Cesar
Le había pedido a Laura, una de las sirvientas, que me informara cuando mi esposa se hubiese levantado, después de que me dijo que estaba en la biblioteca, me dirigí hacia allá_ Pensé que te habías marchado. - se volvió y me miró feliz, cuando me sintió detrás de ella
_ Hoy quiero estar contigo. - la miré con amor. El trabajo puede esperar. - la abracé con ternura.
_ Lamento haberme quedado dormida. - dijo aún en mis brazos. _ quería prepárate algo, pero Gertrudis ya lo había hecho.
La miré tratando de no delatar mis sentimientos
_ No te preocupes. - fue lo único que pude decir, aunque quisiera haber dicho tantas cosas, pero todo a su tiempo. Me había acercado a ella sin hacer ruido, ahora la tenía entre mis brazos. _ No pasa nada. - apreté mi abrazo. La sentí frágil e indefensa, hubiera querido decirle en ese momento, que lo sabía, que había visto toda la escena que se había desarrollado entre ella y nuestras empleadas, que había visto la forma tan grosera y prepotente con la que la habían tratado, pero no lo hice, no quería echar a perder el momento mágico en el que nos encontrabamos. Sin embargo, esto no se quedaría así, iba a tomar cartas en el asunto, no podía imaginarme desde cuando estaba sucediendo esto, y me aterraba pensar que hubiese sido desde el principio, llevamos dos años de casados y no concibo que ella haya estado pasando por esta situación, desde entonces.
También había visto su extraño encuentro con una de las empleadas de la empresa de limpieza, después de que ellas se despidieron, regresé a mi despacho, que es donde he estado trabajando esta mañana y he hecho una rápida consulta, acerca de esa empleada.
Desde que vi la escena, empezó a dar vueltas una idea en mi cabeza, y no me equivoqué. Esa chica Sara, curiosamente había venido a sustituirla cuando dejó el trabajo de limpiadora, claro que ninguna de las dos había tenido que ver, había sido simple casualidad, o Karma, como dirían otros, el caso es que, la amiga que la había echado de su departamento, ahora ocupaba su antiguo puesto y si de mí dependía, no sería por mucho tiempo.
Carolina
Después de aquel día en que mi amado esposo me dio la lección de mi vida, han pasado varias cosas, la primera, hizo algo que nunca olvidaré.El día parecía transcurrir tranquilo, él estuvo conmigo y yo me sentía feliz y segura, después de comer, me sorprendió que mandara llamar a todo el personal de la casa, incluido el jardinero y los dos choferes, una vez que los tuvo a todos, me tomó de la mano y me acercó a él.
_ Sé que estos han sido días difíciles. - dijo. _ y que el trabajo quizás ha excedido un poco al habitual, sin embargo, creo que ese no es motivo para que algunos de ustedes desquiten su frustración con los demás, y menos con mi querida esposa. - los miró con dureza.
Algunos rostros palidecieron, cada quien era consciente de lo que había hecho.
_ Desde este momento les digo que no toleraré que esto siga sucediendo, mi esposa merece tanto respeto como el que yo merezco y como veo que hay personas que no entienden eso y no conocen su lugar, les informo que están despedidas.
Yo estaba tan asombrada como sus empleados, miré atónita, como mencionaba a Glenda su ama de llaves, a Gertrudis, su cocinera y a Alma una de las sirvientas, luego me preguntó, sí alguien más merecía estar en la lista, yo negué, y era verdad, solo ellas tres eran quienes se habían empeñado en acosarme y hacerme la vida imposible, recordándome constantemente que yo no estaba a la altura de mi esposo, y no era digna de él, los demás me trataban bien y no se metían conmigo, así que al final del día, teníamos tres empleadas menos.
La verdad yo me sentía mal por ellas, pero él me convenció de que no era mi culpa y que de aquí en adelante todo estaría mejor.
Lo que yo no sabía era que aún faltaba más.
