Capítulo 1

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No veía absolutamente nada. Sus zapatillas se hundían en la mullida moqueta del rellano. Sintió unas repentinas ganas de quitárselas para poder sentir aquella alfombra. Podía escuchar el ascensor cerrarse en busca de otro huésped de aquel edificio situado en el centro de Los Ángeles. Se había sentido como una estrella de cine caminando por aquel barrio. Las tiendas que había solo eran de grandes marcas, los escaparates estaban perfectamente decorados siguiendo una estética que cautivara al cliente, todo era publicidad, la gente caminaba con su ropa cara sacada de boutiques, los hombres con sus trajes, sus camisas recién sacadas de la tintorería y sus chaquetas a medida y las mujeres con sus bolsos y sus tacones, aunque simplemente fueran a tomar un café. De pronto, al ver todo aquello, Sana se sentía muy niña. Acaba de terminar su segundo año de universidad y estaba en sus veinte, sin embargo, al estar rodeada de gente que acababa de terminar la carrera, comenzaba a trabajar y se compraba su primera casa, se sentía algo intimidada. De lo único que podía presumir es de ser propietaria de un estupendo coche, del cual no se quejaba para nada. La independencia era algo de lo que tampoco se podía quejar. En la residencia solo compartía habitación con una chica, April, muy simpática, con la que además compartía clases. Psicología era una carrera fascinante para Sana, sus notas eran altas y sus trabajos de sobresaliente, le iba mucho mejor que en el instituto. La noche anterior había tenido su fiesta de fin de año, y aquella misma mañana partió hacia Los Ángeles. Se había citado con su hermano en su nuevo piso. Sana estaba impaciente por verlo, y a su hermano también. Jimin la esperaba abajo, y sin dejarle preguntar nada, la dijo que se callara y que cerrase los ojos. Y así se mantuvo hasta que llegaron al rellano. Escuchó una llave meterse en una cerradura, la puerta se abrió, a su espalda una mano empujó a Sana para que atravesara la puerta. Fue de los sigilosos pasos, y de la suave moqueta, al ruidoso sonido de sus zapatos en la deslizante tarima flotante.

—Espera un momento —escuchó la voz de su hermano de pronto. Sus pasos se alejaron, y ya no le sentía cerca.

—Vamos, Jimin, quiero ver ya el dichoso ático para poder usar tu baño —se quejó Sana con los ojos cerrados, impaciente.

—Ya está —dijo a distancia.

Los ojos de Sana se abrieron pero su visión seguía estando en penumbras. De pronto, escuchó a su hermano al fondo pulsar un botón. Unas persianas eléctricas comenzaron a subir dejando entrar la luz del exterior, y apareciendo unas vistas espectaculares del centro de Los Ángeles. Y entonces pudo ver el apartamento por completo. Todo en él era negro, gris o blanco, de decoración minimalista, moderno, sencillo, masculino y elegante. Si Sana no hubiera sabido que aquel era el nuevo piso de Jimin, habría pensado que sería el perfecto para él. El rubio al fondo, la mirada con una sonrisa de par en par, orgullosa y pedante.

—¿Qué te parece? —preguntó.

—Guau —dijo Sana dando una vuelta sobre sí misma. Jimin soltó una risita y se apartó de las ventanas, que consistían en una enorme cristalera que llegaba del suelo al techo.

—Sí, lo sé —contestó Jimin con una sobrada sonrisa metiéndose las manos en los bolsillos de sus vaqueros—. ¿A qué es genial?

La mirada de Sana viajaba por todo el piso. La cocina americana, los muebles de diseño, todos los colores combinaban y cada cosa estaba ordenada cuadriculadamente.

—Es genial —admitió Sana, observando cada detalle—. No puedo esperar a ver el piso que papá me comprará a mí.

Jimin frunció el ceño molesto por el comentario.

—No todo lo ha comprado papá —refunfuñó. Sana le miró y bufó.

—Ah no, es verdad —soltó con tono irónico. Señaló sobre una de las mesas un marco de fotos donde aparecían Sana, Jimin y su padre—. Este marco te lo regalé yo.

enemies to lovers III [Jm + Jk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora