culpa y nunca me lo perdonaré.

—¿Por qué lo dices?

—No quiero hablar de eso.

Sus manos empezaban a sudar, las juntaba y jugaba con ellas.

Estaba muy, muy inquieta.

—¿Estás bien ?