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Unos minutos que se sintieron como una eternidad bastaron para que Minho despertarse siendo humano de nuevo. Solo en el piso polvoriento del departamento de la señora Lee.

Jisung se había esfumado, y en realidad no esperaba menos que eso. Quería verlo, y suplicarle su perdón una vez más, tratar de explicarle con más calma lo que era, lo que es. Sin embargo, sabía que lo mejor era darle un tiempo para procesar la información que había recibido de golpe. Así que decidió alejarse, no solo a un departamento de diferencia, si no más lejos, hacia donde el viento lo llevara.

Caminando por la fría acera del parque más cercano. Sintiéndose agotado, su cuerpo dolía, la energía aún no estaba restaurada, pero aún así continuó.

En su mente el recuerdo de la mirada llena de dolor de Jisung, reiterando en él, el sentimiento de culpa. No entendía como pudo esperar que las cosas salieran bien después de confesarle a Han algo tan impactante, que ningún humano podría procesar con simpleza.

Se odiaba a si mismo por tener que llevar las cosas a ese punto.

Se sentó en una banca cerca del área de juegos, solitaria gracias a la hora. La brisa nocturna rozando su rostro, sintiendo una mínima pizca de confort en ella.

Sonidos de hojas crujiendo a su par, después la sensación de compañía a su lado. Aquel gato gris que vio deambular por el lugar en distintas ocasiones, estaba ahí, sentado junto a él en la banca. Recordó aquel día que le preguntó cómo se sentía ser un gato callejero, porque seguro después de esto no pisaría ese departamento de nuevo.

Era un poco miserable, pero en aquel momento incluso hablar con un gato al igual que él, era su única manera de desahogarse, incluso si no había respuesta de por medio.

—Nuevamente nos volvemos a encontrar. —rio con un poco de amargura en su garganta. Por más que tratara, era un reto tratar de sonreír, incluso por cortesía.

—Quisiera poder contarte una linda historia, pero hoy realmente cometí un error. —soltó un suspiro pesado, mirando hacia el cielo. Contando las estrellas en aquel mar nocturno.

—¿A veces te has preguntado cómo es que aún siendo tan insignificantes, convertimos nuestra percepción de la vida, cómo la única y absoluta? —aquella pregunta se escapó de sus palabras, careciendo de sentido para quien iba a dirigida. Su risa sonó después —Cuando eres un gato no tienes preocupaciones, quisiera volver a ser como tú, sin saber que es el sufrir, el bien o el mal. —de repente las estrellas se veían borrosas frente a sus ojos, cuando abundantes de lágrimas estaban.

—Enamorarse... La idea suena tan agradable, hasta que las consecuencias de tus actos repercuten en ese sentimiento. Cuando te equivocas, y lastimar a la otra persona, duele más que lastimarse a si mismo. —un sonrisa de aquel corazón roto en sus labios. Mientras las lágrimas bajaban por los costados de sus ojos, sin emitir ningún sollozo o sonido.

Un llanto silencioso, que solo podía escuchar quien entendía el dolor de su alma.

—Creo que los gatos no estamos destinados a encontrar el amor, ¿la habilidad de convertiste en humano en realidad es un castigo? —se cuestionó, era tan doloroso que su pecho dolía a tal punto de restringir su respiración —Si lo es, no sé cuál fue el error que cometí para merecerlo. —su voz se partió al final de la oración. La pesadumbre ahora robaba sus palabras.

—No tienes la culpa de nada. —una voz que conocía, sonó a su costado, haciéndolo voltear al instante por mero instinto.

La señora Son lo miraba con una un semblante preocupada. Aquella viejita llena de canas, que siempre tenía un gran consejo que ofrecerle cuando le regalaba un poco de su tiempo, al pequeño Dongpyo, que siempre lo esperaba para jugar. Estaba sentada a la par de él donde estaba aquel gato...

❛ Meow! ❜ ─MinSungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora