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Las cosas mas importantes son siempre las mas dificiles de contar.

Son cosas de las que uno se avergüenza, porque las palabras las degradan. Al formular de manera verbal algo que mentalmente nos parecía ilimitado, lo reducimos a tamano natural.

Claro que eso no es todo, ¿verdad? Todo aquello que consideramos más importante está siempre demasiado cerca de nuestros sentimientos y deseos más recónditos, como marcas hacia un tesoro que los enemigos ansiarán robarnos. Y a veces hacemos revelaciones de este tipo y nos encontramos solo con la mirada extrañada de la gente que no entiende en absoluto lo que hemos contado, ni porque nos puede parecer tan importante como para que casi se nos quiebre la voz al contarlo. Creo que eso es precisamente lo peor, que el secreto lo siga siendo, no por falta de un narrador, sino por falta de un oyente comprensivo.

Tenia yo casi trece años cuando vi por primera vez a una persona muerta. Ocurrió en 1982, hace ya mucho tiempo... aunque a veces no me parece tanto, sobre todo, cuando despierto de noche tras haber visto en sueños el granizo que caia en sus ojos abiertos.

OtoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora