-¿Es usted el Señor Kim?-
Jin miró hacia el hombre que hablaba, sorprendido por la suavidad de la voz que oyó hasta que vio al hombre pequeño y delgado de pie a su lado. Entonces todo tuvo sentido. Ningún hombre que visitaba regularmente el bar de Jin hablaba tan tímidamente. Podría acabar con alguien muerto.
Había una excepción, y estaba delante de Jin, con la cabeza baja, los ojos mirando al suelo, como todas las mascotas debían hacer. Toparse con los ojos de un amo podría ser visto como un desafío por el poder, y eso podía causar la muerte.
-Soy Kim.- Respondió lentamente.
Estaba intrigado sobre lo que esta mascota quería. A pesar de que no era raro que una mascota se acercara a él, era raro que una hablara antes de que le dieran permiso para hacerlo. No era muy apreciado.
-¿Kim Seokjin?-
Jin se enderezó y se recostó en su silla. Cruzó los brazos sobre el pecho mientras miraba al hombre.
-¿Quién quiere saberlo?- Le preguntó, con curiosidad, porque no mucha gente tenía la confianza de llamarlo por su nombre de pila. Todo el mundo en general sólo lo llamaba Kim.
Se sorprendió por el brillo de desesperación en los ojos de color verde claro que se alzaron para encontrarse con los suyos por un breve segundo. Todo el cuerpo del hombre se agitó, y parecía a punto de desmayarse en el suelo. Estaba claramente aterrorizado.
-¿Por favor, Señor?-
-Sí.- Dijo Jin, suavizando su respuesta cuando vio la ansiedad del hombre a través de su susurro angustiado. -Soy Kim Seokjin.-
El alivio que se apoderó del hombre no se hizo esperar y sus hombros cayeron como si un gran peso hubiera sido arrancado de ellos. Cerró los ojos un momento y se dejó caer al suelo cuando los volvió abrir de nuevo. Metió la mano en su bolsillo y sacó un sobre blanco, entregándoselo.
Jin casi se cayó de la silla cuando el hombre se arrodilló en el suelo, a sus pies. Él se echó hacia atrás, levantando los brazos a un lado mientras observaba al hombre moverse bajo la mesa, entre sus piernas, para poner ahí su cabeza.
El hombre dejó escapar un pequeño suspiro de satisfacción, y toda la tensión de su cuerpo pareció desvanecerse ante los ojos de Jin. El pequeño parecía jodidamente feliz de estar justo donde estaba sentado, entre las piernas de Jin, y estaría mintiendo si dijera que no era algo que le gustaba del hombre que está sentado allí.
A medida que el hombre se acurrucó junto a él, Jin recordó el sobre que tenía en la mano. Curioso, rompió el sello de cera y lo abrió, sacando un pedazo de papel de pergamino canela. Él frunció el ceño cuando lo abrió para leerlo.
"Estimado Kim Seokjin:
Yo sería el primero en decir que tú y yo no estamos de acuerdo en casi nada. Tuvimos nuestra cuota de diferencias en los últimos años. Sin embargo, nunca te vi como cualquier cosa aparte de un adversario honorable.
Dicho esto, no hay nadie más a quién sienta que pueda confiar mi precioso tesoro con excepción de ti. Sé que vas a proteger a mi Jungkook con todo tu ser. Si estás leyendo esta carta, algo me pasó y ya no soy capaz de cuidar de él. Mi Jungkook es especial, muchas personas lo quieren para sus propios fines egoístas, y espero que lo mantengas a salvo.
Jungkook es un alma gentil que necesita una mano firme, guía, y un lugar seguro para estar. Espero que puedas proveer eso para él. Le informé al muchacho que ahora te pertenece y debe servirte como él me sirvió. Él entiende sus funciones. Su contrato personal fue modificado, y tu nombre sustituye al mío como su Maestro.