Capítulo 18

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Fuera diluviaba. Nike se agitó quitándose del pelaje la humedad del exterior. Jungkook también se había empapado en el paseo. Le gustaba la lluvia, pocas veces podía presenciar una buena llovizna en Los Ángeles, aunque tenía que reconocer que para pasear a un perro, lo mejor era un día soleado. A pesar de las nubes, Jungkook pudo notar que el sol ya se estaba escondiendo. Se cocinó un plato de pasta delicioso, que no dudó en servir también a Nike, y que comió gustoso. Después se sentó en el mullido sofá de Jimin, cogió su guitarra y su cuaderno, y así pasó la tarde. Cuando Nike se levantó de su pequeña siesta a sus pies, volvió a darle su paseo. Parecía que Nike quería correr, pero Jungkook iba tras él con paso lento, por lo que el animal tenía que detenerse continuamente para ver si su dueño de aquellos días iba tras él. Cuando cayó la noche Jungkook miró la cama de Jimin y dudó varios segundos, aunque el rubio le había dado permiso, y se moría por dormir de nuevo en esa cama, no estaba seguro de si era lo correcto. Por eso finalmente no lo hizo. Fue hasta la habitación de invitados y se tumbó allí. Tardó una hora en dormirse, le costaba demasiado conciliar el sueño en aquella casa. Demasiados pensamientos le cruzaban por la cabeza, recuerdos buenos, y también malos. A la mañana siguiente, Nike le despertó para su paseo matutino. Jungkook lo sacó medio dormido, y en cuanto subió de nuevo al piso de Jimin, se metió en la cama. Se repitió casi al completo el día anterior. Llamó a sus amigos, los cuales pensaban que había estado con Hoseok y luego con Sana, ya que no verían con buenos ojos que el moreno se hubiera quedado en el piso del odioso Jimin Park. Prefería ahorrarse las reprimendas de Yoongi y Namjoon. Tanto Sana como Hoseok le cubrieron. Después de una charla con sus amigos y otra con Hoseok, se dejó caer en el sofá cansado. Hoseok le había estado llenando la cabeza de mil pensamientos, como siempre hacía.

—¿No estás incómodo en el piso de tu ex?

Lo extraño es que no lo estaba. Solo sentía cierta incomodidad al darse cuenta de que estaba tan a gusto en el piso de Jimin, como cuando aún estaba con él. Pero él ya no podía sentir esa libertad con las cosas del rubio.

—No me siento tan raro como debería estarlo —se limitó a decir Jungkook tumbado en el sofá con Nike casi encima suya.

—¿Has hurgado en sus cosas?

—¡Claro que no! —exclamó Jungkook.

—¿Qué? ¿Y a qué esperas?

—¡¿Eso es lo que harías tú?! —inquirió el castaño—. ¡¿Ponerte a mirar sus cosas?!

—Oye, que no es como si comenzaras a olisquear su ropa interior, solo es cotillear un poco —dijo Hoseok al otro lado del teléfono—.

¿No sientes curiosidad por saber si aún guarda algún recuerdo tuyo? Ya sabes... fotografías, algún regalo...

Jungkook bajó la mirada, claro que se había preguntado si Jimin conservabas cosas de él. Agitó la cabeza.

—Estás comenzando a ser una mala influencia para mí..., y eso que no podría estar peor influenciado —contestó Jungkook.

Hoseok finalmente dejó el tema. Tras colgar, Jungkook sacó a Nike. Iba tan inmerso en sus pensamientos que ni siquiera se fijó en las nubes que asomaban en el cielo. Así fue como le pilló la lluvia. Una vez en el piso, Jungkook se miró la ropa empapada. Suspiró y comenzó a deslizársela. Metió la camiseta directamente en la secadora, seguida de su vaquero. Se agitó el pelo mientras caminaba hacia la habitación de invitados, donde tenía sus cosas. Allí estaba la ropa del día anterior, manchada de la pasta que comió. Llevó sus ojos al cielo desquiciado. Lanzó con rabia la camiseta al suelo. Su mirada fue hasta la habitación de Jimin. Podía usar algo de él, no tenía por qué enterarse, lo tendría limpio antes de que llegara al día siguiente. Fue en ropa interior hasta el cuarto del rubio. Entró en esa habitación que solo le había traído buenos recuerdos. Fue con inseguridad hasta el vestidor de Jimin. Estaba seguro de que el rubio tenía todo ordenado según el tipo de ropa, por lo que se alejó de la zona de trajes y abrió uno de los cajones para poder encontrar cualquier camiseta cómoda, sin embargo, se topó con su ropa interior, y le vino a la mente su conversación con Hoseok. Puto Hoseok, siempre le hacía perder el norte con sus tonterías. Comenzó a buscar en el cajón alguna de las prendas de ropa interior que solía dejar allí hacía dos años, únicamente para usarla en vez de coger la ropa íntima de Jimin, o eso se dijo a sí mismo. Nada. No encontró nada suyo. Supuso que cuando Jimin dijo que intentó olvidarle habló en serio, y se deshizo de todas sus cosas. Cogió una de las prendas de Jimin y un pantalón. Su ropa siempre olía tan bien. Todo era nuevo y estaba impecable. Jungkook recordaba perfectamente que Jimin podía llegar a ponerse una camiseta como máximo seis veces, y eso ya era mucho. Después, enseguida renovaba. No es que fuera un loco de la moda, simplemente le gustaba estar perfecto, y eso significaba estar siempre a la última. Dejó las prendas sobre la cama, dispuesto a buscar toallas limpias, cuando vio al fondo del vestidor unas cajas. No supo que le llevó hasta ellas. ¿Intuición? Tal vez las inmensas ganas de ver que conservaba un pedacito suyo. Y así fue. En aquellas cajas estaba toda su historia. Fotografías, regalos, vales, su ropa, tarjetas... Todo estaba allí, todo lo que recordaba..., y lo que no. Mientras ojeaba sus vales escritos a mano con una sonrisa llena de nostalgia, encontró un papel que no tardó en desdoblar.

enemies to lovers III [Jm + Jk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora