Capítulo 3

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Lalisa Manoban se tiró de su traje Celine que casi la estaba estrangulando y se dijo a sí misma que asistir a la boda de Freen era bueno para su negocio.

En una ciudad del tamaño grande, era contraproducente insultar a la posible clientela.

Además, no podía haberse quedado en el rancho, tenía que pensar en Lily.

Tanto si le gustaba como si no, su hija estaba creciendo. No quería que la llamaran «La hija del Ermitaña».

Fué algo bueno que Lily se cruzará en su camino y adoptarla fué la mejor decisión que había tomado en su vida.

Sin embargo, de haber tenido elección, se habría quedado en el rancho en vez de estar allí buscando un nuevo futuro.

Esa era otra de las razones por las que Nancy, su ex novia, se había ido dejandola sola con la pequeña Lily, según su ex la niña era un obstáculo para las dos ya que ninguna estaba preparada para cuidar a una menor.

«No pienses en eso Lisa», se advirtió a sí misma en silencio. «No empieces a pensar en Nancy y en sus duras palabras».

¿Acaso no era ya lo suficientemente desgraciada y solitaria?

Bebió un sorbo de tequila, apoyó un hombro en la florida pared y, para distraerse, empezó a observar a las personas invitadas que se paseaban por la sala de recepciones del club de campo.

Casi instantáneamente, sus ojos se clavaron en Jennie Kim.
Esa chica de mirada felina sí que era una gran distracción.

Se fijó en el perfecto peinado de ella, en sus bonitas curvas ensalzadas por aquel vestido negro Chanel, en sus piernas y hasta en los tacones.

Al verla en la iglesia, había tenido que mirarla dos veces. Esa era una Jennie a la que no había visto antes.

Estaba acostumbrada a verla detrás del mostrador de su restaurant regalando pasteles y helados a los niños y pasándose las manos por unos cabellos siempre revueltos.

Pero esa noche, Jennie estaba diferente.

Lisa agarró con fuerza la botella de tequila y se la llevó a los labios.

Jennie estaba muy hermosa como siempre. Su cabello negro parecía más largo y pequeños mechones le acariciaban el rostro.

Sus ojos felinos parecían más oscuros, las piernas preciosas.

¿Quién habría imaginado que debajo de su acostumbrado uniforme a base de vaqueros, camiseta y delantal se escondía semejante cuerpo?

La vio moverse entre Sí. gente riendo, charlando... bebiendo.

No parecía andar demasiado derecha, sino con tendencia a tropezarse... la vio dirigirse hacia ella como lo haría una persona ebria tratando de parecer sobria.

Lisa frunció el ceño y se dijo que no era asunto suyo si Jennie quería tomar una copa de más.

-¿Te da vueltas la habitación? -preguntó Lisa cuando Jennie se le aproximó.

Jennie se quedó muy quieta, alzó la barbilla y la miró fijamente.

Parpadeó en un intento por aclararse la vista, pero no le sirvió de nada.

Lalisa Manoban no tenía uno, sino dos preciosos rostros parecía que tenía una gemela alado de ella.

Y cuanto más se esforzaba, peor la veía. Al final, se dio por vencida.

Quizá no debiera haberse bebido la última margarita, pensó Jennie mientras una oleada de calor le recorría el cuerpo.

-Hola, Lisa. No, la habitación no está dando vueltas... bueno, quizá un poco -Jennie empequeñeció los ojos gatunos-. Me sorprende verte aquí.

Flechazo Directo al Corazón (Adaptación Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora