Chapter 4.

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❝ Hay que temerle más a los vivos que a los muertos.❞


—Entra a la casa ahora, Rosé. —Le pidió Hyeri antes de lanzar la caja a la basura con enojo.

La rubia obedeció inmediatamente asustada por la carta y por la hora en la que habían dejado esa caja. ¿Quién rayos vendría casi a las doce de la noche?

Mientras tanto Hyeri miró por los arbustos y por toda la calle fijándose si alguien seguía ahí, al no ver a nadie decidió entrar nuevamente a la casa cerrándola con seguro.

—¿Vas a explicarme lo que está sucediendo?

—Hyeri unnie...yo no sé. Esta tarde yo quería una manzana de caramelo y una chica con mechas celestes se me acercó. —Dijo en voz bajita terriblemente asustada por lo sucedido. —...Quería comprarme todas las manzanas pero no acepté.               

—Dios, Roseanne. No voy a dejarte sola, tienes a una jodida loca siguiéndote. Y tus padres ni siquiera están la mayor parte del día. —Reclamó enfadada paseándose de un lado a otro, le desesperaba que no hubiera nadie en la casa de la menor. —Me quedaré todos los días hasta que tus padres lleguen.

—Estoy asustada...unnie.

La mayor la miró y sólo por un segundo Rosé pensaba que era buena idea confesarle lo de la página en la que se metió.             

—Calma, Rosie. No dejaré que nada te suceda, hablaré con tus padres. ¿Está bien?—la castaña lo abrazó en un intento por calmarla y le acarició los rubios mechones.             

Pero Roseanne no contestó, estaba muy asustada. Ni siquiera se había dado cuenta de que esa chica azabache de mechas la seguía, lo peor es que le dijo que vendría por ella.

Y la joven rubia lloró esa noche por haber entrado a esa página. Por otro lado, HyunJin no podía dormir bien y todo era por el constante miedo. Y él claramente sabía porque estaba tan aterrorizada. Rosé estaba destinada a tener un final cruel, a ser utilizada para el propio beneficio de los hijos de puta que estaban en la Deep Web, sabía perfectamente las torturas que eran capaz de hacer ahí.                  

Lo sabía perfectamente porque él también lo hacía.

Negando se levantó de inmediato de la cama y sacó toda la ropa de sus cajones encontrando lo que tanto quería: la pistola de protección.

—No dejaré que nada malo te suceda, Roseanne. Es mi culpa, yo te metí en el infierno y lo justo es que te saque.


Los días parecían ir con normalidad después de que recibieran la carta, una semana exacta había pasado. Los señores Park estaban enterados de la acosadora gracias a Hyeri, ella se había ofrecido a cuidarla todas las noches con ayuda de su hermana. Estaban pendientes de todo, de las personas que tocaban el timbre, de que las cortinas de las ventanas estuvieran cerradas. A decir verdad le estaba ayudando a la rubia a sobrellevar la situación y todo parecía transcurrir bien.

La castaña suspiró frustrada, Rosé ya había faltado una semana y no podía faltar más o entonces no se graduaría de la preparatoria. Lo cierto es que Hyeri no se sentía lista para dejarla salir, tenía miedo de que algo le pudiera ocurrir mientras no estaba ella para ayudarla.

—Oye, cariño. Todo estará bien con Rosie, ya es hora de que asista a clases, no hay señales de esa tipa acosadora. —Le dijo la madre de la rubia mientras tomaba su bolso para salir de casa pero antes le dejó un beso en la sien a su hija. —Adiós, mi amor. Hyeri, cariño, cuídalo bien.

𝐃𝐞𝐞𝐩 𝐖𝐞𝐛┃𝐂𝐡𝐚𝐞𝐧𝐧𝐢𝐞/𝐑𝐨𝐬𝐞́ 𝐇𝐚𝐫𝐞𝐦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora