Capitulo 17

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Mateo
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Estos últimos días me sentí muy feliz.

Los momentos que he creado junto a Nayla, son recuerdos que no quiero olvidar jamás.

Cada que la miraba mi corazón se aceleraba, cuando se reía de algunos de mis chistes y su risa era como una hermosa melodía para mis oídos, y admirarla es el mejor pasatiempo para mi, que desearía verla más seguido.

Estoy en el trabajo, ya casi saldré y podré ir a la feria a estar un rato con ella.

—Atiende la mesa 8, acaban de llegar—dice Abdiel, es como el segundo jefe del restaurante.

—Vale—le respondo y voy hacia la mesa.

Ordenan y voy a depositar en una caja que esta en la cocina la nota de lo que quieren los clientes.

—Oye Mateo, hay un delivery, ¿puedes o mando a alguien más?—dice Abdiel.

Que aburrido es hacer delivery, una vez un señor casi me termina golpeando por estar tocando su timbre a cada rato y al salir solo llevaba puesto un bóxer y me grito que qué mierda queria porque interrumpi el momento de sexo con su esposa.

Y lo más estúpido es que no era la casa correcta.

Que vergonzoso, campeón.

—Iré yo, no te preocupes.

Abdiel asiente y corre a la cocina a traer el pedido y yo voy al mini estacionamiento donde están tres motos en las que hacemos los delivery.

Enciendo la moto y llega Abdiel a entregarme la orden, me manda la dirección a mi celular y salgo del restaurante.

Después de unos 20 minutos doy con la casa, queda algo largo, camino hacia la puerta y toco el timbre.

Abren la puerta y doy un paso hacia atrás, al otro lado de la puerta hay una pequeña niña de ojos azules y me mira con mucha desconfianza.

—¿Quién eres?—pregunta con una voz aguda.

—Eh..—me aclaro la garganta—Soy un repartidor de comida y vengo a dejar esta orden, ¿se encuentran tus padres?

—Si.

¿Ahora que?

—¿Les podrías avisar que traigo su orden?

—No.

Dicho eso, me cierra la puerta en la cara. Pues vaya, admiro toda su amabilidad, pero no pasa ni un minuto cuando vuelven a abrir la puerta, esta vez sale una señora y veo a la niña detrás de ella.

—Disculpa a Celeste, espero no te haya incomodado o algo—dice la señora con una sonrisa amable.

—Oh no, tranquila, acá está su orden.

—Muchas gracias, joven.

Asiento y doy media vuelta, agarro mis llaves para encender la moto y siento como una piedra impacta en mi espalda.

Volteo a ver y encuentro a Celeste en la ventana de su casa y la muy mocosa me saca la lengua y se mete a su casa.

Pff.

Lo bueno es que no la voy a volver a ver nunca más.

Regreso al restaurante y todavía me quedan unas dos horas más de trabajo.

(....)

Ya acabe mi jornada de trabajo, me quito el uniforme y me coloco mi ropa normal.

—Nos vemos mañana, Mati—se despide de mi Carolina, me cae mal que me diga ese apodo.

Un Verano Inolvidable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora