OCHO

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Hacía horas que Jin se había marchado y Jungkook estaba fuera de sí. Su Amo dijo que probablemente no estaría fuera más de una hora más o menos, pero se había marchado por la mañana, el sol comenzaba a ponerse y no contestaba al teléfono. Sólo sabía que algo terrible le había pasado. No había otra explicación. Jin nunca estaría fuera durante tanto tiempo si podía evitado. No querría que él tuviera miedo. Al menos, esperaba que no lo quisiera.

Jin parecía un buen Amo, cariñoso, y desde la noche anterior, cuando lo folló, se había vuelto más amoroso y protector. Todavía no entendía bien lo que quería decir ser su pareja, pero esperaba que significara que no tendría que dejarlo. Realmente le gustaba Jin.

Jungkook se frotó la sien mientras caminaba alrededor de la pequeña habitación. Su cabeza empezó a dolerle hacia un par de horas y sabía que era todo el estrés y la preocupación. En el momento que Jin regresara, pararía.

- Jungkook.-

Se sobresaltó cuando oyó a alguien en la sala principal decir su nombre. Debería estar mirando los monitores, pero se le había olvidado en su preocupación por su Amo. Jin estaría tan molesto con él...

Corrió hacia los monitores y vio a un hombre de pie en medio de la habitación, mirando a su alrededor. Había algo familiar en el hombre, pero no conseguía ubicarlo. Sabía que lo había visto antes ¿pero dónde?

-¿Jungkook?- El hombre gritó. -¿Estás aquí?-

Se mordió el labio. Su Amo le había dicho que estuviera quieto si viera u oyera algo. Claramente había sido una orden.

-Jin me envía.-

¡Jin!

Jungkook fue hacia la puerta aún con esas palabras resonando en su cabeza. Debía permanecer oculto en la habitación y no salir para nada, pero...

-Está herido, Jungkook. Te necesita.-

Se retorció las manos mientras saltaba de un pie a otro. Quería ir hasta el otro hombre y pedirle que le llevara hasta él, pero al hacer eso, estaría desobedeciendo a su Amo. Tenía un Amo maravilloso y no quería que se enfadara con él.

¿Qué tenía que hacer? ¿Qué tenía que hacer?

-Mi nombre es Kim NamJoon. Nos conocimos en el bar.-

Al oírlo, se acordó del hombre.

-No te voy a hacer daño.-

Entrecerró los ojos mientras miraba hacia abajo, a los monitores y se acordó, también, del deseo en los ojos del hombre cuando le había mirado. No confiaba en él. Bueno, en realidad, no confiaba en nadie, excepto en su Amo, y en NamJoon, incluso menos. Cualquiera que codiciara la mascota de otro Dom estaba equivocado.

-Maldita sea, Jungkook.- Gritó NamJoon. -No tengo tiempo para esta mierda. Jin se está desangrando, y tú estás ahí con juegos mentales. ¡Fuera de aquí ahora mismo!-

Su corazón se rompió.

¿Y si estaba diciendo la verdad? ¿Y si no lo estaba?

No sabía qué hacer. Si estaba diciendo la verdad e ignoraba la orden, Jin podría morir, pero si estaba mintiendo y aceptaba la orden, podría morir. Realmente no había ninguna decisión que tomar.

Rápidamente miró alrededor de la sala buscando cualquier tipo de arma. Conociendo a Jin, tendría algunas en la habitación, pero probablemente estarían escondidas. Sus ojos aterrizaron en una pequeña caja marrón de madera que estaba en el borde de la mesa. Se inclinó, agarró el lateral de la caja y la atrajo hacia él.

Como lo sospechaba, la caja estaba llena de cuchillos. Jin era un hombre extraño. No le sorprendería si cada pared tuviera un compartimiento oculto con armas porque parecía que le gustaban sus armas y sus escondites secretos. Cogió algunos cuchillos, aunque, una vez hecho, no estuviera seguro de qué hacer con ellos. No tenía zapatos ni ropa interior, así que esconderlos allí no era posible.

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