César
Esa mañana había citado a Sara a mi despacho, en mi hogar, desde el día en que la vi junto a mi esposa, la semana pasada, me dediqué a investigarla, y efectivamente como sospechaba, era la amiga de ella, aquella que por un tiempo la ayudó y después la echo de su casa.Por Carolina ya sabía que habían trabajado juntas en un empresa de limpieza, cuando se separaron, ella siguió donde mismo y mi Caro llegó a la nuestra y a mi vida, luego cuando nos casamos, por supuesto dejó de trabajar y por cosas del destino, Sara estaba buscando empleo y aplicó para la vacante, sobra decir que nadie movió nada, todo se dio de forma natural y ella se quedó con el trabajo y de la misma forma sorprendente, fue elegida para el servicio de esa mañana después de mi cumpleaños, lo que llevó al encuentro de las dos.
Esa mañana me había despertado muy temprano y no queriendo despertar a mi esposa, me levanté, me duche y salí rumbo a mi despacho, ese día no pensaba ir a trabajar, quería estar al lado de ella, sabía que me necesitaría después de lo acontecido la noche anterior, así que organice todo desde casa y cuando ya había dejado todo en manos expertas, me dirigí hacia nuestra recámara, fue cuando al pasar cerca de la cocina escuché la voz de ella y me dirigí hacia ahí, grande fue mi sorpresa al escuchar lo que esas mujeres le decían, furioso estuve a punto de enfrentarlas, pero decidí ver hasta donde eran capaces de llegar. Me fue tan difícil no intervenir, pero desde el primer momento supe lo que tenía que hacer, no importaba cuánto hubieran estado a mi servicio, ni que tan bien hubiesen trabajado, eso no lo permitiría, ella no lo merecía, y no me iba a arriesgar a qué lo volvieran a hacer, así que cortaría todo de raíz, pero más tarde, con más calma, cuando pensara bien las cosas y no me fuera a extra limitar.
Cuando ella salió, la seguí y me volví a sorprender cuando Sara, se acercó a ella. Para entonces yo no la conocía ni sabía que trabajaba para nosotros, pero luego escuché y vi su encuentro, y una vez más me quedé en las sombras observando, cuando mi esposa se marchó, en lugar de seguirla, la dejé ir y por el contrario me acerqué a Sara, me presenté como el dueño de la casa y le ofrecí venir a trabajar para mí, ella ni siquiera lo dudó, aun cuando yo no le había comentado que es lo que quería que hiciera, pero eso me facilitó las cosas.
Pensaba ponerla al lado de Carolina, había visto como con ella, era con la única persona, de las que yo conocía, con la que se había abierto un poco más y aprovecharía eso, sabía, porque la había visto y escuchado, que no le guardaba rencor, además, aún si quisiera, Sara no la volvería a dañar, de eso me encargaría yo, ahora solo deseaba que ella fuera feliz. Que tuviera cerca a alguien de confianza, en quien pudiera apoyarse, cuando yo no estuviera, además ahora tenía de mi parte a Guadalupe, que era alguien muy especial para mí y de suma confianza, ella me reportaría cualquier situación extraña, incómoda, o de peligro hacia mi esposa. Además, contaba con personal de seguridad, creo que todo estaba cubierto.
Esperaba no estarme equivocando, porque el momento había llegado, ella ya estaba aquí, y mi esposa también. Esto no me lo esperaba, me hubiera gustado concretar mi trato con Sara y luego planteárselo a ella, de cualquier forma, si ella no quería, todo era reversible, desde el principio se lo había dicho a Sara, que su contratación dependía cien por ciento de mi esposa, lo que ella no sabía era que mi esposa era su amiga.
_ Veo que ya se conocieron. - dije al encontrarme con las dos.
_ Señor Montero. - me miró Sara con sobresalto. _ me dijeron que me esperaba aquí.
_ Así es. - la saludé estrechando su mano. _ pase por favor. - le indiqué el interior de mi despacho.
