DOS

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El corazón del muchacho latía en su pecho ante la respuesta de su nuevo Amo. Desesperadamente quería abrazarlo, dar las gracias al hombre por haberlo aceptado, pero había recibido la orden de sentarse en silencio y no hacer ningún ruido. Quería demostrarle a su nuevo Amo que había tomado una buena decisión. Podía seguir órdenes, de verdad que podía. Cometió errores de vez en cuando, pero podría ser una buena mascota si trataba muy, muy duro.

Un terrible miedo a estropearlo y que Jin le regalara a otra persona, asaltó a Jungkook. Él no quería ser de otra persona. Su antiguo Maestro había hablado con él durante horas sobre Jin, diciéndole que sólo él podría mantenerlo a salvo.

El cuerpo del muchacho comenzó a temblar mientras su preocupación aumentaba. Trató de tranquilizarse, para mantener la calma, pero el miedo empezó a nublar su cerebro. Trató de no moverse demasiado mientas tiraba de la tela de su camisa. Eso le tranquilizaba.

Largos dedos acariciaron su pelo. Jungkook no pudo contener su llanto silencioso ante el toque. Agachó la cabeza y metió la mano en su boca para amortiguar el sonido.

Cuidadosamente se movió para sentarse más cerca, entre las piernas fuertes y musculosas de Jin, apretándose contra el hombre. Jungkook cerró los ojos cuando apoyó su cabeza contra el muslo de Jin. Fue sólo cuando su cabeza cayó sobre el cuero suave y blando que olfateó el olor único del hombre. Casi gimió. Jin olía a hombre, sudor y cuero, una combinación explosiva.

Jungkook no sabía qué hacer. Si hubiera estado con su viejo Maestro, le habría bajado los pantalones y tomado la polla del hombre en la boca. Él no sabía si eso era lo que su nuevo amo quería de él. Jungkook odiaba esto. Odiaba no saber las reglas o lo que él debía hacer. Había estado con el Maestro Park durante años, casi antes de que pudiera recordar. La dinámica de sus relaciones fue establecida hacía mucho tiempo.

El Maestro Park siempre dejó las reglas muy claras. Jungkook sabía lo que el hombre esperaba, lo que él quería. Sabía dónde estaba y lo que tenía que hacer para ser una buena mascota. Él sabía cómo mantenerse fuera de los problemas. Un nuevo Maestro significaba nuevas reglas. El hecho de que el Maestro Park espera ciertas cosas de él, no quería decir que Jin lo haría también.

Jungkook tendría que estar siempre pendiente si él no quería meterse en problemas. Tendría que escuchar con atención y ver cada movimiento de su Amo en busca de pistas para poder comportarse como debía. Y esperar, desesperadamente, no estropearlo.

-¿Has tomado una mascota, Kim?-

Jungkook podía oír la sorpresa en la voz de NamJoon, y le hizo preguntarse acerca de su nuevo Amo. El Maestro Park había elogiado lo buen Amo que Jin sería. Pero, ¿qué clase de hombre era? ¿Por qué no tenía una mascota ya?

-Así es.- Jin contestó.

Jungkook sintió la caricia de la mano del hombre por su pelo un poco más. A su nuevo Amo parecía gustarle eso. Tenía que asegurarse de tener siempre su pelo suave y sedoso para su Amo. A él le gustaba también sentir la mano del hombre en su pelo.

-Pensé que declaraste bajo juramento no escoger un sumiso hasta que la guerra terminara.-

-Las cosas cambian.- Respondió Jin suavemente.

Jungkook miró a través del pelo que le caía sobre la cara al hombre que estaba sentado al otro lado de su Amo. Parecía sorprendido, con la boca y los ojos muy abiertos mientras lo miraba. A Jungkook no le gustó la forma en que el hombre le miró. Le hacía sentir incómodo.

Se empujó más estrechamente contra su Amo. Se sentía seguro rodeado como estaba por los muslos forrados en cuero del gran hombre. No quería que NamJoon pensara que estaba disponible de ninguna manera. Él pertenecía a su Amo.

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