Salgo por la puerta trasera del restaurante dando un portazo mientras aviento con fuerza el delantal. Maldigo para mis adentros cogiendome la cabeza con ambas manos. A punto de colapsar.
-No puedo con esto -suelto en un sollozo. Me siento en el escalón bajo mis pies, y respiro profundo para no romper en llanto.
-¿Te encuentras bien? -Pregunta Rebeca saliendo por la misma puerta. Levanto la vista y resoplo una vez más.
-Estoy cansada de esto ¿Qué coño pasa con la gente? ¡Por dios! Estamos en pleno siglo XXI, ya el racismo y xenofobia es una estupidez ¿Qué tiene que ver qué sea Venezolana? ¿Acaso no recuerdan todos los españoles que fueron a nuestros país en la segunda guerra mundial?
Espeto muy enojada. Rebeca suspira y asiente.
-Aunque no lo creas, hay mucha gente con la mente cerrada aún. Puede que sean ignorantes, que no sepan de historia como nosotras -Le presto atención mientras se sienta a mi lado- Lo mejor que puedes hacer en no prestarles atención.
-¡Odio ese maldito apodo de mierda! ¡Veneca su culo! -Exclamo aún alterada. Rebeca suelta una carcajada.
-¡Vaya trapos que dices! -Parece horrorizada pero divertida.
-Pues acostúmbrate -Suelto divertida- Es nuestra costumbre tener muchas malas palabras.
-Ya lo veo tía -Niega con la cabeza. Nos quedamos en silencio hasta que Rebeca lo rompe nuevamente.
-No puedo imaginar lo difícil que ha Sido para vosotros dejar vuestro país y comenzar uno nuevo, pero mi recomendación es que uses ese mismo vocabulario y los mandes a coger por el culo -Ahora es mi turno de reír ante su improperios.
-Debo admitir que sus malas palabras son muy buenas.
-A ver, yo te puedo enseñar las nuestras y tu me puedes enseñar las vuestras -Niego con la cabeza riendo y me levanto.
-Creo que será mejor volver, no quiero que el señor Nelson nos mande a tomar por el culo -Rebeca se carcajea levantándose.
Al caer la noche, estoy saliendo del restaurante, colocándome una chaqueta acolchada y una bufanda para aminorar el frío. Marco en mi móvil a Gabriel para saber si ha salido también.
Tenemos 2 meses en esta ciudad, y las cosas no han estado tan bien, por lo menos para mí, he conseguido empleo en un restaurante, y pese a que la paga no es lo mejor, las propinas me salvan. Sin embargo, me he tenido que topar con una cantidad de gente imbécil y racista, con comentarios xenofóbicos.
Mujeres y hombres de mediana a tercera edad que parecen no recordar un poco de la historia. Tengo que soportarlos por lo menos 3 veces a la semana. No obstante, doy gracias a mis compañeros han sido muy amables y cooperativos conmigo, cosa que no puedo decir de mi jefe.
Un ogro engreído y machista.
Ha Sido imposible conseguir un empleo de lo que me he graduado, Medicina negeral, todos me piden hacer alguna equivalencia estudiantil, si no me salen con alguna chorrada xenofóbica.
Gabriel es otro cuento, ha conseguido trabajo en dos gimnasios reconocidos de la ciudad. Ahora cuenta con varios clientes para entrenamiento personalizado y le está yendo muy bien, gana una cantidad considerable de dinero, y se ve muy feliz. Ya tiene varias pretendientes, aunque estás pierden su tiempo, pues Gabriel le gusta su mismo sexo.
Esa es la razón de qué no estemos juntos. Gabriel y yo nos compenetramos perfectamente, podría decir que es mi otra mitad. Es una lastima que sea gay, pues, sería muy feliz a su lado. Aunque ya lo soy, es un excelente y protector amigo. Lo quiero muchísimo, y me alegro un montón de que le esté yendo bien
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El compás de tus besos
RomanceIsabella es una chica carismática e inteligente proveniente de un país con una creciente pobreza a casua de sus gobernantes, a sus 25 años de edad decide abrir rumbo a otro lugar donde pueda tener un mejor futuro, y así porque sacar adelante a sus s...