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Familia

No sabían cuanto tiempo habían estado ahí, pero era seguro que había sido bastante ya que el sol se podía apreciar por completo, sus rayos cálidos del bello amanecer pegaban en sus rostros y la suave brisa mañanera de igual manera lo hacía

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No sabían cuanto tiempo habían estado ahí, pero era seguro que había sido bastante ya que el sol se podía apreciar por completo, sus rayos cálidos del bello amanecer pegaban en sus rostros y la suave brisa mañanera de igual manera lo hacía.

Tanto los ojos del pelirrojo y los tuyos miraban aquel amanecer, la sonrisa aun persistía en tu rostro estando tranquila por la compañía reconfortante de Yoriichi ahí.

— El amanecer es tan lindo... — murmuraste terminando con el silencio entre tú y él — ¿Así es todos los días? —

El de aretes hanafuda bajó un poco su mirada al ser tú de estatura un poco más pequeña que él para encontrarse con la tuya. Por tu expresión parecía ser que nunca habías visto un amanecer tan hermoso como el que presenciaban ahora, aunque la realidad eso era, a pesar de que él supiera que muchas veces que contigo admiró un amanecer así, lamentablemente tú no lo recordabas.

Yoriichi asintió con un ligero movimiento de cabeza ante tus palabras, sonreíste mientras volvías a ver hacia el horizonte en el exterior de esa ventana.

— Podemos... ¿Salir para ver bien el amanecer? — pediste al tener esa idea en tu cabeza segundos después de que el silencio volvió a reinar entre ustedes. El pelirrojo pareció meditarlo, pero asintió al final.

Tomó nuevamente de tu mano para sujetarla con suavidad y ligera fuerza para que no te cayeras, caminó junto contigo y a tu ritmo hasta la puerta de la habitación y luego recorrer los pasillos de la finca. No se miraba a nadie aún despierto a esa hora y por eso no había ningún ruido, solo sentía las presencias de algunos de sus compañeros cazadores descansar de sus heridas en las demás habitaciones.

Visualizó el shoji que daba al jardín de la finca para que al acercarse ahí lograra deslizarla y te dejara ver como era el exterior. Había muchos árboles rodeando ese lugar y la mayoría de ellos tenían lindas flores de un color lila, eran glicinas. El pasto estaba tierno y muy verde a dónde sea que mirases, había arbustos de flores con pétalos de muchos colores y se podía ver a esa hora algunas mariposas revolotear por ahí.

Junto con la ayuda del hombre que tomaba tu mano caminaron hasta llegar al medio de ese jardín, tu mirada recorría cada lugar dejándote asombrada por lo bonito que se veía, era obvio, para ti en ese momento nunca habías visto algo igual.

En tu rostro una ligera sonrisa adornaba por todo lo que tus ojos veían, pero poco a poco tu expresión fue cambiando a una más triste hasta ocasionar que un suspiro abandonara tus labios. Yoriichi se percató de tu semblante y lo confundió.

— Aún no puedo creer que... Durante cinco meses me perdí de estos lindos amaneceres... — murmuraste con la mirada en las esponjosas nubes del cielo, recordando lo que todos te habían dicho al despertar.

El cazador relajó su expresión para verte comprensivo y luego dirigir su mirada a dónde tu veías, sintiendo como las areolas de sus ojos brillaban escasamente por los rayos del sol — No pienses en eso, ahora lo estás mirando y eso lo que importa — dijo con voz suave.

AMNESIA || Yoriichi Tsugikuni Donde viven las historias. Descúbrelo ahora