La vi dudar, miró hacia mi esposa y luego hacia mí.
_ Ella nos puede acompañar. - se atrevió a decir con nerviosismo. _ ya nos conocemos y es mi amiga.
_ Me parece perfecto. - dije tomándola de la mano y atrayéndola hacia mí.
Sara nos miró con sorpresa, pero no dijo nada y entró detrás de nosotros.
_ Me da gusto que se hayan encontrado. - dije una vez adentro. _ porque, de ella depende el que firmemos su contrato ahora mismo.
Ella me miró con curiosidad, era evidente que no entendía.
_ ¿De ella? - interrogó con sus ojos muy abiertos.
_ Sí, de ella. Le presento a mi esposa, la razón de mi vida y el motivo por el que usted está aquí.
Miré a Carolina, estaba demasiado seria, solo nos veía a Sara y a mí.
_ Amor. - la miré con todo el amor de que era capaz. _ pensé que sería buena idea el contratar a alguien, alguien que haga todo aquello que tú no quieras hacer, pero que necesites hacerlo, alguien de tú entera confianza, en quien te puedas apoyar, a quien le puedas pedir lo que tú desees, sin acudir a los demás
Vi como sus ojos se iluminaron, había dado en el blanco.
_ Esto es solo si tú quieres. - la miré a los ojos. _ ella no se va a molestar, porque tú la rechaces, si no es contratada aquí, su empleo en la agencia de limpieza está asegurado
_ No sé si ella quiera trabajar para mí. - dijo con timidez, quizás sentía que su amiga se ofendería por estar bajo su servicio. Yo la había investigado a conciencia y no me parecía que fuera una persona envidiosa o que se sintiera denigrada, por el contrario, era servicial y le gustaba ayudar a los más necesitados, nunca se sentía superior a los demás, su única falla había sido dejarse influenciar y creerle a un mal hombre, y lo había pagado. Sé que él amor lo hace a uno cometer tonterías. Yo creía en ella, de lo contrario, no estaría aquí.
_ Yo estaría encantada de trabajar para ti. - se adelantó. _ de verdad.
_ No se hable más. - dije satisfecho. _ solo permíteme unos minutos y firmamos el contrato. - saqué a mi esposa de ahí una vez que se hubo despedido de su amiga.
Una vez fuera, me despedí de Carolina, prometiéndole que después de desocuparme de con su amiga, estaría con ella.
Su sonrisa fue todo lo que necesitaba, la amo como sé que no amaré a nadie más, si alguien me dijera que su condición no nos dejará disfrutar de un matrimonio normal, lo mandaría al diablo, ella es todo lo que necesito para ser feliz, y su condición, me hace amarla aún más, porque es hermosa, es tierna, es vulnerable y esa vulnerabilidad es lo que me mueve a querer ser mejor para ella y el querer protegerla y el querer hacer de este mundo algo mejor, para que ella esté mejor.
Antes de regresar a mi despacho la abrazo, le digo cuánto la amo y cuánto la necesito y me despido con un tierno y apasionado beso y una promesa de que en unos minutos estaré con ella. La veo como se resiste a dejarme, me mira con amor y da la vuelta para alejarse, no sin antes mirarme con ese brillo en sus ojos, diciéndome que confía en mí, que se entrega a mí y que esa enorme sombra del harem por fin ha quedado atrás.
No me resisto la retengo antes de que se vaya, la beso de nuevo y luego la dejo ir.
Aún si viviera en la época y en el país indicado para tener un harem, sé que no me haría falta, porque la amo y la amaré solo a ella.
FIN
NOTA:
Este es el final, les espero en el epílogo. Gracias por haber llegado hasta aquí. Saludos afectuosos

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harem
RomansaElla no era una chica normal, aún así lo atrapó en su mundo de silencios y soledad. Él era, lo que ella nunca soñó, porque su alma dañada, era incapaz de ofrecerle nada, pero él se quedó y le dio más de lo que esperaba... Incluido hacerla parte de s...