Al día siguiente se presentó Guadalupe, la señora, que limpiaba su oficina y su departamento, ella sería la nueva ama de llaves, yo me sentí feliz, porque ella siempre me trató bien y creo que me entendía, porque me prestaba atención, cuando yo intentaba comunicarme con ella y me daba mi espacio, cuando yo no era capaz de socializar, así que me alegré mucho, también llegó una nueva sirvienta, solo de medio tiempo, era joven y bonita, pero su carácter era muy diferente al de la empleada que había sido despedida, en cuanto a la cocinera. No llegó nadie, porque Guadalupe ocupo su puesto, lo que también me encantó y no solo a mí, a todos, porque cocina muy bien. Para ella, César contrató a otra mujer de mediana edad, que vino a ser su ayudante, y me dio gusto porque era mucho trabajo para ella sola.
La semana siguiente, también fue algo rara e inesperada, porque el lunes y sin previo aviso apareció Sara.
_ Yo me dirigía hacia el despacho de mi esposo, cuando me la encontré sentada en una de las salas de espera.
_ ¡Carolina! - dijo mi nombre, poniendose de pie de inmediato. _ ¿no me digas que trabajas aquí? - me miró con sorpresa. _ el otro día pensé que trabajabas con alguna de las empresas. Pero que gusto me da. - siguió sin dejarme hablar. _ eso significa que vamos a ser compañeras... Bueno, si me dan el trabajo... pero te diré que tú jefe, fue el que me pidió venir, así que ya es seguro. ¡Que emoción! - me envolvió en un fuerte abrazo. _ perdón. - se apartó de pronto apenada. - se me olvidaba que no te gustan los abrazos.
Y era verdad, nunca los había tolerado, supongo que, por todo lo que pasé, no soportaba que nadie invadiera mi espacio personal y por eso me trataban mal, creían que era engreída, pero no era así, simplemente no lo soportaba a menos de que fuera César. Era la única persona que podía traspasar todas mis barreras y controlar todas mis fobias.
_ No sabía que vendrías. - dije por fin. Tomando distancia.
_ ¿Te das cuenta?. - me miró feliz. - el destino nos ha unido de nuevo, pero ven. - me jaló hacia el sillón donde había estado sentada antes. _ cuéntame, como es tu jefe, es bueno, es gruñón, lo guapo no tienes que decírmelo, ya lo vi, no sabes la envidia que le tengo a su esposa, debe de ser alguien muy especial para que lo haya atrapado. Pero dime... cuéntame... se me olvidaba que eras tan seria, pero ahora estás más que de costumbre, o ¿es que todavía me guardas rencor?
_ No. - contesté. _ no te guardo rencor, te entiendo, es solo que, haces muchas preguntas, y la verdad ya me volviste loca con tantas palabras.
_ Lo sé. - me abrazó de nuevo. _ me alegra tanto volverte a ver, y tener la oportunidad de pedirte perdón, de verdad. Gracias por no estar enojada conmigo. Siento mucho lo que, por mi estupidez te hice pasar.
_ Quiero que lo olvidemos. - dije. _ ahora yo me retiro, tu nuevo jefe no tarda en pedirte que pases y no quiero molestar.
_ Me encantaría que estuvieras a mi lado. Me sentiría más segura, después de todo tu ya lo conoces. Dime, ¿es buen jefe?
_ Es el mejor. - no pude evitar contestar, ya no me atrevía a decirle que no era mi jefe, si no mi esposo, pero ya no fue necesario.
_ Veo que ya se conocieron. - salió de su despacho y se dirigió hacia nosotras.

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harem
RomanceElla no era una chica normal, aún así lo atrapó en su mundo de silencios y soledad. Él era, lo que ella nunca soñó, porque su alma dañada, era incapaz de ofrecerle nada, pero él se quedó y le dio más de lo que esperaba... Incluido hacerla parte de s...