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CAPÍTULO TRES: Oveja Pérdida

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CAPÍTULO TRES: Oveja Pérdida

La fiesta aún no termina y las personas siguen bailando como si no hubiera un mañana, algunos vomitan en el fregadero junto quiénes les acarician las espaldas para que expulsen todo, otros andan hablando con los tiestos de alrededor. Pero ninguno como Gun quién al acercarse al único mueble disponible, hay personas sentadas hablando entre sí, todos ellos se ven cercanos quizás son amigos inseparables. Sin pensarlo dos veces Gun expresa su molestia en un grito: «¡AHORA NO TENGO DÓNDE SENTARME!» Da una voltereta exagerada para irse. Sale al exterior  azotando la puerta detrás, distancia la reja entonces baja los escalones hasta vomitar en el patio. Ve su vómito como arcoiris neón.
Tras tres arcadas vacías, endereza la espalda reajustando sus gafas. Observa el vómito que por consecuencias de las drogas ve como arcoiris. —Ay... Eso vino de mí. Creo que un alienígena me embarazo, ¡estoy embarazado! ¡Estoy...! — Se alza la prenda superior para toquetear su plano estómago que abdominales no tiene, para revisar si siente alguna patada o vida. Hay tanta tensión que se siente en una película de ciencia ficción. Por instantes siente que este podría ser el típico intro y que él es el primero en morir. Agranda los ojos súper dramático, su propio miedo le provoca hiperventilación.

Tal cual la tensión fuera una melodía siniestra hace silencio para permitir que los órganos rujan advirtiendo hambre, no la presencia de un bebé. Gun suspira aliviado.

—No hay bebés. Mi estómago no estallará. — Se abraza el estómago ensanchando una sonrisa tonta.

—Perdona, chico, ¿estás bien? — Una voz masculina aparece pasos atrás.

—¡Sí! Sí, estoy... — Al girar se le caen los anteojos. —Uy, — Se agacha para buscarlos con las manos. Busca, busca... Pero ve dos converses borrosas entrar a su campo de visión. El dueño de tales dobla las rodillas y parece agarrar los anteojos.

—Ten. — Se los ofrece devuelta. Quien sea que sea tiene los brazos grandes pueden parecer los de un oso, pero las manos son como las de cualquier otro varón con dedos atractivamente largos y uñas redondas. Su piel luce dorada con destellos a blanco por la iluminación lunar. Gun estira la mano para alcanzar el accesorio murmurando «Gracias». Al ponérselo puede ver con claridad al chico enfrente. Parece un modelo o el típico chico ficticio de las novelas. Tiene unas cejas turcas, sonrisa nívea, ojos moca. En fin, el verdadero Ken asiático.

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✔|𝗦𝗢𝗬 𝗨𝗡 𝗦𝗔𝗡𝗧𝗜𝗧𝗢• BibleJeff🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora