"y ahí empezó mi historia contigo."

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No se si esta carta va para ti o para el recuerdo que tengo de los dos,

No se si eres tu o es una parte de lo que fuiste lo que aun queda interna en lo mas profundo de mi.

No se que parte de ti aun me pertenece y tampoco la parte de mi que aun te busca, pero se que si algún día mi corazón vuelve a romperse, gran parte de los trozos de éste pedirán tu ayuda, para que vengas a reconstruirlos.

No se que parte del corazón aun te pide auxilio, después de tanto dolor, después de ser tu culpa que todos ellos estén pegados de forma desordenada y ahora ni yo misma después de ti reconocería mi figura.

Ni yo misma después de ti supe reconstruirme, no supe, ni se vivir sin algo de apoyo. Sin alguien que arrope cada grito que pronuncia tu nombre cada noche, sin alguien que calme mi miedo a ti.

Pero un día te encuentras. Y te das cuenta de que en realidad estabas perdida. Entre tanta gente. Al lado de ti misma. Mirando la punta de tus zapatos.    Y a él.

Viajando de una mano que no sabia de quien a algún lugar sin saber a donde.

Nunca te dije lo mucho que me dolían los tacones, ni lo profunda que era la llaga, que utilizabas para pasar tu mano directa al corazón. Sin saber que cada vez que hacías eso solo lograbas descolocarlo un poco más de lo que ya estaba. Tenías mi corazón en tu mano y los sentimientos debajo de tus zapatos.

Porque de repente crees conocer a alguien. Que piensas que es el amor de tu vida. Y entra, como un viento glacial, que desordena tu vida. Y te deja solo. 

Te deja solo eso, frío, un frío interno muy dentro de ti. Que hiela todas tus entrañas. Agrietándose en cada golpe que te da la vida. O que me dabas tú, dejando de mí solo piezas, de un puzzle que sólo tú eras capaz de formar, pero no sabías que forma le tenias que dar, porque nunca viste su reflejo en el espejo.

Así eras tú, impredecible. Un día querías reconstruirme, y al siguiente pisabas mis piezas. Pero los dos éramos unos ilusos, inocente de mí al pensar que volvería a ser figura, cuando el día que podías construirme ,yo, me encontraba perdida, buscando las piezas que me faltan del día anterior cuando decidiste arrojarlas por el tejado, Directas al abismo.

Una parte de mí decía que debía arrojarse con ellas. Otras, seguirte a ti. Pero eran muy similares, los dos provocaban en mí un desmesurado vacío, donde tú salías lleno, donde tú salías ileso. 

Y entonces me di cuenta lo lejos que estabas de de ser mi príncipe azul.

Estabas haciendo de mi vida un infierno, y aun así, me enamoré de tí. Y con ínfimo miedo a la muerte, decidí besarla, sin rozar sus labios, sin quemar mis manos.

Pero esta vio más muerte en mí que en ella misma, que era yo la que desprendía un gélido frío. La muerte había venido a verme y yo...

no había vivido.

La muerte, muerta de pavor, decidió reconstruirme, con piezas de hierro, con armadura y una espada, dándome ánimos para matar lo que me estaba matando.

Pero te ofrecí la espada, y puse mi cabeza sobre la mesa

"acaba tu lo que la muerte no ha sido capaz de hacer"

Hoy las heridas aún supuran. La espada está clavada. Mis últimos alientos quedaron allí, encima de la mesa. Y seguí confiando en ti. En que ibas a sacar esa hoja de acero, pero no esperaba que fuera para volver a hincarla.

Tuve que engañar a mi mente. Retener entre mis brazos al corazón, con todas mis fuerzas. Porque éste... con todas las suyas, ansiaba irse contigo.

Y tuve que ver como te ibas. Y de una vez por todas negarme a mí volver. Porque la parte razonable de mi se negaba a hacerlo si volvías a hacerle daño.

Y vuelves a irte. Y ahora estás tan lejos de mí como los recuerdos que dejaste. Desapareces, dejando el insignificante olor de tu perfume en la habitación, las cartas que un día te escribí, y un corazón malherido, apilado en la esquina de un cajón. Al lado de mi pintalabios favorito.

Y entonces es cuando te levantas de la cama. Con el fin de terminar con todo. Arrugas todos los miedos, a los que una vez llamé poemas, y los arrojas al suelo. Sin saber que yo después iba a tropezar con ellos.

Y ahí estaba, tendida en el suelo. Con un amargo sabor a ti.

Y entonces aparece alguien, que se ha profundizado en el abismo, que ha recogido tus piezas y todo lo que anteriormente quedó ahí.Sin ni siquiera pedirlo.

Y se adentra en ti. Ordenando el desastre. Cosiendo las grietas. Provocando un calor intenso, que derretía el hielo, y hacía que me olvidara del frío, por un segundo

o por dos...

Dandole libertad al preso miedo que inconscientemente vivía en mí. Dándome la libertad de amar de nuevo, pero ahora siendo libre, y no encerrada en una jaula,

Fue así como mi niña interior empezó a enamorarse, de nuevo. Con miedos, con inseguridades, con la misma incertidumbre que una cría presenta esperando para abrir su primer regalo de reyes.

Y yo te estaba esperando a ti...

No fue fácil darme cuenta de que, la misión de esa nueva ilusión era tapar mi cobardía. Y tampoco fue fácil adaptarme a ti. A tus manías. A tus vicios. A mi nueva yo, con alguien nuevo. No fue fácil asumir que, muy dentro de mi...

Seguía rota.

Lo que esta vez, a falta de reyes, me regaló la vida. Me era totalmente necesario.

Todo empezó doliendo ¿Pero qué herida se cura sin dolor? Si todos los puntos de sutura que me dabas eran totalmente imprescindibles

Porque tú, sin conocerme, poco a poco, fuiste formándome de nuevo. Haciendo una mejor versión de lo que era al principio. Después de tanto tiempo volví a ver mi reflejo en cualquier espejo.

Ahí empezó el pánico a los "y si...". Y a los "yo después de ti...". A que ofreciera una puta pistola y volvieran a disparar directos al corazón, pero lo que nadie sabía, es que esta vez recibirías tú el disparo. Con toda certeza de que ibas a estar ahí, dentro de mí, en el centro de mi pecho. Porque cerraste con cerrojos tu única vía de escape.

Sujetaste mi corazón cuando a mi me dolían las manos, sujetaste los tabiques de mi vida cuando ésta dejaba de tener sentido, tú, estabas construyendo algo que no habías roto. Y yo empecé a centrarme en tus manos, que sujetaban mi cadera. A adentrarme en tus ojos. A estudiar tus rarezas. Te empecé

y ahí empezó mi historia contigo.

Otras maneras de utilizar la valentía que el alma aguarda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora