Recuerdo

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Una tenue fragancia a chocolate lo despertó en mitad de la noche. Esa era la señal para levantarse e ir a la habitación contigua. Encendió una pequeña lámpara sabiendo que Chifuyu sufría de terror nocturno estando solo en una habitación a oscuras. Estaba por irse cuando una mano sujetó la suya, impidiendo hacerlo.

—Por favor...no te vayas— susurró avergonzado evitando hacer contacto visual con el alfa.

—Estás ofreciéndole carne fresca a un lobo hambriento— dijo inclinándose para besar su mano—. No nos hagamos esto.

Chifuyu agarró firme la mano del alfa mirándolo con decisión. Ya estaba harto de pasar su celo en solitario y tener que sufrir dolorosamente por no lograr satisfacerse. Sin embargo, Baji estaba determinado en abandonar la habitación, así que debía jugar sucio para lograr su cometido.

Keisuke vio cómo el omega se quitaba la camiseta con la que acostumbraba a dormir y dejaba a la vista algo que lo volvía loco.

—Sé que se te hacía agua la boca cuando alimentaba a los niños— dijo sonrojado rozando sus rosados pezones con la yema de los dedos.

Baji tragó saliva con nerviosismo. Pensaba que no era tan evidente al momento de mirar cuando Chifuyu amamantaba a Natsuki y Kazumi.

El alfa intentó resistir la tentación, pero el ojiazul sabía cuál era su debilidad, además que el aroma de sus feromonas se estaba volviendo cada vez más intenso. Y eso era algo que podría hacerle perder la cabeza completamente.

—Eres un pequeño tramposo— murmuró regresando a la cama.

Chifuyu en el interior sabía que aquello que estaban por hacer no estaba bien, pero su naturaleza le estaba jugando en contra. Su celo se había presentado justo en la fecha indicada, pero con lo acontecido anteriormente con Takemichi y Manjiro, había olvidado por completo aquello, porque de otra forma habría obligado a Keisuke salir de casa hasta que su celo hubiese terminado, tal como estaba acostumbrado a hacerlo.

Sus pensamientos se dispersaron cuando sintió la cálida lengua del alfa lamer uno de sus pezones y le daba una suave mordida, a la vez que sus manos repartían caricias por lugares específicos de su cuerpo como lo eran sus caderas y su cintura. Pero hubo algo que lo sorprendió; Baji se dedicó a besar cada una de las cicatrices que llevaba en su piel.

—No... hagas eso— suplicó incómodo.

—¿Por qué no?— preguntó después de besar la cicatriz en su hombro, dónde había sido apuñalado la primera vez que fue secuestrado—. Me fascinan.

Cuando Keisuke le explicó que para él las cicatrices que llevaba eran las marcas de cómo una grandiosa persona se había forjado, tuvo que abrazarlo y pedirle que no continuara hablando ¿La razón? Esas habían sido las mismas palabras que Kazutora le había dicho la última vez que habían hecho el amor.

—Haz lo que quieras conmigo...pero por favor... No sigas hablando— pidió el omega con un nudo en la garganta.

Baji asintió con pesar. Chifuyu siempre había sido muy fácil de "leer", y sabía que de alguna manera había recordado a Kazutora. Se disculpó por lo que fuera que le había hecho sentir mal y tomó la decisión de sólo limitarse a complacerlo hasta que su celo terminara.

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Para cuando el rubio despertó, se dió cuenta de dos detalles. Estaba en su propia habitación, y Baji ya no estaba junto a él. En cambio, en su mesita de noche había una gran jarra de agua y un tazón con arroz.

Asustado tocó su nuca, suspirando de alivio al no encontrar una marca nueva. Revisó su cuerpo de manera rápida, y tampoco halló marcas. Era obvio que había intimado con Baji debido al dolor que sentía en su zona trasera, pero a parte de eso no había otro indicio de que habían estado juntos.

Después de hidratarse y devorar el contenido del tazón se levantó de la cama. Quedó nuevamente sorprendido de que su entrada no hubiese escurrido la semilla del alfa ¿Acaso no se corrió dentro?

Al salir de la habitación se encontró con una casa solitaria, y eso lo hizo sentir verdaderamente triste. Hubo un momento en que se cuestionó realmente si había pasado su celo junto a Baji. Tal vez había estado delirando.

Recorrió la casa buscando algún indicio de que no estaba loco, y suspiró aliviado cuando abrió la puerta de la habitación de Keisuke y sintió el lugar aún apestando a sus feromonas. Antes de salir del cuarto, abrió las ventanas para ventilar el sitio.

Se dió una ducha corta para quitarse los últimos vestigios de su celo y salió del baño con una toalla en la cintura, mientras secaba su cabello.

—¡Mami!— gritaron sus dos hijos corriendo hacia él.

Seguramente habían llegado mientras él se daba un baño. Sonrió feliz de volver a verlos después de un par de días, diciéndoles lo mucho que les había extrañado.

—Mami, mira— dijo Kazumi con mucho entusiasmo entregándole una pequeña escultura de roca con forma de corazón—. Aprendí solito.

Chifuyu sonrió recibiendo el obsequio de su hijo menor. Natsuki me contó que le había ayudado a su hermanito a mantener la concentración para que pudiera hacer aquella escultura y también de que no había quemado a nadie en esos dos días que estuvo afuera. El omega lo felicitó por su gran hazaña.

—¿Dónde está su padre?— preguntó acariciando la cabeza de ambos niños.

—Dijo que tenía un trabajo que hacer— comentó Natsuki—. Que volvería a casa cuando termine su viaje... ¡Ah! Y que también te cuidemos mucho.

Chifuyu sintió aquello como una pequeña espina clavándose profundamente en su corazón. Le pidió a sus hijos esperarle en la sala para poder vestirse apropiadamente y así prepararle el almuerzo. Los niños asintieron felices corriendo entre risas.

Unos golpes en la puerta principal lo hicieron apresurarse. Se escuchaban desesperados así que debía ser algo muy urgente.

—¡Necesito tu ayuda!— exclamó Souya con el rostro sudado y muy pálido—. No se han movido— dijo nervioso con la mano en su abultado vientre.

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Rindou llegó a casa de Chifuyu tan pronto se enteró que Souya había sido visto ahí por última vez. Golpeó la puerta con apuro hasta que el dueño de casa por fin abrió.

—¡¿Qué ocurrió?!— preguntó sujetando al rubio desde los brazos casi sacudiéndolo por los nervios.

—Tranquilo— dijo antes de pedirle que le siguiera.

En su habitación Souya dormía en una extraña posición sobre la cama de Chifuyu.

—Tuvo un gran susto después de que los trillizos no se movieran por mucho tiempo— explicó Chifuyu—. Esos pequeños traviesos casi le provocan un infarto a su madre. Estuvieron dormidos todo este tiempo.

Rindou exhaló exageradamente por el alivio que sintió. En su mente maldijo a Nahoya por decirle que su compañero había sido secuestrado.

—Pero hay algo que me preocupa— dijo Chifuyu—. La fecha se acerca, y los bebés no han cambiado su posición.

—¿Eso es malo?— preguntó sintiendo que el color abandonaba nuevamente su rostro.

—Habrá que sacarlos por su vientre si no adoptan la posición correcta... Y también me preocupa Souya. Si los bebés logran acomodarse, no estoy seguro de que pueda dar a luz por si mismo a los tres— dijo frunciendo el ceño.

—Es más fuerte de lo que crees— comentó con una pequeña sonrisa.

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