Capítulo 17[parte 3]

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Sentía el helado recorriendo mis labios, y lo único que se me ocurrió fue besarla, besar esos labios que no paraban de soltar esas carcajadas, por mi reacción.

Sentí como ella se quedaba tensa, pero a los pocos segundos me correspondía con las mismas ganas que yo.

No podía resistirme a no sujetarle esa fina cintura que tenía, mientras que ella rodeaba sus brazos en mi cuello, haciendo que de esta forma oliera su perfume.

Sus labios eran suaves, y muy rosados, podría decir que era lo que más me gustaba de ella después de sus ojos.

He estado con tantas tías que no podría decir cuál de todas ellas besaba mejor, pero Cami lo hacía muy bien.

No sé porque he reaccionado de tal manera pero, es que desde esa vez que la vi por mi barrio, me gustó, no se me pasa ni por un segundo que esto sea amor, ni mucho menos.
Sé lo bonito que es estar enamorado de alguien y más si ese amor es correspondido, pero no todo es para siempre.
Sólo me he enamorado dos veces en los dieciséis años que tengo de vida, la primera fue en primaria, cuando eres el típico niño apartado de clase, el gordito y con él que nadie quería jugar, y ahí se encontraba Lucy la niña más guapa de toda mi clase y la niña que más me rechazaba...

Claro, en ese entonces no me miraba si no era para reírse de mí, pero ahora años después en los que los dos hemos crecido, madurado y cambiado tanto físicamente como mentalmente, si que quiere algo conmigo, pero en mi caso sería lo último que haría.

La segunda persona era...
Laila, una de las compañeras de mi hermana, salí con ella hace meses atrás, es muy guapa y desde que iba a la clase de mi hermana me gustaba, pero gustar lo que es gustar: el físico.

Estuvimos saliendo cinco meses, cuando de repente ella ya no era tan cariñosa, estaba cada día más y más distante, hasta que un día me dejó, así sin más.
Estuve insistiéndole a mi hermana para que me dijera lo que le pasaba o la simple razón por la que le puso fin a lo nuestro, pero ella no se inmutaba a decir ni una sola palabra, y lo único que se me pasó por la cabeza era que ya estaba con otro.
Y sólo de pensarlo se me revolvía el estómago, podía perdonar todo menos que me engañara con otra persona.

Terminamos nuestro beso, pero ella seguía con los brazos en mi cuello, haciendo que observe más detenidamente sus ojos.

-Bueno qué ¿te vas a quedar mirándome un ratito más?.- me pregunta, enseñando esos dientes tan bonitos.

-Esa frase es mía.- digo haciendo un puchero.

-Ahora es mía.- dice, mientras suelta una carcajada.

No sé que decirle, y lo único que me viene a la cabeza es sonreírle.

Quita los brazos de mi cuello, y se levanta de puntillas para alcanzar mi oído y me susurra:

-¿Te digo una cosa?

-Dime.- le respondo.

-Me encanta tu sonrisa.

Tenía en mente decirle que me encantan sus ojos, pero...

De repente suena la melodía procedente de mi móvil.

¿Siempre tiene que haber algo que interrumpa momentos así?

Deslizo el dedo al icono de llamada para contestar.

-Dime.

-No me digas que has dejado a tu hermana ¡sola!

Anónima taquilla 36 [pausada...]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora