Hoy dejo mi melena castaña suelta, dejándola caer en cascadas hasta mis caderas. Me coloco mi abrigo antes de salir y me miró una última vez en el espejo. Tengo los ojos ligeramente más claros de lo normal, de un avellana más brillantes. Estoy ligeramente maquillada, con tan solo mi protector solar con color, un poco de rubor en mis mejillas y mis labios rosados.
Me duelen los músculos por el entrenamiento de la semana, pero me gusta, así que feliz, salgo hacia mi trabajo.
No lo he vuelto a ver más, y doy gracias al señor por ello. La sensación que tiene mi cuerpo y lo estúpida que se vuelve mi mente al estar cerca de ese hombre, me asusta. Y sé que es solo por su físico, es demasiado guapo, demasiado varonil y elegante, y está muy muy bueno.
Probablemente sea la misma reacción que tienen todas las mujeres al verlo. Así que no me preocupo demasiado por ello.
Cuando me adentro en la casa, ya Martha está dejando el desayuno sobre la mesa. La saludo con un cariñoso abrazo y me dispongo a comer junto a ella. Matías está durmiendo aún.
Llevo dos semanas aquí, y ya me he acostumbrado a la rutina, Martha y yo siempre hablamos mucho sobre la vida y eso me gusta, me resulta ser una mujer sabía y dulce.
Me recuerda mucho a mi abuelita.
-Sabes, nunca te he preguntado, y no quiero sonar grosera. Pero ¿Por qué te has venido a España?
Me remuevo un poco en mi asiento, clavo la vista en mis huevos revueltos y tanteo, antes de decir.
-Ya sabes, en Venezuela la situación es muy complicada...y pues, mi madre está enferma. Tiene leucemia -Subo mi vista al tiempo que veo en su rostro el asombro- No podía costear su tratamiento allá, por lo que he decidido venirme con mi mejor amigo.
- Haz hecho bien, desde aquí podrás ayudarla mucho más.
-Lo sé.
-Debe estar orgullosa de ti -sonrie entonces y yo le devuelvo el gesto.
-Eso espero, las quiero tanto, no dejaría que nada les falte.
-Sabes, me recuerdas mucho a mi hija, que Dios la tenga en su gloria -su voz se apaga y yo le tomo la mano dándole un pequeño apretón. Su hija Shanon falleció en un terrible accidente de tránsito, cuando tenía mi edad. Y desde entonces, Martha se ha dedicado solo a su trabajo. Se divorció después de su depresión, no pudo continuar con su matrimonio y ahora era una ama de llaves solitaria.
Escucho el llanto de Matías por el woki Toki y de inmediato corro escaleras arriba para buscarlo. Está de pie en su cunita con un gracioso puchero en sus labios. Sonrío y lo cojo en mis brazos.
-¿Qué pasa mi bebé? Ya estoy aquí.
-Tete -dice haciendo más pucheros.
-Ya te lo doy mi amor -beso su suave y esponjosa mejilla y bajo hasta la cocina con él en brazos. Martha ya tiene listo su tete y se lo doy.
-¿A qué no es la cosa más hermosa que has visto? -Dice la señora haciéndole gestos gracioso al bebé, este sonríe con su tete aún en la boca
-Una hermosura -sigo sus halagos.
El día pasa de prisa, y en la tarde, estoy peleando me con una máquina dispensadora de café que se encuentra en la cocina, Martha está arreglando el cuarto de los señores, mientras yo intento hacernos un buen café con leche, pero la máquina infernal puede conmigo
Resoplo varias veces con frustración, hasta que unas manos pasan por ambos lados por encima de mi cabeza, me tenso al instante al sentir su cuerpo cerca del mío, pero sin llegar a tocarme. Mis fosas nasales se inundan de un delicioso perfume masculino .
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El compás de tus besos
Roman d'amourIsabella es una chica carismática e inteligente proveniente de un país con una creciente pobreza a casua de sus gobernantes, a sus 25 años de edad decide abrir rumbo a otro lugar donde pueda tener un mejor futuro, y así porque sacar adelante a sus s...