Los ojos de Jungkook se abrieron cuando escuchó una alarma sonando a su alrededor. Nunca había oído un ruido parecido antes. Se asustó.
Comenzó a temblar cuando Jin, de repente, se sentó y miró alrededor frenéticamente. Eso no podía ser bueno.
-Mierda.- Jin gruñó cuando salió de la cama y corrió hacia el cuarto con la puerta de acero, metiendo un código.
La puerta se abrió y se coló hacia adentro. Jungkook sólo se quedó allí. No tenía la certeza de lo que debía hacer. Nunca tuvo una alarma disparándose mientras estaba dormido. Jin caminó de vuelta hacia el cuarto y rápidamente se vistió. Cogió una espada de un compartimento escondido en la pared y se dirigió hacia la puerta.
-Quédate aquí, Jungkook.-
Jungkook asintió rápidamente.
-Sí, Amo.-
Se sentó y tiró de sus rodillas hasta el pecho mientras Jin salía corriendo del cuarto. El silencio que llenó el aire mezclado con la tensión que atravesaba su cuerpo le hizo acordarse de cuando el Maestro Park había sido atacado. Todo había estado tan tranquilo. Y entonces no lo estaba.
El sonido de la lucha del Maestro Park, y luego su muerte, era algo que Jungkook nunca olvidaría. Pero más que los gritos que escuchó fue el silencio lo que le aterrorizó. Odiaba el silencio y estar esperando para descubrir si su Amo estaba vivo o muerto.
La espera fue horrible.
Jungkook no sabía lo que haría si perdía otro Maestro. No tendría a nadie esta vez. Sería una mascota sin dueño, un pase libre para cualquiera que tratara de cogerlo.
-Aquí, póntelo.- Jin gritó cuando entró corriendo en el cuarto y le arrojó algo. -Y que sea rápido.-
Jungkook estaba tan aliviado al ver a Jin que no podía moverse. Sintió como si estuviera congelado en el sitio en cuanto examinaba cada centímetro de su cuerpo buscando heridas.
-¡Jungkook!-
Jin chasqueó los dedos delante de su cara. Parpadeó y entonces se dio cuenta de que no había seguido las órdenes de su nuevo Maestro.
-Disculpe, Amo.-
-Sólo vístete, Tenemos que irnos.-
-¿Maestro?-
Jungkook se hizo eco mientras observaba cómo Jin cogía cosas y las metía en una bolsa negra. Se movió hacia el borde de la cama, se levantó, y luego comenzó a subirse los pantalones que Jin le había dado. Estaba feliz de que tuvieran un cordón, porque podía apretarlo en la cintura. El largo, no obstante, no tenía arreglo. Tenían que ser unos pantalones de Jin. Eran enormes.
-¿Uh, Amo?- Preguntó mientras miraba la tela reunida alrededor de sus pies.
Jin miró y luego frunció el ceño.
Jungkook chilló cuando Jin cogió un gran cuchillo muy afilado y lo miró. Se puso de rodillas y empezó a cortar el resto de tela de la parte inferior de los pantalones hasta que llegaron a sus pies.
-Esto debería bastar.-
Jungkook respiró hondo cuando Jin empezó a levantarse. Su camisa estaba roja carmesí.
-Amo, está sangrando.-
-¿Qué?-
Jungkook extendió la mano y tocó tímidamente el brazo de Jin hasta justo debajo de la mancha roja.
-Su brazo, amo. Está lleno de sangre.-
-Oh, ¿eso?- Jin se encogió de hombros. -No es nada.-
-¿Nada?- Jungkook se hizo eco suavemente. Seguramente el hombre precisaba de ayuda o algo así. Estaba sangrando. -¿Precisa de sangre, Amo?-