Poema 23

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Me hallaba yo caminando. Caminando me hallaba yo. Estaba en una verde ladera, en un sendero con muchas sorpresas, el sol aun no se escondía pero no brillaba con su furor en la mitad del día,  la luna ya aparecía mas tímida no alumbraba este sendero. Andaba yo feliz, centrado en avanzar, sin importarme nada mas, sin imaginarme lo que me iba a encontrar.

Al llegar a orillas de un rio, un plateado y tranquilo rio, miré a los peces nadara arriba, nadaban en contra del caudal del raudal; Intrigado decidí, por mera curiosidad seguirlos, nadaban y nadaban buscando algo, no sabia que, solo sabia que valía la pena, pues nadie iría en contra de su naturaleza por algo plenamente banal. Me sorprendí al llegar, a lo que parecía su destino final, pues era un muelle, un muelle común, un muelle ordinario, eso si con un inmenso y cristalino lago, mas aparte de eso, no tenia a simple vista algo en especial; Decepcionado decidí bajar, sin embargo al agudizar la vista pude ver, en el borde de ese muelle a alguien, ese alguien se hallaba cabizbajo, con la mirada fija en el agua pura, me detuve a verlo con tal detalle, y precisión, que sentí lastima por ese ser, entonces me dispuse a preguntar.

Llegue a él lento, contando los pasos, no quería asustarlo, se notaba deprimido. Toque su hombro, y vaya sorpresa me encontré; Descubrí que quien lloraba era el corazón, hace mucho no lo veía, pues pasaba de largo cuando caminábamos, tampoco hablaba con el, pues me parecía a veces arrogante y eso no me agradaba. Me senté con el, me senté a su lado, y sin necesidad de hablar de primero el me dijo al instante: Siéntate conmigo, háblame plenamente, pero no me mires a los ojos, no me mires de frente.

¿Qué te sucede ahora?¿Por qué estas oprimido?¿Por qué no lates como antes?¿Acaso alguien te ha herido, o es simple coraje? 

-No es coraje mi buen amigo, no es coraje lo que me agobia, pero aciertas en el primer acto, alguien hirió mi pecho, me quito mi fulgor reciente, alguien me ha herido y me ha herido de muerte-

¡Pero quien fue tan traicionero! le exclame exaltado , pues aunque era arrogante era un noble acorazado.

-Nadie lo ha hecho, nadie fue el culpable, fueron mis engañosos deseos, que me hicieron quererla sin ver antes, la daga que trapera me clavo, las espinas de esa flor me alcanzaron, pero no te cuento mas mi amigo ¡Cuídate, a no ser que te pase lo mismo!

Se marcho mi viejo amigo, dejo a tras su consejo, no lo vi mas, no lo vi llorar, pero supe quien fue el culpable de su llanto: Fue el amor, mi buen amigo se había enamorado.   


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