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Suave melodía

Desde aquel suceso no haz vuelto a ver al cazador de cabello borgoña, ya han pasado unos cuantos días y todo este tiempo te has encontrado en casa, aunque en realidad desde que despertaste de tu coma y llegaste a tu hogar no has salido mucho al te...

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Desde aquel suceso no haz vuelto a ver al cazador de cabello borgoña, ya han pasado unos cuantos días y todo este tiempo te has encontrado en casa, aunque en realidad desde que despertaste de tu coma y llegaste a tu hogar no has salido mucho al tener en cuenta que no reconocías bien ninguno de tus alrededores, pero ahora tu padre te había ordenado que por ningún motivo salieras de ahí, y de ser necesario solo podías salir con la compañía de tus hermanos o tu mismo padre, aunque al estar muy pocas veces en casa eso no pasaba muy seguido.

No sabías comprender exactamente como te sentías, la agradable presencia del cazador te gustaba tanto, pero te dejaba confundida de como tan solo verlo un segundo tu corazón latía con fuerza.

Por otra lado, también estaba el asunto de lo que tu padre te prohibió, te dejó intranquila al no comprender por que te quería mantener lejos de los cazadores y de los demonios, ¿Cómo haría eso? Si toda tu familia y los que te rodean son cazadores de demonios, de hecho, por palabras de Yoriichi supiste que tú antes de sufrir la pérdida de memoria eras una cazadora.

Por tales pensamientos incomprensibles terminaste por suspirar un poco cansada y levantaste la mirada para ver el cielo azul de esa tarde que era acompañada por algunas esponjosas nubes. Te encontrabas bajo la sombra de un frondoso árbol verde para que los rayos del sol no pegaran directamente en tu cuerpo, podías sentir la brisa fresca de esa tarde mecer tus suaves cabellos y acariciar suavemente tu rostro.

Habían pasado algunos días desde la última vez que viste a Yoriichi, algo dentro de ti se oprimía por esa razón, extrañabas poder verlo, además de que él no ha venido a visitarte a tu finca este tiempo, pensabas que se había molestado por lo que pasó.

Bajaste la mirada a tus manos, viendo en ellas como sostenían los aretes hanafuda que el peli-burdeo te había prestado aquel día en que te ofreció su ayuda para que pudieras entrenar, no te los habías quitado ni en el momento que entrenaron y te los habías quedado aquella vez por accidente. Los sostuviste entre tus manos y los llevaste a la altura de pecho, cerrando los ojos y sintiendo como por ahora eso era lo que te hacía estar en paz cuando su presencia no estaba a tu lado.

Te colocaste los aretes para sentir la tranquilidad que él te brindaba cuando estaba contigo y mantuviste los ojos cerrados por unos cuantos minutos hasta que repentinamente los abriste cuando tu piel se erizó al percibir alguien acercarse a tus alrededores. Miraste a cada lado del extenso jardín de tu finca para luego levantarte del pasto con rapidez al reconocer dicha presencia en cuestión de segundos, creíste que lo habías invocado de tanto haber pensado en él.

Al caminar hasta la entrada que dividía tu finca del sendero y del bosque pudiste confirmar que aquella presencia era realmente quien esperabas ver, aquel hombre se acercaba hasta ti y tu rostro reflejó una amplia sonrisa.

—Yoriichi... —murmuraste sin perder la sonrisa en tus labios, no esperaste a que llegara a ti por completo y te acercaste a él para abrazarlo repentinamente, tomándolo un poco por sorpresa, pero que no dudó en corresponder en cuestión de segundos. Una vez más eso volvió a traerle nostalgia al sentirte cerca de él—. ¡Me alegra verte de nuevo! —exclamaste al separarte un poco de él y poder observar la expresión serena en su rostro, como era la usual.

AMNESIA || Yoriichi Tsugikuni Donde viven las historias. Descúbrelo ahora